"EN MI CRISIS DE LA EDAD MADURA EMPECÉ A ESCRIBIR"

Tú eres lo más importante. El Poder está en Ti.

Recuerdo que en noviembre del 2007 estaba sentada mirando la televisión y me di cuenta como una película en cámara lenta, que estaba cometiendo equivocaciones que lastimaban mi cuerpo y mi mente y no entendía, por qué me sentía como bien dicen, contenta y satisfecha (y no es contradicción), pero más allá de eso estaba ocupando mi tiempo en actividades que sólo cumplían un estereotipo social y económico, parecía como si todo estuviera perfecto y por fortuna, gracias a Dios y mi intuición, me di cuenta que estaba convirtiendo mi vida en una vida que no estaba trascendiendo, que más allá de los éxitos profesionales que obtenía, no estaba dando el cien por ciento de mi capacidad potencial como ser humano, ya que mi vida la tenía no necesariamente otra persona, eran las circunstancias quienes se apoderaban de mis actos y pensamientos, que no podía continuar creyendo que si estaba "a la mitad de mi vida" estuviera predisponiendo toda mi experiencia a una vida de frustraciones, mentiras y eventos que ya no eran o no quería que continuaran en mi vida, cómo hacer o ser lo que todos veían en mí y yo deseaba otras cosas.

Para muchos me encontraba navegando en las aguas de mi etapa más dichosa y productiva, el mero hecho de permanecer a flote me exigía un tremendo esfuerzo de voluntad o de algún poder más fuerte que la voluntad.

Descubro, dentro de mi crisis, el gusto y vocación por la escritura. Empiezo a recapitular todas las historias que he escuchado durante mis años de Terapeuta y Coach.

Empecé a estudiar a las personas que son protagonistas de los casos que he relatado durante estos capítulos (La Crisis de la Edad Madura, Ed. Trillas) y me encontré inmersa en un tema infinitamente más laberíntico. Detecté la existencia de la crisis o mejor dicho, las coyunturas críticas en todos los momentos de la vida. Cuantas más personas conocía, más similitudes percibían en las coyunturas críticas que la gente describía. La mayoría de la gente se tornaba asustada, inquieta, como si reconocerlo y más aún, hablarlo, se tradujera como un acto de debilidad o inmadurez, teníamos claramente una perturbación interior. En este punto específico de nuestra vida ¿por qué venimos a sentirnos así, tan vulnerables y desconfiados de nuestros pensamientos, sentimientos y palabras?, ¿por qué ahora?, ¿por qué no antes que estaba más fuerte, libre, segura y confiada?, ¿por qué ahora?

Es así como empiezo a preguntarme si existían coyunturas críticas previsibles en la Crisis de la Edad Madura. ¿Quién estaba haciendo algo por nosotros, los adultos? Nadie, absolutamente nadie. Es cuando descubrí que “sí” hay alguien que ve por los niños, por los adolescentes y por los ancianos; y ¿por nosotros?

Haciendo un breve “paneo”, veamos esto, en el caso de los niños. Se han realizado minuciosos estudios sobre su evolución desde los terribles dos años hasta los ruidosos nueve, en la adolescencia, que va desde los catorce hasta los dieciocho años sólo se ha hablado de sus características de personalidad, de ahí, damos un salto a los sesenta años, que es cuando aparecen lo geriatras quienes te dicen qué estudios médicos debemos de practicarnos ¿y nosotros, dónde quedamos en la línea de estudio? Pues en el olvido.

Descubrí que si desde nuestra niñez hemos sido protegidos y proveídos de amor, comida y techo hasta la adolescencia y después empezamos por nuestro camino de decisiones propias, añorábamos que nuestros padres nos dejaran en libertad, en todo, queríamos independencia, tanto la peleamos y finalmente la conseguimos, que después de años nos damos cuenta qué tan bien nos sentíamos estar con alguien que nos dijera todo va a estar bien, no te preocupes, yo resuelvo tu problema, yo pago tu deuda, yo te ayudo, yo te apoyo. Todo eso se pierde cuando crecemos y lo que sucede es que creemos que hemos madurado y tal vez así sea, pero la mayoría de nosotros hemos pasado en la línea central de una sociedad confusa y enmarañada, tratando de encontrar algún sentido a nuestro viaje, sin retorno, a través de sus ambigüedades.

