Muchas veces me han preguntado, qué es el AMOR. O sea, cómo se visualiza, cómo se determina, cómo se percibe. Y uno puede intentar aplicarle una cantidad de definiciones que en general nunca terminan de conformarnos. Por qué? Porque el amor es algo intangible y por lo tanto es un sentimiento que sólo podemos traducir en una necesidad mágica de compartir todas nuestras vivencias con ese ser con el cual hemos establecido una conexión que va mucho más allá de la razón.
Una conexión que convierte situaciones, como un amanecer, como una puesta de sol, el diseño de un futuro en común o compartir un concierto donde los instrumentos parece que pueden cantarle a la armonía en una fantasía que vale la pena ser vivida.
O sea, todo se transforma en la vida del ser humano, bajo el influjo del amor.
Ese maravilloso vuelo que dos personas inician y que están unidas por una fuerza indestructible, opera como una de las motivaciones más importantes del género humano en la búsqueda de su propia continuidad, uniendo a las parejas y fundiéndolas en un único sentimiento y también en una única pasión.
Pero uno se pregunta: ¿esto es real? Porque, a la luz de lo que vemos todos los días, las situaciones no son así. Y esa pasión, y esa atracción, y esa necesidad que se genera en un comienzo, rápidamente se desdibujan y aparecen los conflictos, y aparecen los resentimientos, y aparecen las discusiones, y aparece la violencia psicológica, y aparece la manipulación, hasta que finalmente esa pareja se aleja uno de otro.
Sin embargo, tanto uno como otro, vuelven a apostar al amor. Porque el AMOR es una experiencia muy difícil de contar o trasmitir, es un despertar emocional y espiritual que nos conduce a esa armonía con esa persona que hemos elegido, y a través de esa vivencia, también nos permite estar en equilibrio con el resto de las personas. Y esto es muy importante. O sea, una persona que afectivamente está equilibrada, también mejora enormemente su autoestima, mejora la comunicación y mejora la interrelación que tiene con sus semejantes.
Y parecería que el amor no ve más allá del sentimiento. Y es así. El amor no tiene razón, tiene sentimiento. Estar enamorado es algo diferente. Porque para estar enamorado de otra persona se necesita conocerla en profundidad, se necesitan compartir muchas cosas, se necesita evaluar las coincidencias y las disidencias, para ver si es verdaderamente el hombre o la mujer que yo quiero que me acompañe para el resto de la vida.
Y hay algo que también es cierto y es que en la vida no hay garantías. Y a veces tenemos la máxima certeza en un comienzo de que la persona que está a nuestro lado, que hemos elegido, es aquella que nosotros verdaderamente queremos para nuestra vida pero sus actitudes o su comportamiento, lentamente nos va destruyendo ese sentimiento de amor, esa confianza y esa admiración, que son pilares fundamentales para que una relación amorosa se pueda desarrollar.
Pero hay otro punto que es fundamental y que está íntimamente vinculado con la autoestima del hombre o de la mujer. ¿Qué es en definitiva esa autoestima? Es la suma de dos pilares fundamentales que son la confianza y el respeto por uno mismo.
Y suele suceder, que como ninguna persona es completa en todos los aspectos de su comportamiento en la vida cotidiana, en un número elevado de casos, la pareja se conforma a punto de partida de esos lados débiles que todos tenemos, en la creencia de que ahora sí porque tengo un compañero o porque tengo una compañera voy a resolver mis conflictos y voy a enderezar mi camino en la vida. Y esto no es así. Cada ser humano debe resolver primero sus propias dificultades para luego entregar lo mejor de sí mismo. Nadie puede dar aquello que no tiene. Por lo tanto si yo tengo dudas en distintos aspectos de mi comportamiento o de mi vida, es muy difícil que pueda mantener una relación productiva, una relación que crezca, una relación que le brinde a la otra persona la certeza, la seguridad, el respaldo, la contención que todo ser humano necesita para poder crecer y desarrollarse en la vida.
No se trata de unirse para complementarse en lo que nos falta sino de unirse a punto de partida de los aspectos más sanos de nuestra personalidad.
Los verdaderos elementos claves para un enamoramiento son la ADMIRACIÓN y la VISUALIZACIÓN de un futuro construido en conjunto, dónde ambos componentes de la pareja transitan por la vida con algunos proyectos que son propios, porque son dos personas diferentes, y otros proyectos que son compartidos, pero manteniendo cada uno su propia identidad y no fusionándose o uno cediendo todos los espacios y el otro manipulando y tomando esos espacios, porque en definitiva el mantenimiento de la propia identidad ha sido el aspecto clave a través del cual han podido llegar a enamorarse.
Si hablar de AMOR es hablar de COMPARTIR, de hacer el esfuerzo por CONOCER al otro, el primer paso para combatir los desencuentros será CONOCERME A MÍ MISMO.
Dr. Walter Dresel
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