Siempre me ha llamado la atención cómo los profesionales de la salud mental y emocional están más centrados en entender las patologías que en curarlas. Todo aquel que haya pasado alguna vez por la consulta de un psicólogo seguro que entiende perfectamente de lo que estoy hablando.
La psicoterapia nos ha llevado a saber mucho sobre la causa de los problemas mentales y emocionales, pero muy poco sobre cómo deshacernos de esos problemas. De ahí que los procesos se alarguen en el tiempo, en muchos casos durante años.
En los últimos diez años los avances en el mundo de la ciencia han sido enormes, siendo varias las especialidades que nos proporcionan cada vez más luz sobre nuestra realidad. En concreto, ha sido la neurociencia por medio de la utilización de tecnologías cada vez más potentes, como la fMRI (Resonancia Magnética Funcional por Imagen), quien nos ha permitido hacer un mapa perfecto del cerebro, mostrándonos los efectos que en éste órgano tienen las distintas situaciones que vivimos.
La neurociencia nos ha confirmado que nuestro cerebro tiene la capacidad de adaptarse y configurarse continuamente durante toda nuestra vida, o lo que es lo mismo, tiene neuroplaticidad. También nos ha mostrado las distintas partes del cerebro responsables de activar las reacciones que tenemos que tenemos en cada instante, como la relación entre el sistema límbico y las emociones. Por supuesto, también nos ha permitido conocer perfectamente las distintas áreas del cerebro responsables de interpretar los estímulos que percibimos por cada uno de nuestros sentidos.
Uno de los efectos que durante estos últimos años se ha podido observar es lo que le ocurre a nuestro cerebro cada vez que repetimos un determinado comportamiento. Cualquier acción que realizamos, sea física, mental o emocional, conlleva la activación de determinadas conexiones neuronales. Esas conexiones neuronales, cada vez que se activan, se refuerzan, generando un mayor grosor en el canal que las conecta.
Cada vez que sentimos una emoción, activamos determinadas conexiones neuronales en nuestro cerebro. La reactivación posterior de esa emoción, pasa a reforzar las conexiones neuronales utilizadas, facilitando la repetición futura de esa misma emoción. Es como el agua de la lluvia, que inicialmente se ve forzada a crear unos surcos por los que discurrir, y poco a poco van creciendo hasta convertirse en cauces mayores por los que siempre se canaliza el agua cuando llueve.
Al igual que ocurre con esos cauces creados por el agua lluvia, cuanto más gruesas son las conexiones neuronales, mayor es la tendencia a utilizarlas, y consecuentemente, con mayor facilidad pueden repetirse las respuestas asociadas a dichas conexiones.
La repetición es clave en el aprendizaje. Cuando estudiamos matemáticas, la repetición de los ejercicios nos permite generar y reforzar determinadas conexiones neuronales, que nos llevan a automatizar nuestras respuestas, resolviendo ese tipo de ejercicios en el futuro con mayor facilidad y menor esfuerzo.
La psicoterapia, así como todas las terapias que se centran en buscar el origen del problema, y nos llevan a revivir el evento programante y las emociones generadas como consecuencia del mismo, lo que hacen es reforzar las conexiones neuronales creadas en dicho momento facilitando, por lo tanto, la aparición de esas mismas emociones en el futuro. En escasas ocasiones estos procesos acaban resolviendo el problema.
Afortunadamente existen caminos alternativos para deshacernos de cualquier tipo de problema emocional sin la necesidad de sufrir, ni de profundizar en el origen del mismo. Cuando se nos enreda el pelo, simplemente lo cepillamos para desenredarlo, sin profundizar en los motivos por los que se ha enredado. En el ámbito emocional, podemos hacer lo mismo, podemos hacer un "cepillado emocional".
Ricardo Eiriz
Creador del Método INTEGRA, de transformación a nivel subconsciente, y autor de los libros “Método Integra”, “Escoge tu camino a la felicidad y el éxito”, “Un Curso de Felicidad”, “Apunta Alto” y “El Alma de la Salud”
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