Es un recuerdo muy vívido. Yo tenía 4 años y estaba encerrada en el cuarto donde dormíamos toda la familia, llorando, con un paño frío en la cabeza y las cobijas tapándome, totalmente a oscuras, con un dolor insoportable en la cabeza. La primer migraña que tuve en mi vida, de las muchas que me acompañarían después. El primer síntoma que hizo que mis padres me llevaran al oculista, que derivó en los primeros lentes que usé en mi vida.
Esta etapa que empezó hace tantos años, está concluyendo ahora.
Si me sigues en Facebook y en Instagram, sabes que hace dos semanas me hice la cirugía refractaria de ojos. Esto, que si bien es un procedimiento de rutina, fue para mi un proceso muy profundo. Uso lentes desde los 4 años, así que ellos eran una gran parte de mi identidad. Además, cuando uno desarrolla una enfermedad desde tan pequeño (bueno y también de grandes jaja) siempre hay cosas emocionales fuertes detrás.
Quiero saber ¿cómo han sido estos días para ti? Para mí muy intensos. Tal vez tú también estés pasando por algo intenso y transformador en estos días. Si es así, el artículo de hoy es para ti.
Voy poco a poco reponiéndome, apenas puedo estar un par de horas al día en la computadora, pero quería aprovechar ese tiempo el día de hoy para escribirte y contarte todo lo que ha pasado y lo que aprendí en estos días.
En este artículo te escribo cosas muy íntimas que espero te ayuden en tu proceso, así que te invito a que lo leas hasta el final. Porque en estos tiempos, creo que todos estamos procesando algo fuerte. Al menos en mi entorno, no conozco a nadie que no esté pasando por situaciones intensas que lo obligan a re-verse a si mismo y al mundo con nuevos ojos. En mi caso es literal ja y espero que mis reflexiones te ayuden al proceso de transformación que estés viviendo ahora tu, sea en el área que sea.
Estas dos semanas, no sólo han sido un reto porque no podía ver bien, ni andar en la calle, muy poca tolerancia a la luz y mucho menos podía trabajar (ya sabes que soy media workholic ja), han sido también tiempos de enfrentar muchas emociones que había allí escondidas detrás de mis ojos, y que por años no había querido ver.
Así que volviendo 35 años atrás, luego de esa crisis tan fuerte, me diagnosticaron hipermetropía y astigmatismo. La hipermetropía es una condición con muchas características, una de ellas, la distorsión de las distancias. Esto quiere decir, en mi experiencia, que ves las cosas más pequeñas de lo que son en realidad, o sea, más lejos de lo que están en realidad. Y esto quiere decir, según la terapia reichiana, que quieres tener lejos a los miembros de tu entorno más cercano porque no te sientes seguro.
Esa emoción, puedo reconocer que fue cierta para mí. Así que el operarme los ojos, no sólo implicaba un cambio en mi autoimagen, porque no es fácil concebirte sin algo que te ha acompañado casi toda la vida, sino, que es enfrentar la causa real, la invisible, de un problema mecánico.
Como dice Bert Hellinger, creador de las constelaciones familiares, uno enferma primero a nivel del alma, luego de la psique, luego de las emociones, y al final, del cuerpo. Y el proceso de sanación es exactamente el mismo: uno sana primero el alma, luego la psique, las emociones y finalmente el cuerpo.
Hace más o menos 10 años que estoy jugando con la idea de operarme, y nunca me decidía. El año pasado lo iba a hacer, y por distintas circunstancias, no lo hice. No estaba lista para hacer el último paso, la corrección mecánica, porque aún estaba trabajando en la causa más profunda. Y sí, me tomó más o menos 10 años, encontrar ese lugar interno en el cual soltar muchas cosas, y estar lista para dejar que los demás se acerquen a mí de una nueva manera, más íntima, más real, sin miedos. Hace unas tres semanas, luego de varios acontecimientos importantísimos para mí, como graduar a la primera generación de terapeutas en LK Movimiento Inteligente, me levanté un día y dije: me opero. Llamé a mi médico y le dije:
– Estoy lista, me opero
– Cuándo te quieres operar?
– La semana que viene.
Y así fue, sin drama, sin duda.
Al día siguiente de la operación, tuve esta conversación con mi médico en el control:
– Sácate las gafas de sol. Estás espléndida! Porqué no estás horrible?
– Porque era el momento de operarme.
Aparentemente tenía que estar horrible ja! Quienes se hacen este procedimiento, llamado PRK, tienen muchísimo dolor, moretones en los ojos y muchas otras secuelas. El médico estaba aterrado con mi estado, la amiga que estaba conmigo me susurró: “Movimiento Inteligente se nota”
Se nota, porque cuando practicas LK Movimiento Inteligente, te conoces a ti mism@. Y cuando te conoces a ti mism@, sabes cuando es el momento de actuar en el mundo y porqué lo haces, y esa acción resulta eficiente y poderosa. Además, todo tu ser se alinea con tus decisiones, con tu comportamiento, y te adaptas más fácil. Tu capacidad de recuperarte se acrecenta, y te ajustas con poder a las nuevas situaciones.
