Pasar a la acción es lo más difícil, porque suele suceder que los vaivenes de la vida a veces nos hacen perder el rumbo y nos hacen olvidar el derecho que tenemos a vivir de acuerdo a nuestras propias expectativas y a nuestros principios y el derecho que tenemos de alcanzar nuestro bienestar mediante decisiones que tienen que partir de un plan cuidadosamente elaborado por nuestra mente y que va a estar integrado con nuestras ideas y con nuestros pensamientos. Esto quiere decir que el plan de acción tiene nombre y apellido. Es personal y es intransferible.
Mi plan de acción se ajusta a mi realidad, a mi vida, a mis expectativas y al grado de confianza que tengo en aquellas cosas que puedo lograr. Se podrán interponer mil y un obstáculos, pero no me van a hacer desviar de mi destino final, una vez que he decidido y definido que es lo que quiero para mi vida. Y es también nuestro derecho y nuestro deber el poder construir y encontrar el camino que nos permita acceder a ese destino. Y si no lo puedes hacer solo entonces pide ayuda pero nunca abandones ese deseo permanente de crecer y desarrollarte. ¿Te das cuenta de la profundidad del planteamiento que te estoy haciendo? Quiero decirte que elaborar un plan de acción va mucho más allá de escribir en forma ordenada lo que pensamos y lo que sentimos. Es adoptar una actitud protagónica frente a nuestra propia vida, que es lo mismo que afirmar que estamos dispuestos a hacernos responsables de nuestro presente, pero también de nuestro futuro y también de nuestro pasado. Porque podemos sufrir por nuestro pasado, podemos tener heridas abiertas en el alma por nuestro pasado, pero es nuestro. No se lo podemos regalar a nadie. Y nosotros tenemos que asumir de ese pasado, los posibles errores que pudimos haber cometido. Pero no solamente errores, porque también hay éxitos y también hemos triunfado. Pero suele suceder que le damos una mayor dimensión a los aspectos negativos de nuestra vida. Y por eso andamos siempre con esa cara de ansiedad y de angustia que no nos permite disfrutar plenamente de lo que la vida hoy nos puede ofrecer. Ese plan va a reflejar la intención, la decisión y la acción que tú llevarás a cabo para tu vida de aquí en adelante.
Todos tenemos prioridades y esas prioridades van a ocupar un lugar de jerarquía en el diseño de esto que estamos haciendo, qué va primero y qué va después, qué puede esperar y qué no puede esperar va a surgir espontáneamente de esa conversación con nuestro amigo interno.
Si tú reflexionas por un instante, estoy seguro que vas a compartir conmigo el pensamiento que todos estos pasos nos van a llevar a encontrarnos con lo mejor de nuestra persona. No sólo porque ahora vamos a estar en condiciones de abordar nuestras reales necesidades sino que lo estamos haciendo con el total convencimiento de que merecemos encontrar respuestas a nuestras inquietudes para poder también encontrar una mejor manera de vivir. Y cuando tú tienes un plan de acción, le das sentido a tu vida. De manera que a partir de ese plan comenzarás a trabajar dinámicamente en la búsqueda de aquellas metas y objetivos que forman una parte inseparable de este procedimiento y por sobre todas las cosas vas a ajustar tu estrategia para poder obtener los mejores resultados.
Una planificación estratégica no puede tener solamente una parte descriptiva de lo que queremos sino que tiene que ser el reflejo genuino de aquello que estamos pensando hoy acerca de nuestra vida. Y no te preocupes si alguna lágrima se te escapa cuando piensas sobre cómo es tu vida hoy. Lo más importante que tú tienes hoy en tus manos es que puedes intentar cambiarla y eso va a depender de los pasos que tú des para quedarte en el mismo lugar en el que estás hasta el día de hoy o para iniciar un período de transición que te lleve finalmente a encontrarte con aquello que tú sientes que necesitas para poder estar bien. Entonces más allá de lo que tú hayas podido vivir en el pasado o lo que te pueda llegar a corresponder vivir en el futuro, los pensamientos que no se constituyen en acciones específicas, quedan allí en el ámbito de nuestra mente sin llegar nunca a transformarse en una realidad tangible.
En la vida no basta con tener buenas intenciones. No es suficiente con desear algo y pensar cómo lo vamos a conseguir si no somos capaces luego de ingresar en la etapa más compleja, pero la única que nos acerca a lo que verdaderamente queremos para nuestra vida que es actuar. La vida es acción, el mundo es acción, es movimiento.
Tener el coraje de pasar a la acción está íntimamente ligado al desarrollo de una buena autoestima que exprese con claridad la confianza que tenemos en lograr nuestros propósitos.
La gran parte de las principales frustraciones que tiene el ser humano a lo largo de la existencia, se deben justamente a esa incapacidad de pasar a la acción.
Lo más importante de la vida es actuar. Si por nosotros mismos, o porque hemos pedido ayuda y nos han hecho ver que nuestra dificultad en pasar a la acción está en un problema de autoestima, tenemos que admitir sin demora, que se hace imprescindible revisar ese concepto que nos merece nuestra propia persona y la imagen que tú tienes ante tus propios ojos.
Te dejo pensando, ¿verdad? Tienes material para dialogar contigo mismo. Lo que te pido es que lo hagas ordenadamente, que no te precipites, que no todo está mal en tu vida, que seguramente hay algunas cosas que tú quieres cambiar, pero tienes que afianzarte y apoyarte en aquellas cosas que sí han sido positivas y que te han permitido esbozar una sonrisa cada vez que has sido exitoso en tus proyectos.
Dr. Walter Dresel
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