Investigadores de Yale han encontrado un hogar neuronal en el que se encuentra la sensación de estrés que experimentan las personas, informaron los investigadores de Yale en la revista Nature Communications.
Los escáneres cerebrales de personas expuestas a imágenes altamente estresantes y problemáticas, como un perro gruñendo, caras mutiladas o inodoros sucios, revelan una red de conexiones neuronales que emanan del cerebro desde el hipocampo, un área del cerebro que ayuda a regular la motivación, la emoción y memoria.
La respuesta fisiológica al estrés ha sido bien estudiada en animales.
La activación de áreas cerebrales como el hipotálamo desencadena la producción de hormonas esteroides llamadas glucocorticoides ante el estrés y las amenazas.
Pero la fuente de la experiencia subjetiva de estrés experimentada por las personas durante la pandemia de COVID-19, por ejemplo, ha sido más difícil de identificar.
“No podemos preguntar a las ratas cómo se sienten”, dijo Elizabeth Goldfarb. Ella es investigadora asociada en el Centro de Estrés de Yale y autora principal del estudio.
Goldfarb y sus coautores, incluida la autora principal Rajita Sinha, profesora del Fondo de Fundaciones de Psiquiatría, realizaron una serie de escáneres fMRI de sujetos a los que se les pidió cuantificar sus niveles de estrés cuando se les presentaron imágenes preocupantes.
El estudio revela que las conexiones neuronales que emanan del hipocampo al ver estas imágenes alcanzaron no solo áreas del cerebro asociadas con respuestas de estrés fisiológico, sino también la corteza frontal lateral dorsal. Esta es un área del cerebro involucrada en funciones cognitivas superiores y regula las emociones.
El equipo de Yale descubrió que cuando las conexiones neuronales entre el hipocampo y la corteza frontal eran más fuertes, los sujetos informaron sentirse menos estresados por las imágenes problemáticas.
Por el contrario, los sujetos informaron sentirse más estresados cuando la red neuronal entre el hipocampo y el hipotálamo estaba más activa.
Los autores señalaron que también hay evidencia en otros estudios relacionados con los que sufren trastornos de salud mental, como la ansiedad, ya que pueden tener dificultades para recibir retroalimentación calmante de la corteza frontal en momentos de estrés.
“Estos hallazgos pueden ayudarnos a adaptar la intervención terapéutica a múltiples objetivos, como aumentar la fuerza de las conexiones desde el hipocampo a la corteza frontal o disminuir la señalización a los centros de estrés fisiológico”, dijo Sinha. Ella también es profesora en Centro de Estudios de Yale’s Child y del Departamento de Neurociencia.
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