Con tristeza vemos como cada vez son más frecuentes los conflictos y agresiones en algunas familias, y esto afecta la paz social y a la comunidad.
Sabemos muy bien que la violencia es una cadena: el papá agrede a su esposa; esta a su vez es violenta con sus hijos; y como consecuencia los niños en la escuela serán agresivos con sus compañeros. Como un círculo que da vueltas y vueltas.
Podemos afirmar, que la violencia intrafamiliar es uno de los fenómenos sociales más preocupantes en la actualidad, no sólo por el sufrimiento que causa a las parejas e hijos, sino por los alarmantes efectos hacia el exterior de la familia, consecuencia de la falta de armonía, respeto y tolerancia de sus miembros.
Estoy convencida de que, si cada uno de nosotros empezamos por trabajar en nuestra familia, fortaleciendo los valores humanos, nuestra sociedad sería menos violenta y más segura. Te invito a ser muy sincero y reflexionar como es tu ambiente familiar.
Existe la violencia física que puede ir desde un apretón de brazo o mano, empujón, hasta golpes severos, violación o un homicidio.
La verbal, que se caracteriza por la agresión con palabras y que puede ir desde gritos, insinuaciones y burlas, hasta insultos, amenazas y calumnias.
Y la violencia emocional o psicológica, que consta de agresiones mediante la negación de derechos, el desprecio, la sumisión, la indiferencia, el chantaje y la intimidación, entre otras formas.
Comparto contigo algunos comportamientos tóxicos comunes y que muchas veces como papás pasamos por alto:
- hablar mal de los demás
- criticar con ánimo de ofender y no de corregir o mejorar
- competir para sentirse superior al otro.
- abusar de la inocencia o la buena voluntad de los demás
- crear intrigas o envidias
- acusar sin fundamento
- imponer tu voluntad a costa de dañar a alguien
- difundir defectos ajenos para llamar la atención o para disimular los propios
- ignorar o subestimar consejos para evitar la violencia física
- actuar de forma irresponsable
Soy consciente que la convivencia diaria no es fácil, pero como papás tenemos la responsabilidad de promover hábitos saludables, cultivar virtudes humanas como el respeto, la prudencia, la colaboración, la comunicación y la perseverancia.
Tendremos diferencias, conflictos, discusiones, ya que convivimos a diario y nos conocemos perfectamente. El secreto está en saber manejar estas crisis o conflicto de forma armónica y que no se conviertan en agresiones.
Leía yo esta frase que me gustó mucho del escritor Jan Blaustone: “Nunca se siente más seguro un niño que cuando sus padres se respetan”
Logremos que nuestros hijos se sientan seguros dentro y fuera de nuestro hogar, para que en un futuro ellos también formen familias que vivan en paz y armonía.
LUCIA LEGORRETA DE CERVANTES. Presidenta Nacional de CEFIM, Centro de Estudios y Formación Integral de la Mujer.
Comentarios