Así como tomar un café con un amigo, suele ser un acto fácil de realizar y, agradable, no resulta tan sencillo sentarse a tomar un café con uno mismo, para preguntarse y responderse algunas interrogantes fundamentales, que hacen a nuestro presente y nuestro futuro.
De la misma manera, y en forma análoga, hay personas que tienen una gran facilidad para hacerse de amigos. Son esas personas que están bien con todo el mundo, que no tienen problemas, que no le buscan los lados oscuros a cada individuo; pero, esas mismas personas que tienen tantos amigos, les cuesta enormemente ser amigos de sí mismos.
Entonces, ¿qué entendemos por ser amigo de uno mismo?
A medida que uno va, necesariamente, realizando los balances de la vida, intentamos descifrar la imagen que nos refleja el espejo del alma. Nos miramos en ese espejo del alma, hacemos nuestros balances, y tratamos de interpretar la imagen que nos refleja. Pero también vamos evaluando el grado de conocimiento, o de desconocimiento, que tenemos de nuestra propia persona. Si, no, no te sorprendas porque podemos transcurrir varias décadas de nuestra existencia, cumpliendo con todos los roles y las obligaciones que nos hemos impuesto, sin llegar realmente, a conocernos en profundidad, a lo que queremos, a lo que necesitamos, a lo que deseamos y mucho menos todavía, a elaborar un plan de acción, un proyecto personal, que nos aproxime a eso que necesitamos y que para cada ser humano tiene un sello personal, tiene un distintivo que nos diferencia del resto.
Esto quiere decir que los criterios con que nosotros juzgamos nuestro desempeño en la vida, muchas veces denotan un cierto estado de disconformidad con nuestra actitud frente a los hechos que nos han tenido como protagonistas, y como consecuencia de ello, con las decisiones que pudimos haber tomado al respecto. Y eso va generando un verdadero enfrentamiento entre la persona que somos verdaderamente, y el resultado de la aplicación de nuestras creencias y de nuestros modelos de comportamiento.
Y esa disociación entre ese ser que entendemos que transita por la vida con nuestra aprobación y ese otro ser que es el que brinda la imagen hacia el exterior, puede conducirnos a un estado de guerra interna, totalmente negativo, para nuestro crecimiento y desarrollo personal.
Y sentir o descubrir que nuestros enemigos residen cómodamente en lo más profundo de nuestro ser, nos va alejando cada vez más de nosotros mismos, y nos genera un estado de desasosiego y de ansiedad, que nos impide, no solamente pensar, sino también actuar coherentemente, respetando nuestros pensamientos y nuestros sentimientos. Nos vamos, de esa manera, apartando progresivamente de esa amistad sincera y genuina que deberíamos profesar hacia nuestra propia persona, que es no solo la expresión legítima de un respeto hacia cómo somos y yo diría, es el primer paso de esa expresión legítima del respeto por como somos; si nos reconocemos con fortalezas y debilidades, con aciertos y con errores, recién estaremos en condiciones de poder corregir esos fallos. Pero si vamos por la vida, con los ojos absolutamente cerrados y ni siquiera somos capaces de respetar cómo somos, jamás podremos cambiar absolutamente nada.
Ahora, esa amistad sincera y genuina, es también una necesidad traducida en una búsqueda constante por encontrar el equilibrio emocional, y una paz interior, que nos permita ser creativos y apuntar hacia la excelencia como meta a alcanzar en nuestro estilo de vida. Y ser amigo de uno mismo, no quiere decir que seamos complacientes, en cuanto a aceptar que nuestros errores deben ser siempre admitidos sin cuestionamientos, sino que tenemos que ser justos, a la hora del análisis de nuestros comportamientos, utilizando una sana autocrítica, que nos permita corregir aquello en que nos hemos equivocado, por supuesto, pero también que nos habilite a gratificarnos razonablemente por las cosas que hemos hecho bien y que merecen nuestro reconocimiento.
Escuchamos con mucha frecuencia: “yo no me gusto, “ o “ no me gusta como soy “ y a ver, yo creo que todos a lo largo de ese tránsito por la vida, tenemos éxitos y tenemos fracasos, tenemos aciertos y cometemos errores, pero eso no invalida nuestra calidad de buenas personas, sino que simplemente el que hace algo en la vida tiene obviamente, potencialmente, la posibilidad de poder equivocarse. Y… esto de gratificarse por aquellas cosas que hemos hecho bien, es uno de los principios básicos que tenemos que tener en cuenta para poder consolidar esa amistad con nuestra propia persona. Los fracasos, las frustraciones que vienen como consecuencia de los fracasos, que vivimos tan negativamente, nos alejan de esa amistad, porque nos sentimos menos que los demás, o sea, tenemos un sentimiento de minusvalía, o creemos erróneamente que sólo a los otros les va bien en la vida y que nosotros no merecemos acceder a ese bienestar, o que ese bienestar no está diseñado para ser aplicado a nuestra vida o a nuestra propia persona.
Claro que cometemos errores que nos conducen a tener pensamientos negativos respecto a nuestras posibilidades de alcanzar nuestras metas en la existencia. No es que no tengamos ideas, no es que no tengamos proyectos, sino que lo que nos sucede es que cuando queremos pasar a la acción, equivocamos el camino porque utilizamos modelos o paradigmas que no se ajustan a la realidad que estamos viviendo. La pregunta es: ¿intentamos acercarnos y fomentar esa amistad con nuestra persona, o queremos llegar a ser los enemigos más importantes de nuestra vida? Esa es una pregunta que yo te transfiero para que tú te la hagas y tú misma te la respondas. ¿Hasta cuándo vas a seguir en ese estado de confrontación, ni más ni menos que con tu propia persona, cuando debiera ser absolutamente al revés?
Nosotros deberíamos ser las primeras personas en mimarnos y esto no es ni egocentrismo, ni egoísmo, ni superioridad, es simplemente la protección y es simplemente esa necesidad que cada ser humano tiene de tener, primero que nada, el afecto de sí mismo, y por supuesto mucho mejor si logra el afecto de los demás.
Dr. Walter Dresel
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