La actirz Glenn Close dijo las siguientes palabras al recoger su Globo de Oro por la película “ La buena esposa “, ya que pensó en su madre, que toda la vida dependió de su padre y estuvo a su sombra, y a los 80 años le dijo que pensaba que no había logrado nada en su vida. Nada.
Ahora estoy pensando en mi madre. Ella se dedicó y se sacrificó toda su vida por mi padre, y recuerdo lo que me dijo cuando tenía ya 80 años: ‘Siento que no he logrado nada en mi vida’. Pienso que sentir esto, llegado ese momento y esa edad, no está bien. Siento que lo que he aprendido a través de toda mi experiencia y con la de mi madre es que las mujeres somos nutridoras. Eso es lo que se espera de nosotros. Tenemos a nuestros hijos, tenemos a nuestros esposos, a nuestras parejas… Y todo ello está bien, nos hace feliz, pero hay que encontrar algo más, y ese algo más es la satisfacción personal. Así que recordad, tenemos que seguir nuestros sueños. Tenemos que decir: ‘puedo hacer eso, se me debe permitir hacerlo y voy a hacerlo’.
El discurso de Glenn Close nos presenta más puntos de reflexión. A menudo, se nos olvida que las madres son algo más que un término; su condición de mujer, de persona que ansía cumplir sus propios sueños sigue ahí. Latente pero silenciada. Después de criar hijos. Después de ceder un trozo inmenso de su existencia. Después de cuidar a los demás. Las madres tienen derecho, como cualquiera, a seguir avanzando más allá de la propia familia.
Las madres necesitan espacio y tiempo para realizarse lejos de la familia también, y para ello necesitan que sus parejas estén implicadas al 50% en la educación, crianza y trabajos del hogar y que respeten y apoyen sus decisiones , para que no lleguen al final de sus vidas sintiendo que no hay ningún logro en ellas, cuando han dado tanto.
Nada puede ser tan triste como llegar a un momento de nuestra existencia y sentir que no hemos alcanzado nada. Es obligación de cada una luchar por los propios sueños y hacerlos realidad.
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