Cuando la vida nos pone “pruebas”, para las cuales no tenemos respuestas, tenemos varias opciones:
- Lamentarnos y preguntarnos por qué a mí.
- Ignorarlas
- Reconocerlas, aprender y crecer.
Sí asumimos que en nuestra existencia habrá altas y bajas, que la mejor opción es aprender de lo que nos sucede; que transitar por estás bajas nos sirve para superarnos y templarnos, entonces realizamos que el cambio verdadero comienza después de un “mal momento”, que es la oportunidad que la vida nos da para reflexionar, replantearnos lo que es realmente es importante y sustancial
Se trata de descubrir lo que hay atrás del dolor, fracaso, pérdida, enfermedad, que nos volverá más sabios, más eficaces… los lamentos no cambian los eventos o circunstancias.
Cada que pasamos por una situación difícil, nos hacemos más fuertes, más seguros y confiados, sí accionamos desde el lado correcto.
Los obstáculos que nos atoran son las emociones que acompañan estos eventos, que generalmente son de miedo, enojo, fragilidad y vulnerabilidad.
Aprender a observar lo que sucedió, sin juicio, tratando de resolver lo que sí se puede hacer en el momento presente… poner la mente en una solución más eficaz, es lo que nos ayuda a pasarlo de mejor manera.
Confiar que atrás de todas las cosas que nos ocurren hay una bendición disfrazada… que nos dará la respuesta sí nos permitimos colaborar con lo inevitable, poniendo la mejor actitud ante lo que sea que nos está sucediendo, de esta manera se asentará la certeza que todo trabaja para nuestro bien, aunque a veces no lo entendamos así… la vida no es de error es de aprendizaje y evolución.
BRILLA SIEMPRE
MEG
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