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Sí soy bloguera, lo sé. Me gusta escribir y sin embargo tengo más de cuatro meses sin hacerlo. ¿Cómo escribir cada experiencia vivida no solo a nivel personal sino profesional con los cambios tan radicales que ha dado mi vida en los últimos 18 meses?

Antes de volver a tomar el teclado me pregunto cual es el sentido de mi escritura y siempre vuelvo a la misma respuesta. Mi camino por muchos años fue en solitario, buscando en los libros el motivo de mi vida, la razón de las vivencias. Y fue y sigue siendo en los escritos de otras y otros donde encuentro las respuestas. Como comunicadora sé de la gran responsabilidad de que otras lean y escuchen mis palabras. Me gusta ser subjetiva cosa que aprecio y admiro de muchas escritoras incluyendo a Allende que no tiene empacho en desnudarse el alma en cada una de sus novelas. De qué valen los escritos si no llevan las lagrimas, las sonrisas y la vida de quien los escribe? Me llegan a cansar los escritos huecos de gente que solo quiere mostrar su lado amable, como si fuéramos seres unilaterales, sin profundidad, sin sombra, sin ego. No me sirven, ¡no le sirven a nadie!

La vida esta llena de todo, incluyendo los sinsabores, que generalmente son mayoría cuando no hacemos el trabajo de auto-conocimiento, reflexión, de auto-respeto, de integridad. Queremos leer cosas que hablen de la vida, la vida con mayúsculas, con todo incluido. Recuerdo los libros Henri Nowen, un cura católico que me tocó el corazón con su subjetividad, que comparte abiertamente su mundo obscuro, sus desilusiones y desesperanzas.

Retomo y reescribo pero basada en esta premisa, no más palabras huecas sin corazón, no más superficialidad, de eso está lleno el mundo y como buena trasgresora me niego a ser una más de la manada.

En Suficiencia,

Aurora Medina