¿Dónde están las guías para recorrer los penosos veinte a los melancólicos cuarentas? ¿Qué conceptos, ahora pueden ayudar a un hombre de cuarenta años que ha alcanzado su meta profesional pero se siente deprimido y desvalorizado?

Al primero que acusamos es al trabajo, al esposo, a los hijos, a nuestros papás, a los suegros o al entorno físico por ser esclavo de esa rutina. La primera fantasía que tenemos es escapar. En el caso de las mujeres, conocer a un nuevo hombre (no importa si es casado, lo que deseamos es amor y compañía) buscar otra actividad profesional (en ocasiones de menor rango, ya que nos sentimos mayores y creemos que no podemos obtener algo mejor), y a la vez, desear vacacionar a un lugar paradisíaco. La libertad se convierte en imanes de grandes deseos de hacer lo que nos plazca; pero cuidado, cuando esos objetos de deseo llegan a ser accesibles, a menudo se invierte el cuadro. La nueva situación parece ser la trampa peligrosa de la que deseamos huir, retornando al antiguo hogar, esposo e hijos, cuya pérdida repentina los vuelve deseados.

No conozco a nadie que no haya vivido o esté viviendo la Crisis de la Edad Madura. Nuestro problema radica que la palabra crisis la tomamos como algo peyorativo e implica fracaso personal, debilidad e incapacidad de resistencia frente a acontecimientos externos cargados de tensión. Considero y con el respeto de quienes se burlan, niegan o se avergüenzan de alguien que vive una crisis de madurez, son personas ignorantes y con muy poca autoestima.

Hago esta última observación porque en los años de trabajo he encontrado personas que le dan sólo un valor de respeto personal y profesional a aquellas personas que se dicen estar “libres de fantasmas”, es decir, sus estándares de valores sociales, morales y profesionales radican solamente en quienes se ven sanos, seguros y radiantes, sin importar su condición de estrés, su falta de autoestima y su temor a decir: tengo problemas, tengo miedo. Mi filosofía sobre este tema siempre ha sido el de apertura, el que ustedes como yo somos individuos con capacidades diferentes, dignos del reconocimiento, del valor, del amor, de la oportunidad. Que no hay temor al dialogo, al decir: "hoy estoy tratando conocerme y aceptar mis condiciones, no me avergüenza mi pasado, me enorgullece mi capacidad de salir adelante, de enfrentar de ahora en adelante que soy libre de mente y cuerpo".

Ustedes y yo somos seres humanos dignos de la felicidad, de la paz, de la armonía para lograrlo. Así que nada ni nadie impida en decidir por ti, siempre y cuando tú tengas la respuesta y recuerdes que, sólo por hoy, seremos mejores.

No existe ni condición social, económica ni profesional que te impida ser tú mismo; recuerda, el amor y respeto hacia nosotros mismos, nos hará libres.

En mi crisis empecé a escribir es el último capítulo de mi libro La Crisis de la Edad Madura. Hoy recuerdo con alegría y orgullo lo que he logrado, aceptando lo más importante: todo depende de mi y del esfuerzo, paciencia y persistencia que le de significado a todo lo que haga en mi vida, que es "grande y maravillosa". Me amo y me respeto por encima de cualquier adversidad o persona.

Recuerda, Tú tienes el Control, Tú eres lo más importante. Que Dios te bendiga, nos vemos el próximo martes. Gracias.
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Comentarios

  • Gracias Angy por compartir tu sabiduría, por mostrarme al ser humano que llevas dentro, porque me acercas más a mí... me ayudas a comprenderme un poco más, a no ser tan dura conmigo cuando tengo mis "crisis" y ahora sé que no soy la única que pasa por diferentes estados eocionales y que tengo permiso de sentirme así. Aparte de saber que puedo levantar la cara hacia la luz aunque por el momento no pueda ver. Gracias y que Dios te bendiga
  •  

    Muchas felicidades, es un muy bello mensaje lleno de humildad y por lo consiguiente digno de respeto.

