CUANDO DECIDES...¿QUIÉN DECIDE?

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Tomar decisiones es cotidiano y complejo a la vez. Muchas de las decisiones que se toman diariamente, se hacen desde una “zona de indiferencia” porque están en el terreno del “piloto automático”: bañarse, vestirse, trasladarse al trabajo, tomar una ruta fija para ir a algún destino, preparar el café, entre otros cientos de ellas, que no implican duda o análisis; sin embargo, hay otras elecciones que no se hacen con tanta facilidad, y que, muchas veces, se dejan en manos de un tercero: el lugar de las próximas vacaciones, la forma de celebrar el cumpleaños; incluso, dónde vivir cuando hay cambio de casa…decisiones que, si se vive en pareja, deberían ser de dos, siempre y cuando no se renuncie a la oportunidad de elegir, ya sea por responsabilizar a alguien más de las consecuencias, o por permanecer en la “zona de confort”. ¿Te ha sucedido? ¿Delegas demasiadas decisiones a otros?

Por otra parte, es posible que te consideres una persona autónoma e independiente, capaz de tomar todas las decisiones de tu vida, las triviales y las trascendentales, pero ¿desde dónde tomas tus decisiones? Si bien hay algunas que deben ser tan rápidas, que no permiten someterlas a un proceso largo y difícil, deberían de ser las menos; las decisiones más importantes como elegir una carrera profesional, el lugar de residencia, casarse, vivir en pareja, tener un hijo, jubilarse...tienen que ser producto de un análisis y no de un impulso.

¿Cuántas veces has tomado decisiones de las que no te sientes segura? Tal vez es así porque ha decidido tu amígdala, que es la parte impulsiva de tu cerebro. Según Damasio (2010), la toma de decisiones está guiada por algunos cambios prácticamente imperceptibles, que el cuerpo genera para mantenerse en equilibrio, porque la mayor parte de las veces decides en respuesta a ciertos estímulos que tu cerebro interpreta. El neuro-científico mexicano Ranulfo Romo defiende la idea de que aún los actos conscientes, son disparados por actos inconscientes, lo que implica que el cerebro y el cuerpo están estrechamente comunicados, porque primero sientes, y luego decides; todo depende de las historias del pasado que vuelven a ti cuando tienes que decidir nuevamente en situaciones similares a las ya vividas. Esto sucede, porque antes de cualquier proceso reflexivo, tu organismo responde biológicamente a los estímulos, como parte de tu instinto de conservación; sólo que esos estímulos, pocas veces son reales. La mayor parte del tiempo los generas con tus pensamientos; por ejemplo, creer que si decides hacer algo, saldrá mal; que si aceptas a una persona en tu vida, te engañará; que si no estudias lo que tus padres te aconsejaron, fracasarás en la vida, que si cambias de estilo te criticarán. Por supuesto que, además de la amígdala, intervienen procesos muy complejos en la toma de decisiones, pero, si tomas conciencia de que mucho de lo que pronosticas es únicamente fantasía, será más sencillo controlar tus pensamientos para encaminarlos hacia respuestas más optimistas. Así todos los demás elementos de tu cuerpo, harán su trabajo en el proceso de adoptar la mejor solución.

Es impresionante que, además de la corteza prefrontal ventromedial y dorsolateral del cerebro, otros órganos se comuniquen y  participen en la toma de decisiones, como el estómago, el corazón y los pulmones; también se involucran los neurotransmisores como la norepinefrina, la acetilcolina, la serotonina y la dopamina, para generar tus estados anímicos y cogniciones de alto nivel para llegar a las respuestas que estás procesando. (Poppa y Bechara, 2018).

Entonces, ¿quién decide?, ¿quién habita en ti que toma tus decisiones?, ¿cómo decidir correctamente? Todo lo que decides forma parte de tu experiencia de vida, por lo que no hay soluciones únicas o cien por ciento acertadas, por lo que es recomendable el análisis de la situación y la atención a la intuición. Siempre establece los pros y contras de la decisión, pero también lo que tu corazón te está pidiendo; de esa manera harás elecciones equilibradas y resulten de lo mejor o no, serán grandes aprendizajes en tu vida.

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