Me pasó en alguna época, que encontrándome en un dilema existencial en el que de verdad no sabía qué hacer, cómo reaccionar ante las circunstancias aterradoras en las que estaba viviendo, caí en una depresión y en un vacío del alma, de los cuales pensé no salir jamás. No tenía la energía para ver claramente el panorama que tenía enfrente, no tenía la esperanza de fortalecerme para tomar decisiones, las que fueran, con tal de no seguir viviendo en la sequía total del espíritu que me agrietaba hasta las entrañas.
Llegó providencialmente a mis manos un pequeño libro con el título El hombre en busca de sentido del Dr. Viktor Frankl, en el cual el autor cuenta cómo salvó su vida, a pesar de haber vivido en tres de los más crueles campos de concentración Nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Su sobrevivencia tuvo que ver con encontrar aún en esos terribles lugares un motivo para vivir. Al principio su deseo fue tratar de aliviar el dolor de los enfermos cautivos, en su mayoría judíos como él, haciendo lo que fuera con sus conocimientos de medicina y alentándolos a elegir una actitud positiva a pesar de las pérdidas y el dolor. Después, el sentido que lo mantuvo vivo, fue imaginarse la vida futura con su amada esposa de quien el régimen de Hitler había separado, y el tercer motivo estaba relacionado justamente con un manuscrito que quería realizar sobre cómo el ser humano le puede encontrar sentido a la vida aún en las circunstancias más adversas.
Leí el texto de Frankl en un par de días. Me dio la clave para reencontrarme, descubrir significados existenciales y finalmente poder salir adelante. Llegué a la conclusión que para llenar mi vida de sentidos, lo primero que hay que hacer es preguntarme, ¿para qué estoy viviendo esta situación?, ¿hay algo que deba aprender en estas circunstancias?, ¿de alguna forma puedo capitalizar lo vivido para bien?, ¿es posible que haya algo bueno en todo esto?, ¿será posible que pueda hacer algo con lo que está pasando?
Para encontrarle significado a la vida es necesario repensar hacia dónde estamos proyectando nuestro quehacer humano, qué queremos, cómo lo vamos a lograr y con quién. No hay que olvidar que los seres pensantes y conscientes, como nosotras las mujeres, somos libres para elegir el talante con él cuál nos queremos poner frente a la vida a pesar de las situaciones difíciles. A veces tenemos que darnos cuenta de por qué nos anclamos a experiencias del pasado que nos impiden estar satisfechas con lo que tenemos en el presente. El hecho de tener un sentido de vida promueve el anhelo en de ir hacia adelante y trabajar en nosotras mismas, en nuestras metas, en nuestros buenos hábitos y en las actitudes que hay cambiar.
En muchas ocasiones hace falta detectar, revisar y cambiar lo que no está funcionando en la vida personal, la familia, el ámbito profesional y la pareja. No olvidemos esta invitación a reencontrarnos con nosotras mismas y con nuestros talentos para enfrentar la vida mejor preparadas, con un propósito, con la frente el alto y el rechazo contundente a cualquier signo de violencia.
Algunos de los elementos indispensables para una vida plena son la conquista de: libertad, unicidad, conciencia, responsabilidad, auto-trascendencia, fe y amor.
Todo esto puede ser el resultado de reconocernos, utilizar el pasado para crecer, vivir intensamente y proyectar la vida realizando tareas que promuevan la conversión de nuestra existencia en una misión realmente significativa y que a la vez nos permita decir adiós para siempre a la soledad acompañada y al vacío existencial.
“Sí a la vida… con dignidad, con libertad interior, y … a pesar de todo”.
(Comunicadora de radio y televisión, coach de vida, logoterapeuta, autora de los libros “Mujer, tu vida tiene sentido”, “Mamá sola, ¡eres increíble!”, “Mujeres al mando”, “Educar en la era digital”, y otros títulos)
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