Siempre que leía acerca del éxito o veía entrevistas a personajes exitosos, me encontraba con artistas o con empresarios. Las historias de los empresarios son similares en muchos aspectos: iniciaron con una idea o producto que podía funcionar, apostaron todos sus ahorros a esa idea, abrieron un pequeño negocio, que, a pesar de los obstáculos, fue creciendo poco a poco y llegó a ser un enorme corporativo, de esos que producen millones de dólares al año.
A partir de esto me preguntaba si algún día sería exitosa porque no me gustan las ventas, ni vengo de familia de empresarios o comerciantes, por lo tanto, jamás sería empresaria; era entonces la crónica de un fracaso anunciado. ¿Es tu caso?, ¿no te visualizas como empresaria?, entonces, ¿no tienes posibilidad de ganar grandes cantidades de dinero? Y por lo tanto, ¿nunca serás exitosa?
En lo absoluto es así. Primero hay que revisar nuestros paradigmas; en mi caso: no me gusta vender. La vida me enseñó que todos vendemos y a toda hora lo hacemos: persuasión es venta. Convencer a la familia sobre el lugar donde debemos pasar nuestras próximas vacaciones, los argumentos para que un reclutador te contrate, el discurso que preparas para que tu novio acepte ver la película que quieres… todo el tiempo vendemos.
En cuanto al segundo paradigma: nunca seré empresaria. El hecho de trabajar por tu cuenta te convierte en empresaria aunque no tengas una nave industrial, ni mil quinientos empleados. Si das cursos o terapia, si vendes ropa o fabricas adornos navideños, si eres representante independiente de alguna comercializadora de calzado, de perfumes o de productos para el hogar, ¡eres una gran empresaria!
Ahora analicemos con cuidado la idea del éxito: tener una gran fortuna, por supuesto que te hace exitosa en el ámbito económico, pero el éxito tiene muchas vertientes: hay gente exitosa en el deporte, en el manejo de la tecnología, en la literatura, en la política… es decir que no debemos vincular la idea de éxito, sólo a la posesión de una gran fortuna. Nuestro ser está conformado por varias dimensiones: la personal, la emocional, la intelectual, la social y la espiritual, por lo tanto, existen infinidad de posibilidades de ser exitosa: una mujer que se siente realizada como madre, es exitosa; otra que ha viajado al lugar de sus sueños, es exitosa; otra más que vive tranquila con su pareja, también lo es; otra que disfruta cocinando, es muy exitosa; y la que corre un maratón, la que anda un domingo paseando en su bicicleta… y podría seguir mencionando múltiples situaciones en las que se puede ser exitosa, porque el éxito tiene más que ver con lo que se disfruta día con día, con lo que se hace con pasión y convicción, con lo que aporta a tu vida tranquilidad y paz interior.
Hoy entiendo que lo peor que podemos hacer es compararnos con otros o entender el éxito de manera reduccionista. El éxito está en cada uno de nosotros, porque es una actitud y el resultado de nuestras decisiones cotidianas. Que te has equivocado al decidir…no te preocupes, siempre es tiempo de rectificar y dirigir tu barco hacia el puerto que más te guste; ahí estará esperando el éxito por ti.
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