¿Cómo?, ¿que si soy como tu mamá? le pregunté un tanto asombrada a una joven, con la que coincido a veces en el campo. Ahí estábamos las dos, iniciando nuestro día con lo que seguramente para ella también es, unos de los momentos más preciados de su jornada: la hora de correr y además compartiendo asuntos domésticos referentes al cuidado de los hijos, en donde las abuelas tenemos al parecer, (según entiendo ahora que lo soy) una obligatoria participación cuidatoria.
Sí, me dijo, es que a mi mamá le tengo que avisar con anticipación, pues debe checar primero su agenda y luego si tiene disponibilidad de tiempo y disponibilidad de ganas (imagino yo, lo más importante) nos da cita, casi como con horario de oficina. Y a un así, de repente le salen compromisos que dizque de "última hora con mi papá". ¡Ah! y cuando tengo la suerte de que hubo "fecha disponible" y pudieron mis hijos quedarse a dormir en su casa, ¡a las 8 de la mañana ya me están llamando para irlos ¡a recoger!. Yo la escuchaba con mucha atención, la veía y me veía, su mirada fresca, su carita linda y no ataba que contestarle. Aunque ahora que lo pienso, lo único que ella quería era hablarlo, compartirlo, ¡era todo!, pues ni tiempo me dio para responderle, y ¡que bueno!, pues seguro yo le hubiera mentido, me habría puesto la máscara de "la madre perfecta" y le habría dicho: ¡no, claro que no!, ¡yo si cuido a mis nietos!.
Rápidamente agarró su paso y se alejó de mi, ni siquiera recuerdo si nos despedimos, pero su pregunta se quedó como suspendida en el frío de esa hermosa mañana y en los años que tengo de abuela y los muchos más que fui yo también la hija que necesitó de mamá para cuidar de mis hijos.
¿Soy como su mamá?, de ser así, su madre y yo, y las miles mujeres que hacemos algo más que ser esposas, madres y abuelas, ¿nos hace ser malas?; ¿es que las abuelas tenemos la obligación de cuidar a los nietos, siempre que nos lo pidan?.
Yo creo que según algunas hijas ¡sí!, ¡claro que si!, ¡por supuesto que sí!. Yo también fui esa hija y ahora soy esa abuela que es mi madre, y mi hija será también un día abuela y su hija la requerirá (o tal vez ya no) como la "cuidadora obligatoria" de sus pequeños.
Y es así como se construyen las historias de familia, y es así también como se repiten y se repiten viejas y obsoletas creencias, hasta que un buen día le toca en suerte a una de esas mujeres, decir ¡hasta aquí!, se envalentona, se remanga las enaguas y se cuestiona la creencia en juego: ¿es que las mujeres seremos madres y cuidadoras de los hijos y de sus hijos toda la vida?, es que ¿solamente para eso nacimos?, ¿que no habrán otros asuntos, también divertidos (¿o más?) en los que podamos participar?. . . y se cambia entonces, el rumbo de la historia.
La vida de las mujeres se entreteje como magia, cada encuentro entre nosotras nunca es fortuito. Mi joven amiga y yo, nos tendríamos que topar esa mañana y platicar (bueno ella fue la que realmente converso). A mi ese día me tocaba escuchar y reflexionar que en verdad no soy esa "abuelita linda" que cuida siempre a sus nietos (eso creía yo), pero que tampoco soy una bruja por no hacerlo. Y es que las abuelas de hoy, estamos bien lejos de parecernos al personaje de la canción de Cri-Crí: "Di por qué dime abuelita, por qué eres viejita, por que no tienes dientes, por que tus cabellos son como la espuma de mar". . . ¿de qué abuelita habla Francisco Gabilondo Soler?.
Las abuelas modernas, hacemos maratones, triatlones, ultramaratones; somos las amas verdaderamente felices de nuestra casa; y también podemos ser bailarinas, pintoras, cantantes, escritoras, bomberas, taxistas, directoras de grandes corporaciones, secretarias, ejecutivas, empresarias, actrices, vendedoras, etc.etc.etc.etc.
¡Sí, todo lo que tu mente imagine podemos ser las mujeres!, ¡bendito sea Dios!, y también, ¡claro que sí!, ¡por supuesto que sí! fuimos madres que cuidamos, educamos amamos a nuestros hijos. Y ahora cuando el amor inmenso a los nietos le gana la batalla a los compromisos cotidianos; a las horas de entrenamiento para hacer un ironman, podemos ser (si queremos) las mejores "abuelas cuidadoras" ¡del mundo!, pues el amor por los hijos y sus hijos, ahí está, ¡siempre presente!, ¡intacto!; ¡poderoso!; ¡intenso!; ¡orgulloso!, y listo para usarse cuando la agenda de las abuelas de éste nuevo siglo. . . lo permita.
¿Ves querida y joven amiga?, aquí está mi respuesta, la más honesta: si, creo que si soy como tu mamá.
¡Un abrazo hasta el cielo!
Lizbeth S. González
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