Por, Dr. C.J. Correa Bernier
Las relaciones maternofilial fusionadas (también conocidas como relaciones emocionalmente incestuosas), ocurren cuando un niño o niña asume un rol adulto en la relación con uno de sus padres (o cuidadores). Usualmente, esto ocurre cuando uno de los progenitores está física y/o emocionalmente ausente, lo que promueve que uno de los miembros de la pareja utilice a su retoño como una muleta emocional que sustituye a la persona ausente. También puede ocurrir cuando uno de los padres sufre de una condición de salud crónica, grave o incapacitante, lo que imposibilita que él o ella pueda cuidar de sí mismo sin la ayuda de otra persona. En ambos casos, el niño o niña termina haciéndose cargo de las necesidades emocionales del adulto. Aunque este tipo de patrón relacional puede ocurrir en ambos sexos, es más común observar relaciones sustituyentes entre los hombres y sus madres. Yo, me refiero a este tipo de fenómeno como “relaciones maternofiliales fusionadas”.
En estas relaciones, la fusión es creada por la ausencia física o emocional de un padre que también ha demostrado estar desinteresado y desconectado de las dinámicas emocionales en su familia. La ausencia emocional del progenitor se une a las necesidades relacionales de la madre, quien parece estar estancada en un estado emocional subdesarrollado. Para el hijo, esto significa verse forzado a crecer siendo parte de una ecuación filioparental desequilibrada y en medio de un proceso de desarrollo que será marcado por las confusiones y las inhabilidades psicosociales.
Gran parte de las ideas que utilizamos en el sostenimiento de nuestras conexiones románticas, independientemente de que estas sean heterosexuales u homosexuales, provienen del tipo de relación que mantuvimos con nuestros progenitores. Por lo tanto, los hombres que crecen siendo parte de una relación de alto voltaje emocional con sus madres, llevan con ellos el peso de las consecuencias a largo plazo que fueron creadas por una relación maternofilial fusionada. Los problemas que confrontan en sus relaciones románticas tenderán a estar asociados a dificultades con el control, el apego elusivo, incapacidad hacia el compromiso y en ocasiones, la adicción al sexo.
¿Cómo ocurre la fusionalidad?
En una relación maternofilial funcional, el niño es valorado y reconocido como el individuo que es. Esto, permitirá que la progenitora le ofrezca a su hijo el espacio necesario para que pueda desarrollar un sentido saludable de sí mismo junto a una identidad personal bien definida. También permitirá que el niño establezca los límites necesarios, los que su madre celebrará con regocijo mientras se encarga de establecer sus propios límites, sin nunca dejar de alentar y educar adecuadamente a su pequeño. Una madre saludable es cuidadosa al enseñarle a su prole acerca de la importancia de mantener un balance adecuado entre lo que significa ser una persona independiente y autosuficiente y un individuo interdependiente, capaz de ser parte integral del grupo familiar.
En los casos en los que la madre es una persona emocionalmente necesitada, la progenitora será incapaz de establecer y mantener límites saludables y consistentes, lo que llevará a su hijo a crecer asumiendo un rol emocional inadecuado. En lugar de promover la independencia emocional de su hijo, la madre necesitada tenderá a utilizar a su pequeño como el instrumento a través del cual siente satisfacer sus necesidades emocionales. Al no contar con la madurez o habilidades necesarias, el niño concluirá que su propósito en la vida es asegurar el bienestar y felicidad de su progenitora.
Las madres que se caracterizan por ser mujeres emocionalmente necesitadas tienden a invadir con regularidad el espacio físico y emocional de sus hijos, lo que ellas mismas definen y promueven como una parte esencial de sus responsabilidades maternales.
