El amor de una madre es un sentimiento básico e vital para el sano desarrollo y la adaptación de los hijos al mundo.
Bien se dice que no hay amor como el amor de una madre. Cuando los hijos se sientan queridos, aceptados y protegidos tienen una posibilidad mayor de tener una vida sana emocionalmente y caminar por el mundo sintiéndose seguros y confiados.
Cuando los hijos sienten la necesidad de ganarse el amor o la atención de sus padres, especialmente de la madre, se convierten en personas inseguras, temerosas y les surge el sentimiento de que no merecen el amor de nadie. Por lo que se crea la necesidad por buscar continuamente la aprobación, se vive con angustia y temor al desapruebo.
Es triste escuchar cuando un hijo pregunta: ¿cómo puedo hacer feliz a mi mamá? Porque a pesar de que uno pudiera sentir que increible que los hijos se preocupen tanto por la felicidad de sus padres, en realidad lo que posiblemente se podría estar diciendo es: No me siento querido. No me siento valorado y no se como hacer que mi mamá se fije en mí.
Los hijos son una fuente importante de felicidad, orgullo y satisfacción. Son una razón por la cual cada padre-madre se esmera, sale a trabajar y busca dar lo mejor de sí. También cabe destacar que a pesar de ser una relación esencial no debe de ser esta una relación simbiótica.
Tanto padres como los hijos son seres independientes que dependen del cuidado y el cariño mutuamente pero al mismo tiempo cada uno tiene el derecho y la obligación de desarrollar su carácter, sus propios intereses y realizar sus sueños.
La relación de padre/ madre - hijos es única, es insustituible y necesaria sin importar la edad. Es una relación compleja en la que nacen variadas emociones.
La relación entre padres e hijos va evolucionando según las etapas de la vida, hay que adaptarse según se va dando cada momento. Si en un principio los padres son los directores de la orquesta, maestros y conductores principales de la relación, en etapas siguientes se convertirán en consejeros o guías que acompañan a los jóvenes por su camino, para después pasar a ser asesores silenciosos los cuales aconsejan solo cuando se les pregunta y opinan cuando es pertinente.
Consejos para que los hijos se sientan queridos en cualquier etapa.
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Habla con suavidad y cariño. Evita los gritos.
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Sonríe con frecuencia.
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Disfruta cada etapa del desarrollo, el tiempo no regresa.
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Enfócate en la relación, no en sus logros o en sus berrinches.
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Dirige tu atención en las consecuencias y no en los castigos.
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Entiende el escenario donde se desenvuelven sin tratar de solucionar sus problemas.
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Reconoce sus esfuerzos y las acciones pequeñas que hacen.
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Ama a tus hijos por lo que son, no te fijes en lo que quisieras que sean o sientas que deberían ser.
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Crea un equipo de confianza y un sostén donde se puedan refugiar.
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Cuídate a ti mismo, sé una persona realizada, independiente y feliz.
La receta
Queriendo a los hijos
Ingredientes
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Amor incondicional - aceptar y respetar la personalidad y el carácter de cada uno
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Valores claros - crear una identidad realista y con bases sólidas.
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Honestidad - sinceridad al hablar y actuar, evitar dobles mensajes
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Confianza - seguridad consistente, cuidar la integridad y la estabilidad emocional
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Ejemplo - ser la mejor versión de sí mismo para que los hijos quieran imitar
Afirmacion Personal para ser mejores padres
Quiero a mis hijos así como son. No los trato de cambiar, no los hago sentir de menos. Reconozco que mis hijos son seres individuales y tienen el derecho de realizar sus sueños y desarrollar sus potencialidades. Mis hijos no son mi extensión y no tienen el deber de atenderme. Disfruto cada una de las etapas de su desarrollo y aprendo con ellos como hablarles para que me escuchen. Mis hijos son un regalo prestado y les doy lo mejor de mi.
Como hacer que mis hijos se sientan queridos
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El valor de mi persona no se determina por los éxitos o problemas de mis hijos. Los hijos son personas independientes a mi. Tengo el privilegio y el honor de educarlos, quererlos y acompañarlos por su camino.
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Mi propósito como padre/madre es ayudar a que mis hijos desarrollen sus potencialidades y encuentren su misión de vida. Como padres hay que dar raíces y ofrecer alas para que cada hijo vuele y llegue a su propio destino.
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Acepto con gusto el reto de ser padre/madre. Los hijos no vienen a servir a sus padres. Muchas veces tampoco escuchan o actúan como se quisiera, sin embargo son un preciado regalo que se tiene. Hay que valorarlos y quererlos como ellos son.
Los hijos no son el proyecto de vida de sus padres, ellos tienen su propia misión. Respetarlos y quererlos es una buena obligación.*Prohibida su reproducción total o parcial sin el permiso escrito del editor y sin citar la fuente. Copyright © 2005-2022 Recetas para la vida© Todos los Derechos Reservados
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