Para darle un sentido más profundo al Día del Amor y la Amistad considero que primero deberíamos hacernos unas cuantas preguntas: ¿qué es la amistad?, ¿de qué se compone?, ¿cómo tener amistades duraderas?, ¿a qué estamos obligados y a qué no en nombre de la amistad? Cuestiones que, aunque lo parezca, no son tan fáciles de contestar.
La palabra amistad proviene del latín amicus, “amigo”, que posiblemente se derivó de amare, “amar”. Es decir, una relación emotiva entre dos o más personas. Ya lo explica con claridad el Diccionario de la Lengua Española: “afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato”.
Todos conocemos el sentido del término porque lo hemos experimentado, hemos establecido relaciones interpersonales a lo largo de nuestra existencia y la mayoría sabemos que es preciso cultivar ese vínculo con esmero, como uno de nuestros más preciados tesoros. Asunto que, por cierto, nada tiene que ver con el consumismo y la comercialización del mal entendido 14 de febrero.
Bien sabemos que es difícil, por no decir que imposible, vivir en soledad; mejor dicho, sobrevivir el aislamiento. A grado tal es así que desde la niñez hasta el fin de nuestros días necesitamos tener un amigo o amiga en quién confiar, con quién compartir sueños, penurias y logros. A quién acudir en momentos difíciles, sí, pero también con quién disfrutar el placer de una rica comida, con quién intercambiar ideas y emociones en una charla o junto a quién emocionarse o conmoverse al ver una película.
Así pues, la amistad es una relación indispensable y hermosa, y lo mejor es que puede ser duradera si la nutrimos día con día. Porque es menester cultivarla, y hacerlo plenamente constituye todo un arte. Por algo Erich Fromm tituló su importante libro sobre el tema El arte de amar. Otro grande de la literatura que abordó el asunto, nada menos que Oscar Wilde, con el sarcasmo que le caracterizaba dijo que la diferencia entre amor y amistad estriba en que la segunda suele durar más que el primero.
Un punto interesante es que pueden crearse lazos amistosos a cualquier edad. Además, puede generarse entre personas con ideas diferentes, niveles socioeconómicos diversos y ahora, gracias a la globalización, multiplicarse mediante las redes sociales que han revolucionado la intercomunicación social.
Pero el nacimiento de una amistad no entraña necesariamente siempre amor, aunque el amor por lo general sí exige amistad. Debemos reconocer, sin embargo, que existe la posibilidad de que alguien se enamore de una amiga o amigo. Pero lo más frecuente es que la amistad tienda puentes entre dos personas de distinto sexo, sin que esto implique una atracción física o romántica. Quizá en esto se basa el dicho generalizado de que la amistad es un amor puro, prístino, o bien que la amistad es crear algo juntos, como diría el escritor Alejandro Jodorowsky.
Dentro de cualquier relación de amistad surgen diversos comportamientos hacia la otra persona. En infinidad de ocasiones una amiga es paño de lágrimas o significa un consuelo. También, implica simpatía, cariño, compañerismo, tolerancia, cierta afinidad de pensamiento y afinidad de concepciones éticas y en ocasiones hasta estéticas. Eso sí, resulta imposible que la amistad nazca de un sentimiento de egoísmo o conveniencia, pues una relación basada en el interés no se puede llamar amistad. Todo lo contrario, una verdadera amistad implica entrega, paciencia, prudencia y generosidad.
Sobre todo, la amistad hay que cultivarla. No basta con establecer o decir que uno es amigo de otra persona. La amistad significa apoyo al amigo o amiga para que alcance sus sueños y anhelos. Es una palabra, entraña compromiso frente a las fatalidades y limitaciones que pueda sufrir aquella persona, a la vez que el tiempo destinado a escucharla.
Por esas razones escogemos amistades con una sintonía humana. Amistad es sinónimo de estar dispuesto a abrirse, a sincerarse y dar lo mejor de nosotros mismos, así como brindar esfuerzos por el bienestar de todos los que nos rodean. Y, preferiblemente, ganar en profundidad más que en cantidad.
Termino con la lúcida y humanista sentencia de Fromm: dar es mejor que recibir y lo que nos hace verdaderamente felices.
Y a modo de regalo de Día de la Amistad, les dejo aquí algunas reflexiones que diversos personajes han hecho en torno al tema:
- Un padre es un tesoro, un hermano es un consuelo: un amigo es ambos: Benjamín Franklin (1706-1790).
- La verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido: Rabindranath Tagore (1861-1941).
- La amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad: Sir Francis Bacon (1561-1626).
- El amigo leal se ríe con tus chistes, aunque no sean tan buenos, y se conduele de tus problemas aunque no sean tan graves: Arnold H. Glasow (1905-1998).
- La amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso, hay que salvarla como sea. Alberto Moravia (1907-1990)
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