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Esperemos que su promesa de #LlegamosTodas sea una realidad.

28 mujeres son presidentas a nivel internacional hasta este 2024; México será el país 28 en sumar a una mujer a la lista con Claudia Sheinbaum.                                                              

Si una mujer llega a la presidencia en México, sería después de más de 200 años de vida independiente. Desde la independencia en 1821, México ha tenido exclusivamente presidentes hombres. La llegada de una mujer a la presidencia marcará un cambio histórico en el país, rompiendo una larga tradición de liderazgo masculino a nivel nacional.

El hecho de que una mujer se convierta en presidenta de México por primera vez, representa un hito histórico en la lucha por la igualdad de género y la inclusión en la política. Simboliza el avance en el reconocimiento del liderazgo femenino en un país donde, durante mucho tiempo, los altos cargos de poder han estado ocupados mayoritariamente por hombres. Este logro envía un poderoso mensaje de que las mujeres pueden ocupar los más altos puestos de toma de decisiones y abre puertas para futuras generaciones, inspirando a más mujeres a participar activamente en la vida política y social del país.

También refleja un cambio en la percepción social y política sobre el papel de la mujer, destacando la importancia de políticas de inclusión y la evolución de la democracia en México.

Esperamos un enfoque renovado y sensible a las problemáticas que afectan a las mujeres en México, así como la implementación de políticas que promuevan la equidad de género. Su liderazgo podría traer un cambio en áreas clave como:

1. Violencia de género: Es probable que una presidenta impulse estrategias más contundentes para combatir el feminicidio, la violencia doméstica y la violencia sexual, con un enfoque en la prevención, protección de víctimas y castigo efectivo a los agresores.

2. Brecha salarial y oportunidades laborales: Se esperaría un mayor impulso a políticas que promuevan la igualdad de oportunidades laborales y la reducción de la brecha salarial entre hombres y mujeres, mejorando las condiciones para que las mujeres accedan a puestos de liderazgo y a una remuneración justa.

3. Acceso a la salud y derechos reproductivos: Una presidenta podría priorizar la mejora en el acceso a servicios de salud, en particular los relacionados con la salud reproductiva, asegurando que las mujeres puedan decidir sobre su cuerpo y contar con una atención adecuada y accesible.

4. Empoderamiento y representación política: Esperamos promueva la participación activa de las mujeres en todos los niveles de gobierno, impulsando reformas que garanticen su representación efectiva en el poder y en la toma de decisiones.

5. Políticas sociales para mujeres: Se esperaría un refuerzo en programas sociales que beneficien a mujeres en situación de vulnerabilidad, incluyendo aquellas en pobreza extrema, madres solteras y mujeres indígenas.

6. Promover una política de cuidados en México: Es fundamental porque la responsabilidad de cuidar a niños, personas mayores, enfermas o dependientes recae desproporcionadamente en las mujeres, lo que tiene profundas implicaciones sociales, económicas y de género. En resumen, una política de cuidados en México es crucial para avanzar hacia una sociedad más equitativa y justa, donde tanto hombres como mujeres compartan las responsabilidades familiares y el trabajo de cuidados sea reconocido, apoyado y valorado:

  • Desigualdad de género: Las mujeres dedican muchas más horas al trabajo no remunerado de cuidados que los hombres, lo que limita sus oportunidades laborales, educativas y de desarrollo personal. Una política de cuidados ayudaría a redistribuir esta carga y fomentar una mayor equidad entre hombres y mujeres.
  • Falta de reconocimiento y apoyo: El trabajo de cuidados, aunque esencial para el funcionamiento de la sociedad, suele ser invisible y no remunerado. Una política formal podría reconocer este trabajo y ofrecer apoyo financiero, infraestructura y servicios a las personas cuidadoras.
  • Impacto económico: Debido a sus responsabilidades de cuidado, muchas mujeres no pueden acceder a empleos formales o se ven forzadas a aceptar trabajos de baja remuneración o en condiciones precarias. Una política de cuidados permitiría que más mujeres participen en el mercado laboral en igualdad de condiciones, lo que tendría un impacto positivo en la economía del país.
  • Equilibrio entre trabajo y vida: Una política de cuidados podría incluir medidas como licencias de maternidad y paternidad adecuadas, servicios de guarderías accesibles y horarios laborales flexibles, lo que beneficiaría a las familias al permitir un equilibrio más saludable entre el trabajo y la vida personal.
  • Calidad en la atención: Las políticas de cuidados podrían mejorar la calidad de la atención a los sectores vulnerables (niños, ancianos, enfermos), ya que proporcionarían recursos y formación adecuada para quienes brindan estos cuidados, profesionalizando este trabajo cuando sea necesario.
  •  Inclusión social: Las mujeres en situación de pobreza, especialmente en áreas rurales o marginadas, son quienes más sufren por la falta de apoyos en el cuidado de sus familias. Una política de cuidados inclusiva podría reducir estas brechas, brindando servicios esenciales a las mujeres más vulnerables.

