¿ESTÁS EN CRISIS? ABRE LA PUERTA A LA OPORTUNIDAD

A ningún ser humano, por lo general, le gusta estar en crisis. Sería incluso preocupante, desde el punto de vista de la salud mental, semejante predilección o gusto. Pero las crisis nos visitan periódicamente. Es un hecho. En algunas ocasiones piden cita y en otras se presentan sin avisar. Parecen estar dotadas de un carácter un tanto caprichoso. No obstante, ya que forman parte ineludible de la existencia humana, nos conviene conocerlas y descubrir alguna forma de negociar con ellas. Tal vez incluso podamos hacerlas rentables. Parece evidente que en cada una de nuestras crisis, personales o sociales, nos cuestionamos el sentido de nuestra existencia. Según la respuesta que demos a esta cuestión nos ponemos alegres o tristes; nos motivamos para seguir adelante o entramos en depresión. Por ello mismo habremos de considerar nuestra actitud ante las crisis: la resiliencia y la creatividad. Una creatividad emocional, transformadora y evolutiva es lo que parece que necesitamos para generar resiliencia, es decir, capacidad para superar las crisis. Hay quienes definen la resiliencia como la capacidad de afrontar la adversidad saliendo fortalecidos y alcanzando un estado de excelencia profesional y personal. Sea como fuere, se trata de lograr aquello que nos permita seguir siendo personas, en el sentido más completo y profundo del término; que nos permita seguir en las condiciones adecuadas para mantener la mirada en el horizonte y sonreír, a pesar de que se modifiquen muchas de las circunstancias de nuestro entorno vital y social. El hecho de establecer una diferencia entre las diversas etapas o edades, en función de un análisis cuantitativo de las mismas, pudiera dar lugar a segregar o marginar a quienes atraviesan por ellas. A veces dependemos demasiado de estereotipos, porque para nuestra mente es más fácil organizar las diferentes vivencias o circunstancias por las que pasamos. Pero eso mismo tiende a volverse contra nosotros, cuando asentamos ciertas consideraciones de clasificación aproximativa, como si fueran verdades o dogmas. Esto ocurre, por ejemplo, con las fases previas o postreras de la madurez, es decir, a quienes aún no han llegado a ser individuos "adultos" o a quienes, por ciertas condiciones valoradas como deterioros, se entiende que las han perdido. Pensamos que las personas que se encuentran en estas etapas sólo pueden responder a patrones fijos. El hecho es que se observan grandes diferencias, en muy diversos sentidos, entre quienes participan por edad en esos grandes sistemas estadísticos de clasificación. Pero la realidad es que no somos referencias estadísticas. Somos personas. Y una característica fundamental, por ello mismo, es nuestra capacidad de superar y transformar las dificultades; venimos haciéndolo desde la época de las cavernas. Propongo por tanto que lo recordemos y florezcamos con una sonrisa de ternura y picardía, en el ojo del huracán de nuestra crisis. Ese será el primer paso para ver la puerta de la oportunidad y abrirla con decisión.

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