¿Padeces de estrés negativo?, ¿Es tu vida un eterno estado de estrés?, ¿Te describen como una persona ansiosa?, ¿Has perdido definitivamente la paciencia? Si tus respuestas son afirmativas, con toda seguridad estás acabando con tu longevidad.
Es muy probable que el deseo de cualquier ser humano sea vivir muchos años, siempre y cuando ocurra con bienestar, salud y autosuficiencia. El gran problema es que no se hace nada para lograrlo. Los hábitos de la vida moderna apuntan a la destrucción de la posibilidad de llegar a la ancianidad en condiciones favorables. Hoy los excesos están en todo: al comer, al estar en las redes sociales, al ver el celular (un estudio de HMD Global revela que se consulta el teléfono móvil unas ciento cincuenta veces por día), al beber o consumir cualquier tipo de droga, al trabajar, tan solo por mencionar algunos ejemplos.
Héctor García y Francesc Miralles, autores del libro Ikigai (del que les estaré contando más a fondo en los próximos artículos) rescatan una serie de estudios acerca del envejecimiento prematuro por estrés, realizados, entre otros, por el Hospital Universitario de Heidelberg y la Universidad de California, en los que se habla de las sustancias químicas que se producen a partir de estados elevados de estrés y el impacto que éstas tienen en el funcionamiento del organismo.
Se ha hablado de la conveniencia de experimentar estados reducidos de estrés para enfrentar positivamente los desafíos y mejorar la frecuencia respiratoria y el ritmo cardiaco, además de estimular la creatividad e ingenio en la resolución de problemas. Howard Friedman, de la Universidad de California, después de más de treinta años de dar seguimiento a un grupo de prueba, concluyó que “quienes viven con un nivel leve de estrés tratan de tener hábitos más saludables, fuman menos y consumen menos alcohol”; sin embargo, en dosis altas y prolongadas, el estrés es degenerativo porque ataca las neuronas y promueve los estados depresivos.
Los autores comparten algunos de los secretos del Japón para mitigar el estrés:
- Los baños prolongados en tina con sales relajantes, escuchando música de fondo.
- Tener todo lo que se utiliza en casa y en el trabajo ordenado y limpio. La pulcritud produce una sensación de tranquilidad (no hablo aquí de la limpieza compulsiva).
- Hacer ejercicios, estiramientos y respiraciones profundas.
- Llevar una dieta equilibrada (recuerda que eres lo que comes)
- Realizar masajes en la cabeza ejerciendo presión con los dedos.
- Meditación de cualquier índole.
El estrés afecta, desde el sistema digestivo, hasta la piel, por eso es importante tomarlo en serio y realizar actividades preventivas, sustituir paulatinamente los hábitos negativos por positivos y ser optimista.
Muchos expertos recomiendan la práctica de la atención plena (mindfulness) como una excelente estrategia para estar conscientemente, ubicarse en el aquí y ahora, evitando los pensamientos descontrolados. Esto no se consigue únicamente estando sentados en posición de flor de loto sobre un tapete y con los dedos cerrados apuntando hacia arriba, mientras se repite un mantra; la conciencia plena se practica en múltiples situaciones, desde apartar un momento entre el despertar y levantarse para estar atentos a cada parte del cuerpo, hasta atender a las emociones y sensaciones de cualquier momento del día, así como a los pensamientos que atraviesan nuestra mente; también se puede estar consciente al prepararnos para dirigirnos a la escuela o trabajo, al ir manejando, mientras esperamos nuestro turno en alguna oficina o dependencia, durante el ejercicio físico, al estar haciendo las tareas domésticas o antes de dormir.
En ocasiones disminuir el estrés involucrará algunos cambios leves en la rutina, pero otras veces, requerirá de transformaciones radicales en el estilo de vida. Vale la pena hacerlo para elevar la calidad de vida y aspirar a una existencia sana y longeva.
Si requieres de acompañamiento búscame en gabycruzcoach@gmail.com
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