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La deuda no te hace menos mujer. Pero el silencio sobre ella, sí te hace más vulnerable.

Durante mucho tiempo, las mujeres hemos cargado con la idea de que nuestra valía se mide por lo bien que administramos.

Por si alcanzamos con el gasto. Por si somos "buenas" para ahorrar. Por si no molestamos con problemas financieros.

Y cuando llega la deuda, no sólo duele el número.

Duele la vergüenza.

Duele el juicio social.

Duele pensar: "Con todo lo que hago, ¿encima también fallé aquí?"

Este texto es para ti, que has sostenido familias, hijos, trabajos, casas, sueños, y aún así sientes que estás en deuda contigo misma.

Vamos a hablar claro, con compasión y sin filtros.

Porque la deuda no es falta de inteligencia.

Es falta de información, de red de apoyo y de estrategias creadas por y para mujeres reales.

El patriarcado también vive en tu cartera

Históricamente, se nos ha excluido del conocimiento financiero.

Hasta hace pocas décadas, no podíamos tener cuentas propias.

Y aunque eso ya cambió, el rezago sigue:

  • Nos pagan menos por el mismo trabajo.
  • Tenemos menos acceso a créditos con buenas condiciones.
  • Se nos exige "rendir" más con menos.
  • Se espera que prioricemos el bienestar de otros por encima del nuestro.

Todo eso se traduce en decisiones financieras tomadas desde la urgencia, no desde la estrategia.

Mi historia (y la de muchas)

Yo también usé la tarjeta para salir de un apuro.

Me decía: "Banamex presta"... y sí, prestó. Pero el gusto duró poco.

Me quedé sin empleo y el saldo subió como espuma.

No entendía cómo funcionaba el saldo promedio, el CAT, ni por qué aunque pagaba, la deuda no bajaba.

Y lo peor: no tenía con quién hablarlo sin sentirme estúpida.

La soledad financiera es una pandemia silenciosa para las mujeres.

Porque se nos pide que resolvamos, pero no que hablemos de lo que pesa.

Lo que me habría gustado saber antes

  • Que no era la única.
  • Que hay estrategias reales que no implican dejar de vivir.
  • Que la información financiera no tiene por qué ser intimidante.
  • Que la culpa inmoviliza y la claridad libera.
  • Que se vale pedir ayuda sin perder dignidad.

7 sabotajes silenciosos que muchas mujeres cargamos

  1. Pensar que pedir ayuda es ser débil
  2. Confundir sacrificio con amor
  3. Poner las necesidades de todos antes que las propias
  4. Creer que hablar de dinero es de mal gusto
  5. Justificar a quien nos endeuda emocional o financieramente
  6. Ignorar nuestras finanzas por evitar conflictos
  7. Creer que tenemos que poder con todo solas

Estos sabotajes no son personales. Son estructurales. Y se pueden desmontar.

Puedes empezar descargando el recurso gratuito "7 Sabotajes Silenciosos que te mantienen endeudad@".

Es un abrazo en forma de guía.

Y te cuento cómo le puse un alto (sin drama y con amor propio)

No hice un plan perfecto. Hice un plan posible.

  • Revisé mis deudas con datos y sin culpa.
  • Organicé los pagos por prioridad emocional y financiera.
  • Dejé de usar la tarjeta mientras pagaba (esto fue clave).
  • Pedí ayuda, abrí conversaciones que me obligaron a soltar vergüenza.
  • Me di permisos: para fallar, para corregir, para descansar.
  • Y aunque me hubiera gustado contención de una comunidad, que no existía, decidí no tomar más consejos de quienes no entienden lo que vivo.

Y sobre todo, soltar el ideal de mujer que todo lo puede.

No quiero poder con todo.

Quiero poder con lo que importa. Y eso incluye mi paz financiera.

Si esto te resonó...

No te quedes sola. No más hacer como que no pasa nada.

  • Empieza con el recurso gratuito "7 Sabotajes Silenciosos" que encuentras en el Santuario de Identidad Financiera.
  • Y si estás lista para un acompañamiento con perspectiva de género, podemos trabajar 1 a 1 o sumarte al coaching grupal para salir de deudas, desde tu poder personal.

Sanar tu relación con el dinero también es autocuidado. Y también es feminismo.

Te leo. Te creo. Te acompaño.

Marijó

 

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