¿LA MÚSICA ES MACHISTA?

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"Mamá, ¿qué significa ser una perra en la cama?". Mi hijo -que por aquel entonces tendría 7 años- me soltó esta pregunta mientras escuchábamos el último éxito de Becky G en el coche y a mi casi me da un infarto. 

Algo hizo clic dentro de mi. Y, desde aquel momento, comencé a analizar los mensajes que las canciones transmiten, cuál es su impacto en la reprodución de los estereotipos machistas y cómo influye en la justificación de la violencia hacia las mujeres. 

Hablo, sobre todo, del reggaeton: ese estilo musical de moda y cuyo ritmo es tan pegadizo que tarareamos casi sin darnos cuenta. 

Con frecuencia, en las letras de las canciones de reguetón las mujeres no tienen nombre, y se refieren a ellas como ‘cuerpo’, o se las nombra según sus características: ‘tengo una rubia que tiene grandes las tetas’, ‘la nalga bien grande’, o ‘en la teta y el culo tiene 10 mil pesos’. En este sentido, uno de los elementos más llamativos es la identificación de la mujer con su culo y pechos. Además de referirse a las mujeres según su aspecto o sus características físicas, también se las suele clasificar en la doble condición en la que las sitúa el machismo tradicional, es decir ‘esposas’ y ‘zorras’. Así, aquellas que ‘andan sueltas’ son consideradas como putas a disposición de los hombres.

¿Qué denota que sigan difundiéndose este tipo de letras, que se griten y bailen cada noche en tantas discotecas, y que se oigan a través de los auriculares de los millones de personas –muchas de ellas jóvenes– cada día?

Es preocupante que a estas alturas, y después de llevar años hablando sobre este tema, siga sucediendo y los mensajes explícitos sean tan extremadamente violentos hacia las mujeres, y habría que concienciar acerca de la responsabilidad social de los cantantes de transmitir otro mensaje que no sea sexista o de utilización sexualizada de la mujer que debe estar a entera disposición del hombre. Están proponiendo relaciones no igualitarias y no consentidas, es decir, todo lo contrario de lo que propone el marco legal y social actual.

No obstante, el problema no se reduce solo a este género musical. Si miramos hacia atrás en la historia y analizamos la música como instrumento de transmisión cultural, prácticamente ningún periodo se salva. En otros momentos quizás lo que se ha perpetuado es la idea del amor romántico en las canciones, que -si no se entiende de manera correcta- puede llevar a la subordinación de la mujer respecto al hombre. 

Si buscamos en internet, hay miles de ejemplos de canciones de artistas de pop y rock profundamente violentas y machistas. No voy a hacer una lista negra -cada quien que haga la suya propia- pero hay que ser muy consciente de lo que tenemos alrededor en todos los ámbitos. Y de poner ese foco en todos los ámbitos, porque hay un problema estructural dentro de la industria musical y de la sociedad. 

La repetición constante de estas narrativas puede influir en la construcción de identidades y comportamientos. Para la juventud, en plena formación de su visión del mundo, estas letras pueden establecer patrones de conducta que normalizan la desigualdad y la violencia. Los adultos, por su parte, al consumir y reproducir estas canciones, refuerzan y legitiman estereotipos arraigados, perpetuando ciclos de machismo y violencia simbólica.

No obstante, el panorama musical también ofrece destellos de esperanza. Algunos artistas han optado por desafiar las convenciones y promover mensajes de igualdad y respeto:

  • "Yo Perreo Sola" – Bad Bunny: este himno reivindica la autonomía femenina en espacios de ocio. Con frases como "Que nadie me hable del amor", se celebra el derecho de la mujer a disfrutar sin ser objeto de acoso o juicio, subvirtiendo la narrativa tradicional del reguetón.

  • "Tusa" – Karol G y Nicki Minaj: Aunque aborda el desamor, la canción destaca por presentar a mujeres empoderadas que enfrentan sus emociones con fortaleza y resiliencia, alejándose de la victimización y promoviendo la sororidad.

Como conclusión, quiero lanzar un mensaje positivo: la música, como reflejo y moldeador de la cultura, posee un poder transformador. Es imperativo que tanto creadores como consumidores adopten una postura crítica y consciente frente al contenido que se produce y se difunde. Fomentar y apoyar propuestas artísticas que promuevan la igualdad de género no solo enriquecerá el panorama musical, sino que también contribuirá a la construcción de una sociedad más justa y equitativa.

 

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