LAS PALABRAS TIENEN BRILLO, PERO LOS ACTOS TIENEN PESO

 

30987807485?profile=RESIZE_710xEn el liderazgo femenino, donde la intuición, la empatía y la sensibilidad son fortalezas naturales, una incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace puede ser devastadora. MPodemos disculparnos, justificar o explicar nuestras decisiones, pero lo cierto es que lo que se destruye con las acciones no se repara con discursosVivimos en una era donde la visibilidad lo cambia todo. Hoy, no solo se nos escucha: se nos observa. Y lo que proyectamos con nuestras acciones es más poderoso que cualquier declaración. Por eso, la verdadera credibilidad de una mujer líder no se mide por sus palabras inspiradoras, sino por su capacidad de vivir lo que predica.

La coherencia es el cimiento del liderazgo. Toda marca personal se construye sobre un principio invisible pero contundente: la coherenciaCuando tus acciones reflejan tus valores, se genera confianza. Cuando no lo hacen, se abre una grieta que ni las mejores palabras logran cerrar.

La coherencia es la base de todo liderazgo auténtico. Es la fuerza silenciosa que da estabilidad a lo que proyectas, la que te hace predecible en lo esencial, confiable en lo emocional y respetada en lo profesional. No hay nada más valioso para una mujer líder que ser vista como alguien cuya palabra vale porque su conducta la respaldaLas redes sociales y los entornos públicos amplifican todo. Lo que haces hoy puede construir o destruir tu reputación mañana. Por eso, cuidar lo que haces —y no solo lo que dices— es una forma de amor propio y de respeto a tu legado.

La incongruencia es un enemigo silencioso y no siempre aparece en grandes traiciones o mentiras visibles. A veces, se esconde en pequeños gestos: decir que se apoya a otras mujeres pero competir con envidia; hablar de empatía pero actuar con frialdad; predicar humildad pero buscar protagonismo. Estos contrastes, aunque parezcan sutiles, erosionan el liderazgo desde dentro. Cada acción incoherente debilita el mensaje, apaga la inspiración y siembra desconfianza. Y lo más doloroso es que una vez perdida la confianza, las palabras ya no bastan para recuperarla.

Ser congruente implica valentía: la de mirarse con honestidad y reconocer cuándo nuestros actos se alejan de lo que decimos ser. La incongruencia, aunque común, se vuelve letal cuando se ignora.

Las acciones tienen una cualidad que las palabras no poseen: dejan huella. Una mujer puede pronunciar el discurso más conmovedor sobre liderazgo, pero si en su entorno inmediato no es justa, empática o ética, su mensaje se desvanece.

Las personas no recuerdan tanto lo que dijimos, sino cómo las hicimos sentirUna palabra amable puede inspirar, pero una acción coherente transforma. El impacto de una acción coherente trasciende el tiempo, pero también lo hace el daño de una acción incongruente. Lo que rompes con tus actos, una confianza, una amistad, una reputación, no se reconstruye con disculpas; se reconstruye con hechos nuevos, sostenidos y auténticos.

 La integridad es una forma de poder. Las mujeres poderosas no son las que más hablan, sino las que más cumplen. La integridad no se negocia, se practica. Y cuando una mujer decide vivir en integridad, su poder se multiplica, porque no necesita justificar, explicar ni defender nada: su vida lo hace por ella. La integridad te da fuerza interna, pero también te da autoridad moral, algo escaso en tiempos donde las apariencias pesan más que la esencia.

No se trata de ser perfecta, sino de ser honesta con tus valores, de rectificar cuando te equivocas, y de alinear tu palabra con tu comportamientoUna mujer con integridad inspira respeto incluso en el desacuerdo. Y eso, en el liderazgo, es el poder más alto.

¿Cómo puedes recuperar lo que tus acciones dañaron? Aunque hay cosas que no se pueden recuperar, sí se puede reconstruir desde la humildad y la constanciaLas disculpas no reparan por sí solas, pero pueden abrir el camino. Después de un error, la coherencia sostenida es la única forma de redención. Las palabras abren puertas, pero los actos son los que las mantienen abiertas.

Recuperar credibilidad exige tres pasos:

  1. Reconocer el daño sin justificarlo.
  2. Actuar distinto, de manera visible y constante.
  3. Aceptar que la confianza no se exige, se gana.

No hay fórmula mágica, pero hay esperanza cuando existe un cambio verdadero. Y ese cambio empieza cuando decides que tus acciones hablarán más fuerte que tus palabras.

Tienes que lograr que tus hechos hablen por ti. Ser mujer y líder hoy es un privilegio y una responsabilidad. Las palabras pueden emocionar, pero los actos inspiran. Cada vez que eliges la coherencia, construyes respeto. Cada vez que actúas con integridad, fortaleces tu marca personal.

Recuerda que tu liderazgo no se mide por lo que dices, sino por lo que haces cuando nadie te veY eso, más que una lección de imagen, es una lección de vida. Las mujeres que marcan historia no hablan de valores: los viven. Porque saben que lo que destruyes con tus acciones, jamás lo recuperarás con tus palabras.

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