Siempre podemos sacar algo positivo que nos haga crecer y madurar. La pandemia impactó de diversas formas a millones de personas alrededor del mundo, pero especialmente a las mujeres.
Antes de la pandemia, solo 1% de las mujeres hacía home office de tiempo completo; hoy, de acuerdo a la encuesta de Deloitte, la cifra se elevó a 37%. A finales de 2020 el 19% combinaba teletrabajo con empleo presencial y en febrero ya era 25% de las mujeres. En el mundo de los servicios profesionales casi todas las ocupaciones podrían realizar sus actividades desde sus casas o cualquier otra parte del mundo, en donde la productividad laboral sea el principal indicador en lugar de las horas trabajadas. Antes de la pandemia apenas 14% de las empresas apoyaba este esquema.
Un informe de McKinsey & Company reveló que el 79% de los hombres declararon haber tenido una experiencia positiva al trabajar desde casa durante la pandemia, en comparación con sólo el 37% de las mujeres. Entonces, ¿qué está fallando? Que las mujeres tienen una carga desproporcional dentro del hogar ya que la carga doméstica y el cuidado de los hijos recaen en nosotras. ¿Qué hacer al respecto? Como sociedad tenemos que empezar a entender que nos encontramos en un punto de inflexión en el que tenemos que actuar para cambiar esta realidad, que tanto nos afecta. El home office también puede incentivar la integración de los hombres en las actividades del hogar y cuidados a terceros.
Las mujeres con un puesto directivo en México son quienes en menor medida pudieron trabajar exclusivamente desde sus casas en la etapa de confinamiento más estricto. En cambio, son quienes más laboraron de forma presencial o combinándolo con el teletrabajo, según los resultados del Monitor de Género para América Latina 2021. Para las mexicanas pesa más el impedimento “para combinar el cuidado de los hijos con las exigencias de un puesto de responsabilidad”. Tener hijas o hijos o ser profesionistas, un dilema, que rara vez lo es para los hombres. Ante esto, la desigualdad salarial y la falta de reconocimiento de sus tareas son las discriminaciones más comunes que enfrentan.El 65% de las encuestadas que viven en pareja dijo que compartían las tareas domésticas, frente al 52% del informe 2020. Pero en la pandemia, hasta 78% pudo lograr la repartición de tareas “al no poder contar con ayuda externa”. El sondeo fue elaborado por Esade, una institución internacional dedicada a la enseñanza del derecho y los negocios.
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