Aunque no todas las madres fusionadas actúan de la misma manera, todas parecen preferir un modelo de crianza “asfixiante”. La sobreprotección e interés excesivo en las actividades personales y sociales de sus hijos, parecen ser dos denominadores comunes entre las madres fusionadas. Estas progenitoras, no le brindan suficiente libertad a sus hijos como para que ellos puedan involucrarse en el tipo de actividades que, usualmente, son consideradas como normales para un niño en desarrollo. Los altos niveles de hipervigilancia, lleva a estas mujeres a estar exageradamente preocupadas por las posibles lesiones o peligros a los que sus hijos están “innecesariamente” expuestos. Estas madres son el tipo de progenitoras que pretenden controlar la totalidad de la vida de sus pequeños, evitando que sus hijos aprendan a tomar sus propias decisiones o a juzgar las situaciones que irán enfrentando a lo largo de sus vidas. El objetivo principal para estas mujeres, es lograr que sus retoños lleguen a ser el tipo de personas que ellas anhelan que ellos sean, sin nunca detenerse a tomar en consideración los talentos, gustos, intereses o dones que distinguen a sus hijos. El que sus madres estén dispuestas a hacerlo todo por ellos, inclusive durante la adolescencia y adultez temprana, condenará a estos hombres a ser individuos con conocimientos relacionales limitados, y a no tener idea alguna acerca de cómo se supone ellos puedan cuidar de sí mismos. En su esmero, estas madres intentan ser la mejor amiga de sus hijos, o por lo menos, la mejor alternativa para cuando ellos necesiten algún tipo de ayuda o compañía.
Ejemplo cotidiano
La fusión emocional entre una madre y su hijo sucede a través de los años y de manera paulatina. Cuando una madre decide no enviar a su hijo a la escuela por necesidad de su compañía, ella, sin darse cuenta, está promoviendo la fusión emocional con su pequeño. Al permanecer en casa con su madre, el niño tendrá que involucrarse en las actividades que su progenitora haya planeado para el día. Irse de compras con ella, almorzar con su mamá y escucharla hablar de su vida personal, incluyendo descripciones acerca de como su madre se está sintiendo en la relación con su pareja, son solo algunas de las maneras como el sistema emocional del niño se va sobrecargando. El pequeño, no podrá evitar interpretar las conversaciones que escuchó por parte de su madre como llamados de ayuda, comenzando así el ritmo de una fusionalidad cotidiana.
En otras ocasiones, la madre podría llevarse a su hijo al cine, no para que el pequeño se divierta viendo una película infantil sino para que le acompañe mientras ella disfruta una película de temática adulta. En la mayor parte de estos casos, el padre no acompaña a la señora pues dice estar muy ocupado, trabajando, involucrado en otras actividades o ausente. Como estas señoras tienden a ser mujeres de pocas amigas, ellas terminan identificando a sus hijos, inconscientemente, como el suplente ideal de su marido, pareja o amistades no existentes. Como persona, el niño satisface las necesidades y expectativas de ambos rubros: las de la intimidad emocional que el marido o pareja ausente no está disponible para ofrecer, y la de compenetración social, que la señora no puede accesar por no tener amistades cercanas. En su inmadurez emocional y necesidad simbiótica, el niño sentirá disfrutar de la compañía de su madre y de no estar en la escuela, sintiéndose [sin poder explicarlo o entenderlo], como el héroe de su mamá, algo que muchos otros niños no tienen a su disposición.
Aunque los hijos de las madres fusionadas suelen sentirse raros cuando están bajo la tutela exclusiva de sus madres, ellos no logran entender el origen de su malestar. Lo que sí perciben, sin saber como explicarlo, es que sus madres insisten en estar cerca de ellos, completamente dedicadas a la elaboración de comentarios que se mueven desde los asuntos relacionados a la escuela, aprovechamiento académico, amistades o actividades de sus tesoros, y hasta comentarios acerca de los cuerpos o genitales de sus hijos. Muchas de estas progenitoras, se toman libertades inapropiadas, como la de entrar al baño mientras sus hijos se están dando una ducha. Como siempre, justifican con excusas triviales la intromisión que hacen en el tiempo y espacio privado de sus hijos. Como resultado, estos hombres tienden a crecer sin haber disfrutado los beneficios de una vida privada. Aun cuando están tras las puertas cerradas de sus recamaras, muchas madres fusionadas insisten en saber qué es lo que sus hijos están haciendo y con quién.
