CÓMO DECIR "NO" Y NO MORIR EN EL INTENTO

13553846267?profile=RESIZE_710x

¿Por qué cuesta decir que no? (Spoiler: a las mujeres más que a los hombres). 

Porque no nos educan para decir que no y para poder decirlo de una forma amable o asertiva. Al contrario: nos educan para complacer a los demás sin tener en cuenta nuestras propias emociones. Durante décadas, la educación social de las mujeres ha girado en torno a un mismo eje: agradar. Estar disponibles. No incomodar. La amabilidad como virtud incuestionable. Pero ese mandato —aparentemente inocente— ha tenido consecuencias profundas en el desarrollo personal y profesional de muchas mujeres.

Normalmente se piensa que somos egoístas o incluso malas personas si nos negamos a algo. Se nos enseña a priorizar lo que otros quieren o demandan y no a valorar lo que una siente o a ser honestas con lo que queremos o no queremos. También ocurre porque siempre estamos buscando la aprobación de quienes nos rodean. 

Y, ¿cómo nos afecta el no poder decir que no?

No darle importancia a lo que realmente queremos hacer nos lleva a acumular pequeños malestares que nos pueden afectar mucho en nuestra vida y en nuestra salud emocional. Porque es algo que ocurre todos los días, aunque no nos demos cuenta. Por ejemplo, cuando alguien en el trabajo te pide un favor -que le cubras o que asumas algunas tareas que no dependen de ti- y no puedes decirle que no. O con amigos o familiares cuando nos proponen un plan y realmente a veces no queremos porque estamos cansadas y acabamos haciendo algo que no tenemos ganas de hacer.

Llenarnos de cosas que no queremos hacer -o que no tenemos tiempo de hacer- nos genera agobio, estrés y ansiedad.

Y, por otro lado, daña nuestra autoestima porque pasar por alto nuestras preferencias son pequeños autosabotajes que nos hacemos a nosotros mismos. Es ausencia de autocuidado y eso tiene un efecto importante. Aceptar todo. Estar en todo. Decir que sí aunque no apetezca, aunque no convenga, aunque duela. Esa cadena de síes automáticos ha sido, en muchos casos, la antesala del agotamiento físico y emocional.

Por suerte, cada vez más mujeres están aprendiendo a decir no, aunque al principio pueda ser incómodo, claro. Remueve creencias profundas. Nos enfrenta con el miedo al rechazo o al juicio. Nos obliga a priorizarnos. Y eso no siempre gusta a los demás. Pero, como me dijo una vez una gran mujer: “cada no que das afuera es un sí que te das a ti misma”.

Un “no” puede marcar la diferencia entre una agenda equilibrada y una jornada interminable. Entre una colaboración alineada y una carga más. Entre el respeto y la saturación.

Decir “no” no es un acto de frialdad, sino una muestra de claridad. Significa poner límites, y eso es una forma legítima de proteger el tiempo, la energía y la salud mental. Es también una herramienta de liderazgo que ayuda a construir relaciones más saludables, tanto personales como laborales.

Decir “no” permite elegir. Y elegir es un derecho que durante años ha estado condicionado por el miedo: al juicio, al rechazo, al conflicto. Romper con ese miedo es un paso imprescindible hacia una vida con mayor autonomía y autenticidad.

En un mundo que premia la hiperproductividad, atreverse a decir “no” con firmeza y amabilidad puede ser uno de los gestos más revolucionarios de nuestro tiempo. Decir no también es una forma de amor hacia nuestras necesidades, nuestro tiempo y nuestro bienestar emocional, físico y mental.

No siempre es necesario explicar, justificar o disculparse. A veces basta con una frase firme, dicha con amor pero con claridad:

Gracias por pensar en mí, pero no puedo asumir eso ahora.
No me siento cómoda con este comentario.
No es una prioridad para mí en este momento.
No. Sólo no.

Ser una mujer que pone límites no te hace menos empática, ni menos amable, ni menos profesional. Te hace libre. Y ser libre, para muchas de nosotras, ha sido un proceso. Una conquista.

Así que si hoy estás dudando, si estás al borde de decir un sí por compromiso, por miedo, por costumbre… detente un segundo. Pregúntate si eso te suma o te resta. Y recuerda: decir no también es un acto de autocuidado. De coherencia. De amor propio.

Y eso, querida, también es liderazgo.

 

 

 
 

 

Enviadme un correo electrónico cuando las personas hayan dejado sus comentarios –

¡Tienes que ser miembro de Retos Femeninos para agregar comentarios!

Join Retos Femeninos