Un propósito personal en un año que comienza, puede definirse como una intención valiosa y profunda, que nace del corazón, para dar sentido a la vida y establecer una ruta de acción frente a un nuevo ciclo.
Cada fin de año, es tradición hacer un listado de propósitos que apuntan a mejorar la salud, generar más ingresos, atender nuestra imagen, contribuir para hacer más cercanas nuestras relaciones interpersonales, entre muchas otras cosas. El antropólogo y profesor de la Universidad de Colgate en Nueva York, Anthony Aveni, establece que la escritura de propósitos es una respuesta humana natural al deseo de dar dirección a la vida para el año que comienza.
Hacer propósitos de año nuevo tiene sus inicios en Babilonia, aproximadamente en el año 1894, a.C., solo que se hacían en marzo, por la llegada de la primavera y el tiempo de siembra, en el festival de Akitu, que duraba 12 días, evento de gran importancia en el desarrollo de teorías religiosas, de mitos y rituales; así que los propósitos, eran juramentos cívicos y religiosos ante el gobernante en turno, por ejemplo, el pago de deudas.
Los romanos también adoptaron la costumbre de establecer propósitos, y los fieles, rendían honores a Jano, el “dios de los inicios y los finales”, y era habitual estrenar una prenda de vestir por el año que comenzaba.
Esta tradición ha viajado por el tiempo en diversas civilizaciones, hasta llegar a nuestros días. Los propósitos, unidos al año que comienza, marcan la pauta para la reflexión y el nacimiento de nuevas oportunidades.
¿Cuáles de tus propósitos crees que se cumplirán? Esto dependerá de dos elementos esenciales: la factibilidad del propósito y la fuerza en la toma de decisiones.
En cuanto a la factibilidad, piensa en cuántos y cuáles elementos necesitan estar a tu favor para cumplir tu propósito. Imagina que quieres estudiar en el extranjero, por lo que tendrás que preguntarte si sabes exactamente en qué país, en qué ciudad y en qué escuela; también deberás cuestionarte si ya tienes el dinero necesario, si has resuelto dónde vivirás en aquel lugar, si hablas el idioma, si tienes la preparación requerida para aprobar un examen de admisión, en caso de que debas aplicar para ello.
La decisión es la fuerza de voluntad que te llevará a lograr lo que te has propuesto, por ello, el motivo debe ser tan sólido para que te impulse, no sólo a despegar, sino a mantener el vuelo. En el ejemplo anterior, te sugiero agregar las preguntas: ¿desde cuándo tienes el interés de estudiar fuera del país?, ¿qué tan significativo es eso para ti?, ¿qué piensas hacer con esa formación académica?, ¿qué oportunidades laborales crees que se abrirán, toda vez que concluyas?, ¿estás dispuesto o dispuesta a alejarte de tu familia, de tus amistades, del lugar donde has habitado por muchos años, durante un periodo prolongado?, ¿crees que podrás adaptarte a nuevas costumbres, horarios e idiosincrasias?...porque el propósito no se limita a dar el primer paso, sino a sostenerlo en el tiempo.
Analiza si fijar propósitos obedece exclusivamente a la idea de evitar la incertidumbre, o si realmente representan un compromiso en tu vida. Seguramente habrá obstáculos externos e internos para su logro, y es por eso, que lo mejor que puedes hacer al redactar los propósitos de año nuevo, es centrarte en lo siguiente:
- De todo lo que te gustaría ser o tener, elige aquello que constituya una prioridad en tu vida.
- Mientras menos propósitos sean, más sencillo será dar seguimiento y llegar al cumplimiento.
- Elige los que representen menos recursos o, menos dificultad para obtenerlos.
- Selecciona los propósitos que dependan exclusivamente de ti.
- Analiza, de antemano, cómo afrontarás los posibles obstáculos que se presenten.
- Para reforzar visualmente lo que deseas, arma un “vision board” con recortes de imágenes inspiradoras, tal como deseas contemplarte en el futuro, colocados estratégicamente en un soporte de cartón, madera o corcho, que puedas ver diariamente al levantarte para no olvidar lo que te propusiste al inicio del año.
Muchas suerte!
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