EL ESPEJISMO DEL CASI AMOR

13745265096?profile=RESIZE_400xHay relaciones que parecen prometerlo todo, pero que, al final, no te dan nada. Empiezan con intensidad, con palabras que ilusionan y gestos que desarman, pero poco a poco, sin darte cuenta, te ves atrapada en una dinámica donde siempre estás esperando: una llamada, una respuesta, una señal de cariño, un poco de presencia.

Y esperas tanto… que terminas agotada emocionalmente.

Las personas emocionalmente no disponibles no son necesariamente crueles ni malas; muchas veces son seres que han aprendido a amar a medias, porque no se sienten capaces de abrir del todo su corazón. Cargan con miedos, heridas o vacíos no resueltos que los mantienen a la defensiva, incapaces de entregarse por completo. Pero eso no los excusa: cuando alguien no está disponible emocionalmente, su falta de presencia afectiva te hace sentir invisible, insuficiente o confundida.

El ciclo del “quiero y no puedo”

El vínculo con alguien emocionalmente ausente suele ser un vaivén constante. Te buscan, te hacen sentir elegida, te llenan de atención… y luego se alejan sin explicación.

Te hacen creer que el problema eres tú, que si fueras más paciente, más comprensiva, más “perfecta”, las cosas fluirían.

Pero lo cierto es que no importa cuánto amor des: si el otro no está disponible, no sabrá recibirlo.

Esa intermitencia —ese ir y venir— crea una adicción emocional. Te vuelves dependiente del momento en que vuelve, del mensaje que llega después del silencio, del abrazo que parece arreglarlo todo… hasta que vuelve a desaparecer.

Es un ciclo tóxico donde el amor se convierte en espera, y la esperanza se transforma en autoengaño.

El despertar: reconocer la diferencia

Un día, sin drama, sin lágrimas, simplemente entiendes.

Te das cuenta de que eso no era amor, sino intermitencia emocional. Que lo que llamabas conexión, en realidad, era ansiedad disfrazada de cariño.

Y que el verdadero amor no confunde, no castiga, no se esconde detrás del miedo.

El antídoto, entonces, no es insistir ni perseguir, sino soltar.

Soltar lo que nunca fue tuyo, lo que nunca estuvo disponible, lo que te hizo sentir que amar era sinónimo de sufrir.

Soltar para poder abrir espacio a quien sí esté listo para amar con presencia, compromiso y alma.

El verdadero amor no te hace dudar

Aprender a distinguir entre quien te elige con el alma y quien solo te busca cuando se siente solo, es una forma profunda de amor propio.

Porque cuando te eliges a ti misma, dejas de conformarte con migajas.

Dejas de ser la salvadora emocional de alguien roto, y eliges ser la protagonista de tu propia historia emocional.

Amar no debería doler.

Amar debería dar paz.

Y cuando alguien te ama de verdad, no te hace sentir elegida a ratos: te hace sentir amada siempre.

Enviadme un correo electrónico cuando las personas hayan dejado sus comentarios –

¡Tienes que ser miembro de Retos Femeninos para agregar comentarios!

Join Retos Femeninos