El derecho a sentirse bien es una conquista del ser humano al cual no tienes por qué renunciar. No te postergues más porque este es el momento en el cual tú puedes encontrarte con lo que necesitas para tu propio bienestar. Quizás no es mañana, quizás no fue ayer, quizás es hoy lo que estás encontrando que te está proporcionando una cierta paz interior, un cierto bienestar. El objetivo fundamental de delinear el mismo es que puedas evolucionar hacia tu autonomía. Es decir, ser aquella persona que sustenta aquello que le hace bien y que tiene claro de qué cosas tiene que alejarse para no sufrir y para no perder esa alegría de vivir.
Y cada etapa de la vida presenta ambas caras de la moneda. Riesgos por un lado y desafíos por otro. Y en la medida que nosotros logramos cubrir nuestras necesidades básicas en cada uno de estos escalones de la vida, vamos preparándonos para el siguiente. Y a medida que vamos creciendo, las exigencias se incrementan y es necesario que tú estés preparado para ello.
Ser autónomo, explorar tus necesidades para sentirte bien con la vida, no significa que tú te creas autosuficiente en todos los aspectos que hacen a tu vida cotidiana. La autonomía, lo que te proporciona, es la capacidad para responder a los desafíos fundamentales de la vida, tornándote independiente y dándote la movilidad para hacerte responsable de tu propia existencia. La autonomía tiene que ver con qué valor le otorgamos a nuestra propia aprobación, qué valor le otorgamos a lo que pensamos de nosotros mismos, el juicio más importante de todos los juicios que se pueden hacer sobre tu persona. Porque si tú te desprecias, porque si tú encuentras un defecto en cada centímetro de tu cuerpo, hasta dónde podemos llegar a autodestruirnos, o hasta dónde seguimos dependiendo de la opinión de los demás, del medio social donde nos desenvolvemos, de lo que piensan u opinan los demás acerca de nuestra vida.
Ejercer esa autonomía es vivir según lo que determinan tus propios pensamientos, aún equivocándote. Porque si tú en el balance de vida que tendrás que hacer, te das cuenta que has errado el camino, tienes la chance de enmendarlo. Pero si tú cierras los ojos y sigues el camino que te indican otras personas, estarás perdiendo progresivamente autenticidad porque no estarás respetando lo que tú sientes sino lo que otros entienden que tú tienes que hacer con tu vida. Aunque esto no implica negarse a la capacidad de aprender de los demás. Hay gente que tiene más sabiduría que nosotros, hay gente que ha vivido más años que nosotros y han acumulado una experiencia y una sapiencia de la cual nosotros podemos aprender. Solamente que tú tienes que hacerte responsable de las decisiones que tomas y de los principios y de los valores sobre los que se asientan tus acciones. Tú tienes que tener tu código ético y moral y esos códigos son los que debes respetar. Puedes escuchar todas las opiniones pero debes ejercer el control sobre tus propios actos, sobre tus pensamientos y sobre tus sentimientos. Cuando hemos recorrido el camino que nos conduce a esa autonomía, no sentimos que nuestra autoestima corra riesgos, porque la fuente de aprobación está dentro de nosotros mismos y esto te permite deslizarte suavemente hacia la construcción de tu propio bienestar. Solamente cuando puedas alcanzar tu equilibrio interior podrás compartir sentimientos y vivencias con tu pareja, con tus hijos y con tus amigos. Pero el trabajo primario es personal. Y la condición fundamental para poder respetar a los demás es en primer lugar respetarse a uno mismo.
¿Y por qué nos cuesta tanto respetar las señales que emergen del centro mismo de nuestro ser? Y una respuesta, entre tantas que podemos esbozar, es que desde etapas tempranas de la vida somos orientados a dar prioridad a las señales que vienen del exterior por sobre las internas. Pero lo más importante a rescatar es que tú tienes que construir tu propio bienestar y que este bienestar tiene que estar basado en la confianza y en el respeto por ti mismo, en el análisis de lo que has vivido hasta el día de hoy y, sobre todas las cosas, de cómo lo has vivido, de qué cosas positivas has podido extraer de esa vida y cuáles han sido los aspectos negativos de los que a partir de hoy mismo tú quieres alejarte para no volver a experimentar la misma desagradable sensación de desconocimiento y de inestabilidad emocional.
Yo creo que hay momentos claves en la vida del ser humano y a cada uno de nosotros nos llega ese momento del análisis, del balance, de la búsqueda de ese equilibrio interior, de esa armonía tan necesaria entre nuestro cuerpo físico y nuestro cuerpo emocional. Vivimos apurados, vivimos estresados, vivimos bombardeados por un cúmulo de noticias que nos preocupan, que nos hacen daño, que nos desestabilizan, pero es el único mundo que tenemos y va a depender de la actitud de cada uno de nosotros el cómo nos va a ir en el futuro.
Por lo tanto, saber lo que quiero y lo que no quiero para mi vida y tratar de definir qué cosas pueden aproximarme al bienestar, son algunos de los deberes que deberíamos hacer periódicamente para ir encauzando nuestra existencia sobre el carril que verdaderamente queremos.
Seguiremos cumpliendo con nuestras obligaciones, seguiremos cumpliendo con nuestras responsabilidades pero permitámonos un espacio para nosotros, un espacio para disfrutar de ese bienestar, un espacio para el encuentro con lo mejor de nuestra persona para poder dialogar profundamente y sacar las conclusiones que necesariamente van a emerger de ese balance, de aquello que hemos hecho bien, de aquellas decisiones que nos han llevado por caminos que quizás no fueron los más correctos pero tal vez en el momento que tomamos esas decisiones no teníamos otros elementos de juicio para poder hacerlo.
Piensa sobre esto porque vamos a seguir reflexionando sobre la importancia de hacernos responsables de nuestro propio bienestar.
Dr. Walter Dresel
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