¿Alguna vez se han preguntado si tienen derecho a recuperar su vida? Me refiero a tratar de intentar que lo que nos queda por transitar en ese camino de la existencia, que es unidireccional, pueda llegar a ser diferente de lo que hemos vivido hasta el presente. Cada día que pasa es diferente al anterior porque suceden cosas diferentes en el día a día de la vida de cada ser humano, pero mas allá de esas situaciones distintas, que van apareciendo, por el solo hecho de vivir, nosotros tenemos que plantearnos si cabe la posibilidad de que hagamos una especie de transferencia e intentemos delinear un programa o un plan de vida que, por supuesto, va a tener como objetivo que estemos mejor, más contentos, que tengamos una mejor calidad de vida dentro de las dificultades y de las tensiones normales y habituales que vivimos cotidianamente aquí en el mundo occidental.
Y cuando uno piensa en estas cosas, se desata una verdadera guerra interior de un ser humano. ¿Por qué? Porque conviven dentro de nosotros partes conflictivas. Por un lado si, queremos, por otro lado evaluamos el precio que tenemos que pagar, la repercusión que determinadas decisiones pueden tener en el ámbito de la vida de otras personas.
Vivimos de conflicto en conflicto, porque no logramos resolver exactamente qué es lo que nosotros decidimos que queremos para nuestra vida y lo único que logramos es involucrarnos cada vez más en los conflictos que tenemos.
En algún momento y en algún lugar nosotros tenemos que encontrar ese punto de equilibrio que hace que estemos en armonía primero que nada con nosotros mismos y luego con el mundo que nos rodea. Y a veces, seguramente a ti te ha pasado como me ha pasado a mí, que parece que no hay escape de este conflicto interno tan grande que tiene el ser humano hasta que llega un momento en que vemos las cosas como son en realidad y allí nos damos cuenta que la libertad de la mente llega finalmente cuando ha alcanzado el nivel donde aquello que se interpone como un obstáculo, es vencido, o sea, nosotros logramos que esa lucha interna entre esos dos estados, el estado de bienestar y el de conflicto que tenemos internamente en nuestra mente sea superada.
La pregunta es: ¿cómo hacemos para superar esto? Y una de las propuestas es tratar de vivir en un constante estado de transferencia. Nosotros podemos visualizar como queremos estar y podemos trazar un camino para lograr esa paz interior en esta lucha donde estamos involucrados en ambas partes del conflicto. Porque ambas partes de ese conflicto, el querer seguir como estamos y el querer cambiar, residen en nuestro interior. No es que uno está afuera y el otro está adentro. No, los dos están adentro, y los dos pugnan por ganar esa batalla interior. Entonces, cuando sentimos el efecto de un ataque siempre buscamos defendernos, refugiarnos en algún rincón de nuestros pensamientos, pero sucede que muchas veces no encontramos ese rincón o ese refugio y la única forma de encontrar un sitio seguro es reconociendo que ese mundo de batallas y de guerras internas, permanentes, no tiene sentido y por lo tanto hay que deshacerse de ese estado negativo.
Cuando vemos que intentamos una y otra vez y fallamos para lograr esa paz interior, abandonar el campo de batalla parece ser la única alternativa. Y esta acción nos va a colocar a la puerta de algo que verdaderamente puede llegar a transformar nuestra vida que siempre ha estado por encima de cualquier batalla.
Muchos de los seres humanos mantenemos una serie de costumbres y actitudes que nos alejan permanentemente del bienestar y no es porque no podamos acceder al mismo, sino que es como que nos empecinamos en que nosotros no estamos destinados para poder disfrutar de ese bienestar. ¿Por qué? Porque priorizamos la batalla, priorizamos la guerra interna, priorizamos el descontento, sufrimos indefinidamente por lo que no tenemos y no nos damos cuenta de lo ricos que somos con aquello que hoy si poseemos.
Dr. Walter Dresel
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