Las clases de LK Movimiento Inteligente son una cosa loca. Al moverte inteligentemente, con atención, amor y respeto hacia ti mismo, abres la puerta a la conciencia. Y ésta llega a ti, como un baño de agua, a veces calmo y suave, a veces tormentoso, mostrándote exactamente lo que hay en ti.
Cada vez creo más que mi trabajo es ayudar a la gente a ver lo que hay. Porque si no reconoces lo que hay, en mi caso ese miedo infantil, no puedes seguir adelante. No puedes transformarte sin ver lo que hay sin máscaras.
Unos días antes de operarme, me desperté en la noche, sumamente asustada. Con el corazón acelerado, sudando frío, un miedo irracional. Yo sabía que ese era el último eslabón para la sanación. De hecho lo estaba esperando. Sabía que me hacia falta una conversación final con mi miedo. Así que me levanté de la cama y fui a mi espacio de meditación y práctica de LK Movimiento Inteligente. Y allí me senté conmigo misma, a hacer lo que le digo a mis alumnos que hagan: aceptar exactamente lo que hay, sintiendo lo que sentía. Sintiendo cómo ese miedo se expresaba en cada parte de mi cuerpo. Abriendo espacio para él. Mucho años lo tuve en un rincón, y desde ese rincón se hizo síntoma, ahora era el momento de ponerlo enfrente de mí. Después de sentirlo plenamente le pregunté: ¿cuántos años tienes? Y, oh sorpresa, me dijo 4 años. Tantos años sin querer verlo, y él ahí, esperando, mordiendo silencioso otras áreas de mi vida. Y lo vi. Y entonces la operación fue un éxito. Y entonces pude empezar a verme diferente a mí misma y al mundo.
Ahora empieza un nuevo reto. Un reto asociado a los tiempos que vivimos, a la conciencia que está ahora disponible para todos. Un desafío que viene en la forma de esa intensidad que muchos estamos sintiendo. Aprender a ver con nuevos ojos, en este período de transición que es largo y molesto.
Así ha estado mi intensidad en estos días, y aquí los 4 pasos que te recomiendo para lidiar con la tuya:
1. Reconoce lo que es
La verdad es que nos decimos muchas mentiras. Disfrazamos lo que nos pasa, porque no queremos verlo. En el momento en que vemos lo que hay sin disfraces, nos liberamos, y el proceso de transformación se da de manera natural. Para poder salir de algo, del miedo o lo que sea que tú estés lidiando, hay que hundirse en ello. Tenemos que disponernos a ver, y a estar con lo que hay. Con la práctica de LK Movimiento Inteligente, practicas no sólo moverte mejor en tu cuerpo, sino una actitud para contigo mismo. Una actitud de respeto, amor y aceptación. Y sí, una actitud relajada. Puedes empezar a practicar con este video:
Aquí puedes ver el video: El secreto para una relajación profunda
2. No pelees con lo que es
Una vez que uno reconoce lo que es, tenemos que dejar de pelear. Antes de operarme me dijeron que la recuperación iba a ser de una semana. Luego de operarme, en realidad, es un mes. Estas últimas semanas he estado sin poder salir de la casa, con sensibilidad a la luz, y sin poder trabajar. Todo dentro de lo normal y esperable. La primer semana estuvo ok, porque ya estaba mentalizada, pero luego me empecé a desesperar. Hasta que recordé lo que siempre le digo a mis alumnos: no pelees con lo que hay. Si no se puede, no se puede. Tu cuerpo sabe más. Ya trabajarás/saldrás/pasearás luego. Me va mejor cuando aplico lo que enseñó ja. Así, este articulo, que iba a salir la semana pasada, recién sale hoy, y está perfecto. El mundo siguió rodando. Así que no pelees con lo que hay, porque eso es pelear contigo mismo. Trátate con más cariñito.
3. El que se adapta sobrevive
Los tiempos intensos son tiempos de cambios. Estos cambios, para muchos, pueden ser radicales. Cuando hay un cambio siempre hay un período de transición, de pasar de lo viejo a lo nuevo. Ese período generalmente es de confusión y miedo. Cuánto mejor navegues ese período, más fácil y rápido vas a ser capaz de adaptarte y que se instale el nuevo hábito, la nueva mirada. Una de las características de los tiempos de transición es que nos sacan del momento presente. La cabeza se va a lo que será o a lo que ya no es. Sentir tu cuerpo es la mayor herramienta para volver al presente y asentarte en ti mismo. En este video viejito viejito te cuento cómo
4. Disfruta
Aunque te de miedo, aunque no sepas lo que va a pasar, aunque esté pasando lo inesperado, proponte disfrutar. Lo más sencillo, lo más simple, lo más cotidiano. El correr del agua sobre tu cuerpo en la ducha, el café de la mañana, esa conversación con amigos. Para no dejarte arrastrar por la ansiedad que la intensidad puede acarrear, disfruta lo que tienes en este momento. Ánclate en el disfrute. Levanta la vista de la computadora. ¿Qué tienes enfrente que te guste, que puedas disfrutar?
Dejo por acá porque ya mi tiempo en la pantalla por hoy terminó ja. Así que ahora te toca a ti, cuéntame aquí abajo en los comentarios en qué andas tú, y cómo estás lidiando con ello.
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