LA ENVIDIA: UN VENENO SILENCIOSO

 

13707178869?profile=RESIZE_710xEl liderazgo femenino ha avanzado con pasos firmes en los últimos años, rompiendo paradigmas, conquistando espacios y demostrando que la voz de una mujer puede transformar organizaciones, comunidades y naciones. Sin embargo, uno de los mayores retos no proviene del exterior, sino del interior: la envidia y la competencia destructiva entre mujeres. Estas emociones, lejos de impulsar el crecimiento, socavan la confianza, debilitan la sororidad y minan la credibilidad de quien las ejerce. Una líder que compite por ego o envidia, pierde visión estratégica y, más grave aún, deteriora su marca personal.

La envidia nace de la comparación constante. Cuando una mujer enfoca más energía en lo que otra ha logrado, en lugar de centrarse en sus propias fortalezas, empieza a desgastarse emocional y profesionalmente. La envidia no solo resta energía, sino que transmite inseguridad, resentimiento y falta de autoconfianza. En entornos laborales o comunitarios, la envidia genera un ambiente tóxico donde la cooperación se sustituye por rumores, críticas y sabotajes. Una líder que permite que la envidia guíe sus acciones se convierte en su peor enemiga, proyectando debilidad en lugar de liderazgo.

Competir puede ser positivo cuando nos inspira a crecer, a innovar y a dar lo mejor de nosotras mismas. Pero cuando la competencia se convierte en un deseo de opacar a otra mujer, de “ganar” a toda costa, entonces deja de ser motor y se convierte en freno. La competencia mal entendida promueve comparaciones injustas, despierta rivalidades y erosiona relaciones profesionales valiosas. Una líder que busca destruir en lugar de construir demuestra miedo, no liderazgo. En el largo plazo, esa actitud rompe alianzas, aísla y genera desconfianza en su entorno.

La marca personal de una líder no se construye solo con logros, sino también con valores, coherencia y relaciones. Cuando alguien es percibido como envidiosa o competitiva en exceso, su reputación sufre un daño difícil de reparar. En el mundo actual, donde todo se comparte y se observa, una actitud negativa se vuelve rápidamente visible. Los equipos perciben la falta de autenticidad, los colaboradores pierden confianza, y las oportunidades de crecimiento se alejan. Una marca personal sólida se fundamenta en la capacidad de impulsar a otros, no en frenarlos.

El liderazgo femenino necesita más sororidad: la capacidad de reconocer y celebrar los logros de otras mujeres. Cuando una líder entiende que el éxito de otra no le resta, sino que le suma al colectivo, empieza a crear un círculo virtuoso de apoyo y crecimiento. La sororidad fortalece la credibilidad, inspira a las nuevas generaciones y multiplica las oportunidades. Una mujer que impulsa a otras se convierte en referente de grandeza, mientras que la que compite con envidia se condena a la soledad profesional.

Mujeres en diferentes ámbitos han demostrado que el verdadero liderazgo radica en construir redes de apoyo. Líderes políticas que impulsan leyes de igualdad, empresarias que promueven mentorías para jóvenes, científicas que abren camino a nuevas generaciones, todas ellas muestran que el poder real no está en ser la única, sino en ser una entre muchas que brillan. Ellas entienden que compartir el espacio no significa perder protagonismo, sino ganar fortaleza colectiva.

Para evitar caer en la trampa de la envidia y la competencia destructiva, te comparto algunas sugerencias sobre lo que he aprendido al presidir empresas y agrupaciones:

  1. Centrarte en tu propósito: cuando sabes por qué lideras, no necesitas compararte.
  2. Reconocer tus fortalezas y trabajar tus áreas de mejora: esto genera seguridad.
  3. Celebrar los logros ajenos: lo que se reconoce en otras, también florece en ti.
  4. Construir alianzas: la cooperación expande horizontes más que la rivalidad.
  5. Practicar la gratitud: enfocarte en lo que se tiene en lugar de lo que falta.

La envidia y la competencia mal dirigida son dos enemigos silenciosos que pueden matar el liderazgo y destruir una marca personal que tomó años construir. Una líder auténtica no teme compartir, inspirar ni reconocer el brillo de las demás, porque sabe que su luz no se apaga al encender la de otras, al contrario, se multiplica. El futuro del liderazgo femenino no está en competir, sino en colaborar; no en envidiar, sino en admirar; no en restar, sino en sumar. Solo así podremos construir una generación de líderes que, unidas, dejen un legado sólido y transformador.

Enviadme un correo electrónico cuando las personas hayan dejado sus comentarios –

¡Tienes que ser miembro de Retos Femeninos para agregar comentarios!

Join Retos Femeninos