¿Sabías que la deficiencia del ácido fólico puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares como el infarto de miocardio?
El equipo médico de Melio ha elaborado una breve guía para analizar las causas y consecuencias del déficit de ácido fólico, o vitamina B9, y cómo repercute en la salud, aconsejando el uso de suplementos en caso de déficit.
La vitamina B9 es una vitamina esencial que el propio cuerpo humano no es capaz de sintetizar por sí mismo y, por ello, es necesario incluirla en la alimentación. El déficit de ácido fólico debe analizarse junto con la vitamina B12, ya que ambos tienen un metabolismo que está muy interrelacionado y producen, en ocasiones, alteraciones similares como la anemia.
El ácido fólico puede encontrarse de dos formas: como folato, presente en algunos alimentos y como ácido fólico, que es una variante del folato sintetizada y se encuentra en alimentos fortificados y suplementos dietéticos.
El folato es indispensable para la formación de coenzimas metabólicas, especialmente para las involucradas en la síntesis de los ácidos nucleicos.
Su deficiencia se asocia con malformaciones congénitas como los defectos de cierre del tubo neural y alteraciones en el feto, como déficit del lenguaje, riesgo de desarrollo de enfermedades como la diabetes, autismo o leucemia.
También puede provocar una elevación del marcador de la homocisteína, aumentando el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares como el infarto de miocardio.
Además, puede provocar otras alteraciones hematológicas con origen en la médula ósea y a largo plazo alteraciones de la mucosa de la cavidad oral, depresión, irritabilidad, insomnio, deterioro cognitivo, fatiga y psicosis.
En el caso de las embarazadas un déficit de ácido fólico puede provocar problemas durante la gestación como el desprendimiento de placenta o aborto espontáneo. Por ello, estos expertos recomiendan la suplementación antes de la concepción y durante los tres primeros meses de embarazo.
La escasez de esta vitamina supone un déficit nutricional con una prevalencia creciente en el mundo occidental que puede afectar hasta a un 20 por ciento de los adolescentes en Europa. Además, la población anciana presenta un alto riesgo de padecer esta deficiencia.
El tratamiento se basa en una suplementación oral (de 1 a 5 mg al día) para corregir la deficiencia rápidamente. Por otro lado, insisten en que un exceso de suplementación es tan perjudicial como el déficit ya que “puede incrementar el riesgo de algunos tipos de cáncer como el cáncer colorrectal”. Por este motivo, aconsejan realizar una suplementación específica solamente en las personas con riesgo de padecer este déficit y no de manera generalizada.
Publicado originalmente en mi página Salud y bienestar total.
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