El avión ya había despegado, pero ella seguía mirando por la ventanilla, como si pudiera ver a su madre allá abajo, en ese aeropuerto de concreto agrietado, con sus ojos hinchados de tanto llorar.
No se dijeron adiós. Solo un “nos hablamos pronto”.
El avión ya había despegado, pero ella seguía mirando por la ventanilla, como si pudiera ver a su madre allá abajo, en ese aeropuerto de concreto agrietado, con sus ojos hinchados de tanto llorar.
No se dijeron adiós. Solo un “nos hablamos pronto”.