El pasado no representa el futuro, y parecería ser una frase hecha, pero en realidad cuántas veces nos sucede que por experiencias que hemos tenido en el pasado postergamos proyectos, sueños e ilusiones, creyendo erróneamente que el resultado será negativo porque en ese pasado, en algún aspecto de nuestra vida, hemos fracasado.
Y, si uno se para frente al espejo y se pregunta si realmente está viviendo la vida que siempre quiso vivir, si realmente es la persona que siempre soñó ser, uno tiene que ingresar en un período de balances, en un período de sinceridad, en un período de humildad, y de reconocimiento de aquellas cosas que hemos ido haciendo a lo largo de la vida. Porque no tiene ningún sentido que uno se engañe a sí mismo.
Veamos por ejemplo, algunos aspectos fundamentales de la vida de un ser humano. El aspecto emocional, el aspecto psíquico, el aspecto físico, las relaciones con otras personas, la actividad laboral o profesional, la situación económica en la que una persona puede estar. Y luego evaluemos, utilizando una escala de valores, por ejemplo de 0 a 10, cada una de estas cinco áreas. El “0” sería equivalente a “nada“ y “10” sería el equivalente al “ideal “ y entonces qué calificación le daría usted por ejemplo a sus aspectos emocionales, a sus aspectos corporales, al modo de relacionarse con otras personas, a su situación laboral y a su situación financiera? Si por alguna razón, el número que usted logra poner en cada una de estas cinco categorías llegara a ser “10”, bueno, es realmente para felicitarlo, porque ya entonces no hay que seguir haciendo correcciones y hemos alcanzado el puntaje máximo arbitrario que hemos puesto para el análisis de estos puntos. Pero… si la respuesta llegara a ser cinco o seis, o dos o tres, en alguna de estas áreas, la pregunta es: ¿ qué es lo que cada uno de nosotros está dispuesto a hacer para poder aumentar ese número y poder incrementar el grado de satisfacción con lo que vivimos y con lo que la vida nos devuelve?
O la pregunta inversa: ¿usted se va a resignar a quedarse allí donde está aceptando las cosas como son? Y otra pregunta que cabe hacerse es si cada uno de nosotros merece eso que está viviendo. ¿Vamos a seguir postergando los sueños, las ilusiones? ¿Vamos a seguir permitiendo que el miedo a algo que pudiera llegar a suceder hipotéticamente, nos siga frenando?
Yo sé que usted está pensando que no, que merece mucho más de la vida, que es mucho más capaz de lo que está demostrando hoy con sus acciones. Y… también puedo percibir que usted en cierto momento pueda sentir disconformidad respecto a su situación actual. Pero, por un lado es un buen síntoma, porque todo cambio en la vida comienza cuando uno siente cierto grado de disconformidad con respecto a la situación presente. La mejor forma de salir de una zona de comodidad, es que deje de ser tal. Es decir, uno cree muchas veces que está viviendo plácidamente, placenteramente, sin mayores complicaciones, pero cuando uno empieza a sentir que eso ya no le satisface, que eso ya no le alcanza, es un excelente síntoma para poder comenzar a realizar cambios que nos puedan proyectar hacia un modo de vida distinto. Entonces para que esto suceda, esa zona de comodidad se tiene que convertir en una situación inversa, que nos incomode y que nos moleste.
Y sabe cuál es el primer paso hacia eso? Es demandar más de uno mismo. Es exigirse un poco más de lo que lo hacemos habitualmente. Es esperar de uno aún más de lo que cualquier otra persona pudiera esperar.
Y todo cambio interior comienza cuando modificamos nuestro modelo de comportamiento o ese patrón de conducta de lo que nosotros consideramos como aceptable. Y cada vez que lo hagamos, cualquier cosa que sea inferior a ese nuevo patrón de conducta, nos va a producir cierta disconformidad, es más, es muy probable que se convierta en algo que no aceptemos. Y esa disconformidad será la responsable de encender esa chispa de fuego interior, que genera una fuerza inquebrantable, con la que cualquier ser humano puede lograr el objetivo que se proponga. Es lo que comúnmente llamamos la fuerza de voluntad, o la fuerza interior.
Quizás todos tengamos esa pasión dentro de nosotros, quizás todos tengamos ese fuego interior que en algún momento nos va a hacer aproximarnos o acercarnos hacia la vida de éxito que tanto merecemos y que tanto deseas.
Y, mucha gente está desconforme con su situación actual. Pero, sin embargo, fíjense qué curioso, son muy pocos los que están dispuestos a hacer algo al respecto. Escuchar un consejo, escuchar una conferencia, leer un libro… y todos son “no”. Leer no, porque es algo que siempre me aburrió. Escuchar una conferencia no, porque en realidad la persona que habla dice las cosas muy lindas pero después instrumentarlas en la realidad es muy difícil. Ir a un Seminario o a un Taller, no, tampoco, porque no tengo el tiempo suficiente y tampoco me alcanza el dinero, yo trabajo mucho y cuando llego a mi casa estoy tan cansado que apenas puedo pensar en otras cosas, lo único que quiero es descansar, mirar un rato la televisión y luego dormir.
Y mañana, empieza un nuevo ciclo exactamente igual, y la semana que viene empieza un ciclo igual, y el mes que viene empieza un ciclo igual. Y pasan los años, y pasa la vida, en una rutina inquebrantable, que nos tiene siempre insatisfechos, que nos tiene siempre de mal humor, pero que tampoco nos motiva lo suficiente como para poder instrumentar algún cambio.
Entonces, no nos quejemos. Si no demandamos más de nosotros mismos, aceptemos las condiciones y las reglas de juego que nosotros hemos impuesto para nuestra vida, y tratemos de ser felices con lo que tenemos.
Pero, la única forma de mejorar la calidad de vida y de realmente poder acceder a un cierto bienestar, es hacer lo que uno está haciendo en forma cotidiana, pero de una manera diferente. La única forma de mejorar es actuando, es hacer algo al respecto.
Esto es igual si lo llevamos al terreno de la medicina. Si viene un paciente a la puerta de urgencia, y se le hace diagnóstico de una apendicitis, pero ya con una peritonitis y no se le opera, el diagnóstico está perfecto, pero el paciente muy probablemente muera, como consecuencia de su peritonitis, en veinticuatro o cuarenta y ocho horas, porque no se ha actuado.
Con la vida pasa lo mismo. A veces, tenemos diagnósticos certeros, perfectos, exactos, de lo que nos pasa, pero mientras no vamos a la acción, mientras no damos ese paso adelante, que nos permita actuar y de ese modo encontrar herramientas, alternativas, caminos, modificaciones, nos vamos a quedar siempre supuestamente en el mismo lugar. Pero en realidad, no nos quedamos en el mismo lugar, sino que vamos a ir retrocediendo cada vez más, porque hay otras personas, que sí han comprendido que tienen que introducir modificaciones, que el mundo hoy gira vertiginosamente, y de que nadie puede quedarse inmóvil en el mismo lugar donde estuvo siempre.
Dr. Walter Dresel
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