  • Somos responsables de nuestros sentimientos por lo tanto vivimos como queremos vivir TIENES MUCHA RAZON sin culpar a nadie, cuando somos infantes no tenemos la madurez de actuar pero al llegar a la  edad adulta no podemos culpar a nuestros padres ni a nadie de nuestras desgracias, GRACIAS a mi soy feliz y no es culpa de nadie solo MIA. SALUDOS
  • wow ¡¡¡¡¡¡¡¡ felicidades Angy, que dios te bendiga siempre y te de la sabiduria y capacidad para enfrentar tu vida y nos enriquezcas a la gente que tu como hemos necesitado que alguein nos diga todo va estar bien, sigue adelante  BENDICIONES Y MUCHA LUZ EN TU VIDA....
  • hoy en crisis...escribí esto...., Gracias, tu texto me ayudó mucho

    DIVAGACIONES BIPOLARES

    Palabras para una amiga virtual

    Vivimos caminando hacia la bruma del olvido, hacia ese falso paraíso sin puertas ni ventanas, donde la luz no es más que la música de los versos que brotan desde lo más profundo de nuestra sangre; como cuando contemplamos la bruma con lentes con cristales amarillos, verdes o café oscuro, e imaginábamos que la vida era bella, que no hay guerras, ni balas asesinas emboscándonos.

    Cual vampiro muroni caído en desgracia, un amor desventurado me ha clavado sin piedad, una estaca solar en el corazón. Sé que estoy condenado al desamor y vagaré como un alma sin cuerpo, como una sombra desencantada de todo lo vivido.

    Es lamentable que algunas mujeres piensen que el sexo loco es de mentes enfermas, y se horroricen cuando se les insinúa una sutil inspiración amorosa. Es lamentable que en este aspecto, la sociedad haya cambiado tan poco. Vivimos y caminamos fatigados, en vez de hacerlo con alegría. Hay expresiones sin sensibilidad que me decepcionan y me horroriza ver como la muerte se apodera de los sentimientos y de nuestros destinos.

    Quise amarte sin pudor y sin vergüenza. Que el goce de la lujuria penetrara siempre hasta el clímax, el fondo de tus cavidades. Quise sentir y gozar de tus labios y pezones. Desee amarte para sentirme vivo y aferrarme a tu desnudez por siempre, para no volver al espejismo de lo irreal.

    Rompiste como el fuego de una noche caliente, la inmutabilidad de mis tinieblas. Desnudamos nuestros miedos, para que nuestros cuerpos se pudieran querer sin amarras... ahora vivo enamorado por culpa de tus “te amos”, embrujados por los colores de la barrera coralina de ese maravilloso mar tropical, que se devoró a los dragones de los miedos y enmiendas.

    Me pesan más las lágrimas de los pensamientos. Me siento cansado por intentar enderezar los estandartes de las banderas con versos.  Miro con miedo hacia el horizonte y no entiendo, por qué el mundo amanece siempre de luto. La vida me escarmienta por culpa de mis irresponsabilidades. Fui un alumnado gocetas, que supo romper las cadenas del orgullo, y elegí por oficio: ser farolero de ciegos. Siempre elijo al azar, el rumbo de mis versos.

    Cuando regreso del infierno, el ayer se hace hoy o un presente, como cuando unas guitarras eléctricas y unos melenudos, nos hacían delirar con sus melodías.

    ¿Vivimos defendiendo, lo indefendible?

    Desafortunadamente me encanta actuar como un niño, porque me asustan las máscaras y el actuar absurdo e irracional de los hombres, que se creen hombres. Esos murtes que nunca conocerán la gloria de los hombres dignos, porque ya son cenizas y morirán esclavizados a la oscura sombra de quien los parió, sin amor y como escoria; como las mujeres murtes que embarcaban en galeones durante la conquista, como cosas sin alma o muertas en vida, para satisfacer la animalidad de los navegantes.

    No creo que sea obsesión, sentir lo que siento por ti. Ya ha pasado un buen tiempo y me parece que ayer hablábamos como dos adolescentes de amor, y soñábamos... y nos besábamos... y nos mimabamos con una inocencia ingenua, que rayaba con lo ridículo. Soy un soñador por culpa de las ilusiones de mis desencantos. Mi derrota es un silencio bipolar profundo, una herida que sólo me permite delirar versos, y recordar con alegría a las amantes que dejaron rimas con su firma, en el libro de visitas de mi corazón.

    No dejemos que nuestro amor pierda las emociones de las pasiones, esas bellas melodías que brotan espontáneamente el corazón de los sentimientos. No creo en los amores de oropel, cuando nada prometen, ni se vislumbra futuro en ellos. Amo como las palabras de amor que brotan de los destellos diamantinos de los ojos.

    Nunca dejaste que una noche contigo se viviera con rutina, jamás me dormí mirando hacia la pared, viendo tele

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