Una de las maneras de traer mayor alegría a tu vida es entender que todo lo que haces es un acto de servicio. El servicio surge cuando estamos plenamente presentes. El acto de estar plenamente presente es un servicio para nosotros y para cualquiera que lo presencie. Estar plenamente presente hace que el momento sea sagrado y en esto hay pura alegría.
Y a esa presencia, agrega compasión. Al hacer eso, nada cambia y todo cambia. Uno de los efectos de esto es reducir el estrés. Cuando estamos en nuestra mente y damos vueltas acerca de cuánto hay que hacer nos sentimos estresados y abrumados.
Así que desde ese lugar de presencia y compasión (compasión de sí mismo incluido) determina tus prioridades. Aquí hay algunas preguntas que puedes hacerte:
- ¿Qué me da la mayor alegría de hacer?
- ¿Qué es lo único que puedo hacer?
- ¿Qué se puede posponer con seguridad?
- ¿Qué está impulsando mi necesidad de hacer las cosas que realmente no necesitan ser hechas ahora?
Reflexiona gentilmente sobre tus respuestas a estas preguntas. Debes de saber que todo lo que elijas hacer en un día dado, te lo debes a ti mismo y a los demás para estar presentes. Al hacerlo, todos serán actos de servicio que, grandes o pequeños, son sagrados.
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