Nuestros estilos de apego se desarrollaron desde la época prehistórica debido a que el sentirnos cuidados y protegidos nos ayudó a la sobrevivencia de la especie. El prestigiado psicólogo John Bolwby desarrolló la teoría del apego en relación a los niños con sus cuidadores, la cual, profundizó Mary Ainsworth y en donde se describen 4 estilos de apego: seguro, ansioso, evitativo y desorganizado. Lo interesante es que la manera como aprendimos a vincularnos en la infancia la replicaremos en nuestras relaciones de pareja y en general en otras relaciones, porque es como aprendimos a confiar en nosotros mismos y en los demás.
1. Seguro: este es el ideal. El aprendizaje aquí fue, “puedo confiar en mí y puedo confiar en los demás”. Son personas que recibieron el cuidado y seguridad necesarios como para repetir esto en sus relaciones adultas. Saben expresar sus expectativas y responder a las necesidades de su pareja de forma eficiente, sin tener que recurrir a conductas de protesta. Les resulta fácil mostrarse cálidos y afectuosos con su pareja. Disfrutan con la intimidad y la conexión. Las personas de estilo seguro tardan mucho tiempo en volver a estar disponibles después de una ruptura o cuando muere su pareja porque se permiten hacer el duelo.
2. Ansioso: el aprendizaje aquí fue, “puedo confiar en los demás, no puedo confiar en mí”. Son los que tienen tendencia a la dependencia afectiva y se da más en mujeres. Se vuelven hipervigilantes en sus relaciones, haciendo lo posible por permanecer cerca de sus parejas sentimentales y presentando un terror patológico a la ruptura y al abandono, lo cual los lleva a un gran deterioro físico y emocional. Suelen estar muy atentos a los pequeños cambios de humor y de conducta de su pareja y, aunque son empáticos, se toman las cosas de manera personal. Pueden llegar a transgredir sus límites, dignidad y valores con tal de permanecer en una relación.
3. Evasivo: el aprendizaje aquí fue, “puedo confiar solamente en mí, no puedo confiar en los demás”. Normalmente crecieron en entorno peligroso o donde hubo mucha indiferencia. No confian en los demás y les cuesta trabajo intimar; les importa mucho conservar la independencia y ser autosuficientes, tanto que a menudo prefieren la autonomía a la intimidad. Aunque desean vincularse a los demás, se sienten incómodos ante un exceso de proximidad y tiendes a guardar las distancias con su pareja. No dedican mucho tiempo a preocuparse por sus relaciones sentimentales ni a lamentarse ante un rechazo. Les cuesta abrirse a los demás y las personas que están a su aleredor a menudo se quejan de que ponen distancia emocional. En las relaciones, tienden a ponerse a la defensiva al menor signo de control o invasión de tu territorio. Es característico en su grado extremo en los narcisistas. Los evasivos están solteros con más frecuencia y durante períodos de tiempo más largos que el resto. No se emparejan entre ellos; es más probable que salgan con personas de otros estilos de apego.
4. Desorganizado: el aprendizaje aquí es, “no puedo confiar en mí y no puedo confiar en los demás”. Se da en personas que crecieron en entornos muy caóticos, normalmente donde hubo abuso de sustancias, sexual o físico, lo cual provoca que en sus relaciones en ocasiones puedan volverse evasivos o ansiosos dependiendo de la persona con la que se encuentren y repitiendo estos patrones caóticos con sus parejas.
¿Qué necesitamos observar cuando buscamos una pareja?
Primero darnos cuenta cuál es nuestro estilo de apego, para estar atento a nuestras reacciones, sanarnos y no caer en patrones destructivos. Asimismo, es importante observar estos puntos en relación a la pareja:
1. Averigua si la pareja en cuestión busca intimidad y compromiso.
2. Juzga hasta qué punto le preocupa la relación y en qué medida teme el rechazo.
3. No te bases en un único «síntoma»; busca varias señales.
4. Evalúa sus reacciones ante la comunicación eficiente.
5. Atiende y analiza lo que no dice o no hace.
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