El impacto de una presidenta mujer dependerá de su capacidad para impulsar reformas estructurales, cambiar paradigmas sociales y sumar a otros actores políticos a esta causa.

Algunas de las primeras mujeres en llegar a la presidencia fueron:

- Isabel Perón (Argentina, 1974-1976), la primera mujer en el mundo en ser presidenta.
- Vigdís Finnbogadóttir (Islandia, 1980-1996), la primera mujer en ser elegida como presidenta mediante elecciones democráticas.

A lo largo de las décadas, cada vez más países han elegido o designado a mujeres en posiciones de liderazgo nacional, aunque siguen siendo una minoría en comparación con los hombres. El progreso ha sido más notable en América Latina, Europa y Asia, mientras que en otras regiones, como Oriente Medio y África del Norte, los avances han sido más lentos.

Estas líderes han jugado roles clave en momentos de crisis, reforma o transformación política en sus respectivos países.

América Latina
1. Isabel Perón (Argentina, 1974-1976) – Primera presidenta en el mundo.
2. Cristina Fernández de Kirchner (Argentina, 2007-2015) – Segunda presidenta de Argentina.
3. Dilma Rousseff (Brasil, 2011-2016) – Primera mujer presidenta de Brasil.
4. Michelle Bachelet (Chile, 2006-2010, 2014-2018) – Primera presidenta de Chile.
5. Laura Chinchilla (Costa Rica, 2010-2014) – Primera presidenta de Costa Rica.
6. Violeta Chamorro (Nicaragua, 1990-1997) – Primera presidenta de Nicaragua.
7. Jeanine Áñez (Bolivia, 2019-2020) – Presidenta interina de Bolivia.

Europa
1. Vigdís Finnbogadótti (Islandia, 1980-1996) – Primera presidenta elegida democráticamente.
2. Tarja Halonen (Finlandia, 2000-2012) – Primera presidenta de Finlandia.
3. Mary McAleese (Irlanda, 1997-2011) – Segunda mujer presidenta de Irlanda.
4. Kolinda Grabar-Kitarovi (Croacia, 2015-2020) – Primera presidenta de Croacia.
5. Zuzana Čaputová (Eslovaquia, 2019-presente) – Primera presidenta de Eslovaquia.

Asia
1. Corazón Aquino (Filipinas, 1986-1992) – Primera mujer presidenta en Asia.
2. Megawati Sukarnoputri (Indonesia, 2001-2004) – Primera mujer presidenta de Indonesia.
3. Pratibha Patil (India, 2007-2012) – Primera mujer presidenta de India.
4. Isai Ing-wen (Taiwán, 2016-presente) – Primera mujer presidenta de Taiwán.

África
1. Ellen Johnson Sirleaf (Liberia, 2006-2018) – Primera mujer presidenta en África.
2. Joyce Banda (Malawi, 2012-2014) – Primera presidenta de Malawi.
3. Sahle-Work Zewde (Etiopía, 2018-presente) – Primera presidenta de Etiopía.

Oceanía
1. Dame Jenny Shipley (Nueva Zelanda, 1997-1999) – Primera mujer primera ministra de Nueva Zelanda.
2. Dame Patsy Reddy (Nueva Zelanda, 2016-2021) – Gobernadora general, jefa de Estado.

Esta lista refleja una selección de mujeres que han sido presidentas o jefas de Estado. En muchos casos, estas líderes han sido pioneras y han abierto puertas a futuras generaciones de mujeres en la política.

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