Como ya hemos mencionado, es muy común que estas progenitoras tiendan a compartir con sus hijos información relacionada a los problemas que pudieran estar enfrentando. Muchas de estas mujeres, no se limitan a hablar de los problemas que están teniendo con sus esposos o parejas, sino también acerca de los problemas que están enfrentando con otras personas. Ellas, también suelen hablar con sus hijos acerca de sus problemas laborales, de sus dificultades financieras, o acerca de las tensiones que están confrontando con otros miembros de la familia. En otras ocasiones, le confiesan a sus hijos como se sienten en relación a sí mismas como mujeres y personas. Otras, evitan las conversaciones de índole personal para dedicarse a la adulación continua de sus hijos, incluyendo, demostraciones exageradas de afecto en lugares públicos. Para estas señoras, sus hijos merecen estar en un pedestal, razón por la cual no pueden evitar ver a sus pequeños como los amuletos de compañía que necesitan para poder seguir viviendo.
Dos de las emociones más comunes entre los hijos de madres fusionadas son la culpa y la vergüenza tóxica. Ellos, están convencidos de ser la única fuente de felicidad con la que sus madres cuentan, lo que ocasiona que estos hombres vivan en un constante estado de terror. El temor más apremiante para ellos, es la posibilidad de decepcionar a sus madres. Entre las consecuencias que surgen de este estado emocional, está incluido que ellos se sientan crónicamente estancados en medio de un lugar desde donde nunca podrán decirle “no” a sus progenitoras. Este tipo de “parálisis” emocional, hará que los hijos fusionados se vean a sí mismos como personas defectuosas, pues por más que lo intentan, no logran entender las razones por las cuales no pueden superar las dificultades que comúnmente confrontan al intentar establecer límites saludables en sus relaciones o familias, o cuando están tratando de tomar alguna decisión importante en su vida personal.
Consecuencias adultas
Cuando un hombre que creció siendo parte de una relación fusionada con su madre logra, finalmente, establecer el tipo de relación amorosa que creyó estar buscando, lo primero que intentará hacer es salir de ella. Esto se debe a que, a la medida que él percibe estar avanzando en dirección de una intimidad emocional concreta, él también comenzará a sentirse sofocando por el peso de las exigencias de entrega y compromiso para las que siente no estar aún “preparado”.
En su inconsciente, estos hombres tienden a ser atraídos por mujeres que presentan perfiles relacionales similares a los de sus madres. Como adultos, no disfrutarán de los beneficios de una madurez integral, sino que tenderán a permanecer en un estado emocional subdesarrollado. Ellos, no podrán evitar sentirse atrapados o asfixiados al ser parte de una relación física o emocionalmente íntima.
A continuación, sugiero algunos de los síntomas más comunes en los hombres que han crecido siendo parte de una relación fusionada con sus madres:
- Incapacidad de identificar, expresar o satisfacer sus propias necesidades emocionales, especialmente cuando son parte de una relación significativa.
- Culpa y vergüenza tóxica siempre que intenta establecer relaciones emocionalmente comprometidas.
- Incapacidad al momento de tener que tomar decisiones propias.
- Sentimientos de presión y carga intensa por las necesidades expresadas por sus parejas.
- Miedo al compromiso.
- Dificultades en las funciones e identidad sexual.
- Pasividad-agresividad.
- Ambivalencias relacionales: se mueve rápidamente del amor al odio, de la atracción al desprecio.
- Incapacidad al querer intentar establecer límites saludables y consistentes.
- Atracción hacia parejas codependientes.
Adicción a lo relacionalmente trivial
Los hombres que crecen siendo parte de una relación fusionada con sus madres gravitan hacia acuerdos sexuales usualmente definidos, por lo menos en sus mentes, por la trivialidad, la desconexión y la falta de compromiso. De ser posible, ellos preferirán no enterarse del nombre de sus parejas, pues así mantienen el tipo de desconexión emocional que los caracteriza. Cuanto más anónimo puedan ser, y cuanto menos logren saber de la persona con la que están involucrados, mejor. Al percibir las demandas de compromiso por parte de la otra persona, estos hombres no pueden evitar sentirse abrumados. En ocasiones, preferirán romper la fluidez del acuerdo sexual establecido, pues solo así pueden evitar sentirse emocionalmente sobrecargados. No es que no quieran disfrutar de sus relaciones, es que sienten no poder hacerlo. En las relaciones románticas, estos hombres suelen terminar sintiéndose como solían sentirse cuando confrontaban dificultades en la relación con sus progenitoras.
