Para algunas personas la vida transcurre apaciblemente y logran controlar sus emociones y sus funciones corporales con un gran poder de su mente.
La enorme mayoría vivimos sometidos al estrés de la vida cotidiana, que afecta indefectiblemente e inexorablemente nuestros cuerpos físico y emocional. En realidad no son los factores estresantes o los estresores el problema en sí mismo, sino cuál es la respuesta que cada uno de nosotros acuña, frente a las situaciones que nos tienen como protagonistas.
Nuestro cerebro, nuestro corazón y el resto de órganos y sistemas acompañan nuestro esfuerzo cotidiano y podríamos decir que somos buenos compañeros en esto de vivir al límite, creyendo que la complacencia de nuestro organismo será para siempre. Y aquí es dónde fallan nuestros cálculos.
Tienes que tener en cuenta que el silencio de tu cuerpo no es sinónimo de buena salud. Puede pasar mucho tiempo hasta que un día, abruptamente y sin previo aviso, traspasamos ese límite imaginario que existe entre la salud y la enfermedad. Límite que es una línea muy tenue y que en un elevado número de oportunidades ni siquiera nos damos cuenta que lo estamos atravesando.
Cada ser humano elige el camino que quiere transitar en su vida. Tú estarás pensando que en realidad no es tan así. Pero, si te pones a pensar en profundidad, llegarás a la conclusión que la enorme mayoría de las situaciones que tienes que vivir, se producen porque tú lo has permitido, y en el cuidado o no de tu cuerpo sucede exactamente lo mismo.
Todo lo nuevo funciona bien, y en términos generales podemos afirmar que se nos entrega un cuerpo casi perfecto, con el único defecto de que no tiene un manual de usuario.
Eso significa que cada uno, tú, yo, tu familia, tus amigos etc., tenemos la obligación de trazarnos un camino en la vida, no sólo con metas y objetivos ligados a un proyecto personal, sino que debemos también desarrollar una estrategia tendiente a cuidar el capital más importante que tiene un hombre o una mujer, que es su SALUD.
El estilo y la calidad de vida, se tornan aliados fundamentales en esta propuesta, sabiendo desde ya que las condiciones de trabajo y de supervivencia, muchas veces atentan contra estos dos factores de gran trascendencia cuándo pensamos en el futuro y en el otoño de nuestra vida.
No esperar a llegar a estar en el límite, es anticiparse a los hechos, sabiendo que si abusamos indiscriminadamente de nuestras capacidades, nuestro cuerpo nos trasmitirá su queja tarde o temprano.
Y, lo puede hacer de varias maneras bien diferentes. Puede enviar señales o avisos que te hagan reflexionar acerca de tu actitud frente a la vida, o puede de un momento a otro claudicar, sumiendo al propietario del mismo en una incapacidad o en la misma muerte.
Lo que sí comprobarás con enorme tristeza es que a pesar de que podemos estar enfermos y privados de nuestra libertad, porque estar enfermo e internado en un Hospital o en un Sanatorio es estar privado de la libertad, el mundo sigue andando y la vida sigue su curso para todo el resto de la Humanidad.
El que ha quedado por el camino has sido tú, el que sufre las consecuencias de una mala administración de la vida eres tú, y a su vez tu familia y tu entorno,
Por todo esto y por haber vivido duramente esta experiencia, es que te invito a alejarte del límite; algo así como alejarte del precipicio dónde puedes caer y no tener la posibilidad de levantarte.
Hay en la vida situaciones que pueden ser previstas, como por ejemplo las enfermedades derivadas del tabaquismo, del alcoholismo, o del consumo indiscriminado de diversas drogas. Pero a su vez, hay otros episodios que aparecen en forma intempestiva en la vida de un ser humano, como si un rayo cruzara raudamente un cielo sereno. Sobre las primeras podemos actuar ejerciendo lo que se denomina una prevención primaria, que no es otra cosa que adelantarse a los hechos.
En el segundo ejemplo no nos queda otro camino que actuar rápidamente para minimizar las consecuencias del evento, no importa en que parte del organismo éste se haya presentado.
Lo que quiero trasmitirte es la importancia del cuidado de tus emociones, sobretodo de las negativas, que cuándo desbordan tu capacidad de tolerancia, proyectan su acción destructiva sobre tu cuerpo físico, causando un sinnúmero de afecciones que perturban el normal desenvolvimiento de la vida cotidiana.
La vida se vive una sola vez. Aprende a disfrutar de la misma plenamente, sabiendo que el camino es unidireccional y que el tiempo transcurre mucho más rápido de lo que uno quisiera.
Aprender de los errores es crecer, es desarrollar una buena autoestima, que apoyada en sus dos pilares fundamentales, la confianza y el respeto por ti mismo, te ayudarán a elaborar tú propio manual de uso de la vida.
El combustible que utilizas para tu funcionamiento, también tiene una importancia fundamental a la hora de valorar la salud. No se trata de cercenar los derechos a disfrutar de un buen almuerzo o de una buena cena. Se trata de mantener el equilibrio, no permitiendo que ingresen a nuestro organismo, sustancias que a mediano o a largo plazo puedan causarnos un daño irreversible.
Como verás, vivir no es fácil, en ningún momento te lo dije, pero es posible hacerlo, estando lejos del límite, esa franja tan peligrosa que no debemos traspasar.
Quien escribe esta columna traspasó ese límite y pudo continuar el camino. Desde esa visión, la vida tomó un significado distinto. La dignificación de la misma por sobre todas las cosas me ha llevado a compartir contigo este contenido, con el único propósito de que reflexiones acerca del grado de satisfacción o de insatisfacción que tienes con lo que la vida hoy te devuelve.
No pierdas tiempo, mírate hoy en el espejo de tú alma, y siéntate a tomar un café contigo mismo, y analiza como estás viviendo.
Estoy seguro que no te arrepentirás.
Gracias por tu tiempo.
Dr. Walter Dresel
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