[DEL PADRE PRESENTE QUE NO PUDO ESTAR PRESENTE
Había una vez en un País no muy lejano, un padre llamado José Manuel, tenía dos hermosos hijos, Carolina y Manuel, de 7 y 5 años, un padre que los quería tanto que dedicaba su vida para estar cerca de ambos, jugaba con ellos, llegaba de trabajar para revisarles la tarea cada vez que podía, les había comprado un perrito para que jugaran con el y los cuidara. Algunas noches les contaba cuentos para dormir, les hacía el desayuno por las mañanas antes de ir al Colegio, al que los llevaba personalmente, no sin antes persignarlos y los sábados y domingos se dedicaba prácticamente a su familia, a acompañarlos, cuidarlos y hacerlos sentir tan queridos….
Sin embargo, tenía un gran problema, no se llevaba bien con Anaissa, con quien estaba casado desde hacía mas de diez años- no tenían buena comunicación, peleaban constantemente por todo y por nada a escondidas de sus hijos para que no sufrieran, ni se dieran cuenta. Un día de tantos, después de muchos intentos de comunicarse, de reconciliarse, irremediablemente vino la decisión de divorciarse, por lo que José Manuel penosa y dolorosamente, como tantos y tantos padres, tuvo que abandonar la casa en la que compartía su vida con sus hijos, con su familia, SU HOGAR…. Iniciando así el proceso de divorcio, mismo que culminó con una sentencia en la que además de decretar el divorcio, condenó a José Manuel a ver a sus hijos, sus amados hijos -por los que vivía y se desvivía- únicamente dos fines de semana al mes. Increíble! Después de haber vivido con ellos, compartir con ellos, trabajar para ellos y motivarse para ellos, únicamente se volvería un padre de cada quince días…. Vaya forma de arrebatar el amor de los hijos a un padre y a los hijos que forma de arrancar de sus corazones y de sus vidas a su tan hermoso y presente padre.
Así, poco a poco… con el paso del tiempo….. José Manuel como cada quince días se presentaba puntualmente a recoger a sus hijos, siempre cumpliendo además con el pago de alimentos para ambos. Al principio y bajo la orden del juez, estuvieron de forma constante listos para irse con su padre. Pero al paso de los días, meses e incluso años, algunas veces estaban, otras no. Llegaba José Manuel a su puerta tocaba y tocaba el timbre y nadie le abría…., intentaba comunicarse con ellos y su madre no les permitía tener celular, por lo que le era imposible entablar comunicación de ningún tipo. Cuando alguna vez pudo entrar al patio delantero de la casa y abrazar al perrito que le había comprado a los hijos, mientras salían su ex, le habló para pedirle que no lo volviera a tocar porque guardaba su olor y no quería tener en su casa nada que le recordara a él. Sus hijos, se fueron alejando poco a poco, lo fueron olvidando, dejando de necesitar, dejando de añorar, a veces Manuel le hablaba para que le comprara juguetes y José Manuel emocionado corría por él para llevarlo a la juguetería para que escogiera su
deseado juguete, pero con enorme tristeza lo único que recibía de su hijo ya con el juguete en la mano era un “ya llévame a mi casa, ya me quiero ir”, lo regresaba efectivamente, pero se sentía tan utilizado, tan herido…. Muchas veces intentó hablar con sus hijos y decirles y explicarles, que él se divorció de su madre, no de ellos, que a ellos los amaba y que por nada ni por nadie los abandonaría ni dejaría, eran sus hijos…. Él era un Padre presente. ¿ Cómo explicarles, cómo hacerles sentir, hacerles ver que era un padre presente, que NO los quería abandonar, que NO quería perderse minutos de sus vidas? Que quería verlos crecer y verlos vivir su vida….
En su desesperación Intentó hablar con Anaissa, intentó hacerle ver la importancia que tiene el Padre en la vida de sus hijos, intentó explicarle que ellos son adultos, que ellos se divorciaron, pero su vínculo es eterno, que ambos son Padres, y que sus hijos necesitaban la presencia del Padre para que crecieran fuertes, seguros y amados. A lo que ella sólo le contestó que no había nada que hacer, que estaban divorciados y que ella no obligaría a sus hijos a verlo si ellos así lo decidían…. Y así fue como José Manuel después de tanta humillación, de tanto dolor, de tanta desesperación, poco a poco empezó a dejar de estar presente. A pesar del divorcio y con mayor razón siempre quiso hacerle sentir a sus hijos que estaría con ellos no importando que no continuara viviendo en su casa, que estaría con ellos en las buenas y en las malas, que estaría con ellos en sus alegrías y sus tristezas, que estaría con ellos, siempre, ahí con ellos, para ellos. Sin embargo, ante tanto desaire, tanto desprecio, tanto olvido, empezó a aceptar que sus hijos por más que hacia y por más que hiciera no lo querían ver, que por más que los buscara no lo aceptaban ya en su vida.
Ha sido el dolor más grande de la vida de José Manuel, dolor, desesperación, impotencia, humillación y a pesar de él mismo, poco a poco ha ido aceptando el olvido y rechazo de sus hijos…. Y lleva y llevará en su vida la pena de haber sido un Papá presente que NO PUDO ESTAR PRESENTE.
Cuantos abrazos, cuantos te quieros, cuantos besos, cuantos sueños, caricias y vivencias se pierden y se continuarán perdiendo Carolina y Manuel y tantos y tantos niños, porque sus padres no comprenden que el divorcio es de los padres, ¡no de los hijos! Y asi crecerán también con una gran ausencia, la de su tan entrañable padre, sin saber y sin entender
nunca que él no se divorció de ellos.
Y si bien es cierto, el Padre en éste caso tan penoso tiene el absoluto derecho para recurrir a Juzgados para solicitar al Juez se cumpla la orden de que los pueda ver cada quince días, también lo es que es un verdadero conflicto ya que en todos los temas que tengan que ver los hijos, ellos deben ser llamados a juicio, lo que en muchas ocasiones hace que los padres no recurran a ninguna instancia judicial y sólo opten por ir desapareciendo de sus vidas, situación en la que todos pierden.
Lic. Claudia Torres G.
Autora del libro "POR FAVOR, NO LO HAGA"
Comentarios
Si mis hijas hubieran tenido un mejor padre, hubiera seguido con él, ..........exijo poco....................