Son las características emocionales de estos hombres, las que causan el cierre emocional que provoca el establecimiento de un apego romántico que se caracteriza por ser uno elusivo. Los hombres que viven con las consecuencias traumáticas de una relación maternofilial fusionada, tienden a gravitar hacia mujeres que les ofrecen el espejismo de poder resolver con ellas lo que fueron incapaces de resolver con sus madres. El ritmo relacional de estos hombres es uno predecible. Las secuencias emocionales que definen su cortejo llevarán a las relaciones en las que se involucren de un apego elusivo, a un apego ansioso, solo para regresar a las secuencias del apego elusivo. El regreso a lo elusivo es debido a los aspectos sexuales que definen la relación erótica entre él y su pareja. Sin embargo, las ambivalencias y distanciamientos emocionales tan característicos de estos hombres, terminarán amplificando sus tendencias controladoras, las que ellos mismos demostrarán a través de una híper-necesidad por sus parejas. El hijo fusionado, continuará utilizando las reservas emocionales de su inconsciente mientras se mantiene enfrascado en la búsqueda por la compañera “ideal”. De esta manera, seguirá comprometido con la creación de relaciones que se asemejen a la relación que mantuvo con su madre desde que era muy pequeño.
Recuperación
La recuperación de estos hombres se inicia en el momento que ellos se comprometen con la idea de comenzar a establecer límites que sean saludables y consistentes en sus vidas y relaciones. Su compulsión más común seguirá siendo la misma: ofrecer explicaciones excesivas para justificar la razón por la cual él no podrá hacer lo que alguien le pidió que hiciera. Con el establecimiento de límites saludables y consistentes, él entenderá como algo totalmente innecesario dar explicaciones que justifiquen la negatividad de una respuesta.
Si soliera hablar con su madre diariamente y estuviera interesado en disminuir la frecuencia de las llamadas, él podría comentarle a su madre que “aunque le gustaría hablar con ella todos los días, necesita tiempo para concentrarse en su trabajo u otros asuntos”, para después sugerirle que “podrían hablar una o dos veces por semana”. Esta estrategia es mucho más útil y efectiva que intentar ignorar la importancia de las llamadas por parte de su progenitora. Ignorar a su madre solo producirá más sentimientos de culpa y vergüenza, lo que a su vez perpetuará la fusión emocional entre él y su progenitora.
Los servicios terapéuticos, especialmente los de terapia familiar y de pareja, podrían facilitar una mejor comprensión del historial personal del hombre fusionado, y por ende, ayudarle resolver los asuntos inconclusos con su madre y familia de origen. De igual manera, el trabajo sistémico podría ayudar a estos hombres a modificar sus perspectivas relacionales, y a reestructurar la manera como ellos ven la fluidez y secuencias de sus relaciones. Son estos tipos de cambios los que les ayudarán a ganar confianza, mientras continúan tomando sus propias decisiones y visualizando su libertad personal al momento de tener que decidir si desean ser parte de una relación o no.
Muchas madres fusionadas tienden a promover la dependencia económica en sus hijos como también, la permanencia de estos en las casas donde los criaron y crecieron. La culpa y la manipulación tienden a ser las herramientas emocionales más utilizadas por estas progenitoras. De estar interesados en su emancipación y salud personal, será recomendable que los hijos fusionados, que todavía viven con su madre, tomen seriamente en consideración independizarse de ellas, aceptando que no es su responsabilidad hacerse cargo de los sentimientos de sus progenitoras. Aunque es posible contribuir al bienestar de otros, nadie debería pretender ser la fuente exclusiva de felicidad para otras personas.
Si comenzara a sentirse atrapado o asfixiado en una relación romántica, será importante que el hombre fusionado explore cómo él se está relacionando con los residuos sentimentales de su niñez. ¿Qué eventos de su infancia parecen ser los que están detonando estos sentimientos? Será importante que el hombre fusionado se dé permiso de sentir lo que en realidad está sintiendo mientras evita automedicarse, o tratar de proyectar sus sentimientos hacia otras personas, muy especialmente, sobre su pareja. Será igualmente importante hacer un inventario y notar que las dificultades relacionales con su pareja, posiblemente, no sean el resultado de las deficiencias que él o su pareja traen consigo, sino que todo en él está interconectado con los asuntos no resueltos de la relación maternofilial fusionada de la cual él es parte.
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