Todos sabemos que el cambio es algo permanente e inevitable. Se trata de una ley de la naturaleza. Tanto nosotros como todo lo que nos rodea, nos hallamos forzados a participar del dinamismo que comporta una vida de cambio continuo.
Pese a ello, muchas personas nos aferramos a la situación actual, nos resistimos a los cambios, y queremos que las cosas permanezcan como están. Inconscientemente hemos desarrollado algún tipo de miedo o inseguridad ante lo nuevo y desconocido, o bien el apego por lo que tenemos es tan grande que la simple idea de perderlo nos hace sufrir.
En cualquier caso, resistirse al cambio es una fuente de infelicidad, es una barrera que nos impide vivir en estado de flujo, que nos impide desarrollar nuestros talentos y todo nuestro potencial como seres únicos y maravillosos que somos.
Aceptar el cambio nos acercará a la felicidad, nos permitirá disfrutar del momento presente, nos permitirá tener objetivos y metas por los que luchar, nos permitirá aceptarnos a nosotros mismos y a los demás, ya que todos somos imperfectos y podemos mejorar.
El cambio debe suponer un aliciente, ya que nos da la posibilidad de llegar a ser alguien todavía mejor, de alcanzar el equilibrio y la coherencia.
Al igual que nosotros, el mundo también es imperfecto y supone una oportunidad para construir un mundo mejor para nuestros hijos. Como decía Mahatma Gandhi "se tú el cambio que deseas ver en el mundo", a lo que yo añado, "y disfruta mientras lo eres".
Entender de este modo la realidad, aceptando el cambio como algo intrínseco de la vida, depende exclusivamente de tener las creencias que nos lo permitan, y por suerte eso es bastante sencillo.
Disfruta siendo el cambio que deseas ver en el mundo.
Ricardo Eiriz
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