La alienación parental no es un problema legal. Es un problema emocional, psicológico… y profundamente humano.
Es el intento, consciente o inconsciente, de uno de los progenitores por poner al hijo en contra del otro. A través de manipulación emocional, comentarios sutiles (o explícitos), chantajes, silencios prolongados o historias tergiversadas, el niño empieza a rechazar a un padre que, en el fondo, sigue necesitando.
- “No te ha llamado, ¿ves que no le importas?”
- “Yo sí estoy siempre para ti, no como él (o ella).”
- “No quiero que vayas con tu papá, pero si tú quieres ir a sufrir…”
Todo eso deja huellas invisibles… pero profundas.
⸻
¿Qué hay detrás de la alienación parental?
Detrás de esta conducta hay dolor no procesado, heridas narcisistas, deseos de venganza o una necesidad extrema de control. No se trata de proteger al hijo del otro progenitor, sino de usar al hijo como escudo, moneda de cambio o arma emocional. Es el ego adulto disfrazado de amor.
Y aunque se diga “lo hago por el bien del niño”, en realidad se está fracturando su psique, dividiendo su corazón, haciéndolo elegir entre sus raíces.
⸻
¿Cómo afecta a los hijos?
Las consecuencias pueden ser devastadoras:
• Ansiedad, culpa y confusión afectiva
• Depresión infantil o retraimiento social
• Problemas de identidad y autoestima
• Dificultades para confiar en vínculos amorosos
• Rechazo de la autoridad o patrones de repetición en relaciones futuras
Un hijo alienado carga con la sensación de traicionar a uno si ama al otro. Vive un duelo interno constante. Y muchas veces, lo que se rompe en esa etapa… tarda décadas en sanar.
⸻
En México…
Según datos del Poder Judicial de la Federación, más del 65% de los juicios de custodia presentan indicios de conductas alienadoras.
Y la Red de Apoyo por la Convivencia Familiar estima que 1 de cada 3 hijos de padres separados sufre alguna forma de interferencia parental severa.
Esto no es un “caso aislado”. Es un problema sistémico y silenciado.
⸻
¿Y si te toca mirarte?
Ser madre o padre es una de las tareas más exigentes que existen. Y no se trata de ser perfectos… sino de ser conscientes.
La verdadera responsabilidad afectiva no está en lo que dices amar a tus hijos, sino en lo que haces con tu herida cuando ellos están mirando.
- Si te has sorprendido hablando mal de tu expareja frente a tus hijos…
- Si los usas como mensajeros, testigos o jueces…
- Si pones tu dolor por encima de su derecho a amar a ambos…
No es tarde. Puedes reparar. Puedes pedir ayuda. Puedes volver a poner el bienestar de tus hijos por encima de tus rencores.
⸻
Amar también es soltar el ego
Ser un buen padre o madre no es ganar una batalla legal.
Es sostener emocionalmente a tus hijos mientras atraviesan su propio duelo.
Es ayudarlos a no perder el amor del otro… aunque tú sí lo hayas perdido.
Si tú no puedes separar tu herida de su historia, busca apoyo terapéutico. No estás sol@. Pero no cargues a tus hijos con lo que te toca resolver a ti.
Porque la infancia no se repite.
Y el amor, cuando es verdadero, no manipula… cuida, honra y libera.
Comentarios