Tenemos una necesidad primaria de pertenencia y una necesidad biológica de supervivencia, no podríamos sobrevivir aislados, en solitario. Por tanto, esta necesidad hace que tomamos asuntos que nuestros antepasado no pudieron resolver o concluir en su vida y los incorporamos a nuestro destino, haciéndonos cargo de situaciones que no nos pertenecen.
Es el caso, por ejemplo, de un hombre que es feliz, tiene todo lo que desea y necesita en su vida (un trabajo que le gusta, salud, una pareja a la que ama y lo ama profundamente, unos hijos maravillosos, no tiene deudas económicas…) y, sin embargo, expresa un sentimiento de “no ser merecedor de esa felicidad”. En lugar de alegrarse por este bienestar que disfruta, se implica emocionalmente con personas que sufren.
En consulta vemos que siente una necesidad inconsciente de ser infeliz, de sufrir, como sufrió su madre y su abuela materna, que nunca fueron felices. Existe una lealtad ciega hacia la madre y hacia la abuela materna; por amor inconsciente hacia ellas, este cliente siente que no tiene derecho a disfrutar de todo lo bueno que le trae la vida, como si disfrutando y sintiendo felicidad las estuviera “traicionando” y perdiera el derecho de pertenecer al clan, hay un sentimiento de deslealtad muy profundo, a nivel inconsciente.
Estas lealtades ciegas, invisibles, se reflejan en todos los aspectos de nuestra vida (enfermedades, accidentes, autoestima, trabajo, relaciones interpersonales, si tenemos hijos o no, cómo nos relacionamos con el dinero, etc).
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