La raíz de gran parte de nuestro sufrimiento se debe a las emociones negativas que experimentamos; sin embargo, gran parte de ellas se debe a lo que se llama “la conciencia de la víctima”.
Por ejemplo, “si el otro no me hubiera hecho esto, yo no estaría así “, “ya le dije al otro que cambie, pero como no lo hace, por eso yo estoy enojada, sentida, triste, decepcionada, frustrada, etc.”.
Como ya les he comentado en otras ocasiones, lo más importante en el proceso de crecimiento es aceptar la vida tal cual es, hacer lo que está en nuestras manos y asumir el 100% de responsabilidad por nuestras emociones para dejar de ser víctimas y saber que nosotros decidimos cómo sentirnos y qué hacer con ello.
Cuando yo culpo al otro o a lo otro de mi sufrimiento, es porque estoy renunciando a mi poder y cediéndoselo al otro.
Sin embargo, entiendo que somos humanos y la mayoría de nosotros hemos sido condicionados para sentirnos víctimas de las circunstancias. También entiendo que las emociones son emociones y las sentimos, pero es importante recordar que podemos gestionarlas y decidir que hacer con ellas.
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