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¿CÓMO SE MANIFIESTA LA AGRESIVIDAD?

Una mujer lo expresó así: «Es como si me sintiera muy enojada, y a menudo lo estoy, pero la agresividad es diferente. La percibo en todo el cuerpo, como diminutas punzadas de odio. Si un coche me adelanta o me corta el paso, quiero desquitarme, humillar al conductor como me humilló él. Si seguimos igual, me entran ganas de matarlo.»

La agresividad está estrechamente relaciona con la ira y con el miedo. La ira es más «limpia» que la agresividad; suele provocarla una acción concreta o una pauta de comportamiento de la persona con quien estás enojado, lo que no impide que te relaciones con esta persona. La agresividad, en cambio, te hace ver al otro como enemigo. Según la descripción de George: «Cuando me siento agresivo, ya no veo a May como mi esposa y amiga; me parece un monstruo, es como un compendio de todos los rasgos odiosos de mi madre y de todas las mujeres malvadas con las que he estado relacionado.»

Para el individuo agresivo, la persona que provoca en él esta sensación constituye un enemigo muy poderoso. Puedes decidir tratarla según las reglas de la Convención de Ginebra, es decir, ser lo más justo posible con él. O, si eres menos civilizado o te sientes más amenazado, acaso decidas declararle la guerra. Ser agresivo con alguien borra tu preocupación por su bienestar, pues de momento no lo ves como un ser humano. Usas el poder en el sentido de poder dominante y fuerza y te sientes plenamente justificado. 

LAS FORMAS QUE PUEDE ADOPTAR LA AGRESIVIDAD

La agresividad puede manifestarse de múltiples maneras. Nuestra forma de expresarla depende de la clase y de la cultura en la que vivimos. Por ejemplo, en algunas comunidades quizá sea corriente expresarla de modo físico: un hombre resuelve sus problemas con otro retándole a luchar con él. La desventaja de este método es que se puede llegar demasiado lejos y herir o matar a alguien. Sin embargo, si la agresividad no se expresa de modo físico, no es muy probable que admitamos su existencia. Así, por ejemplo, en la película Ridicule la aristocracia francesa se mostraba de lo más agresiva; sentados en sus salones, vestidos con elegancia y bien peinados, exigían ingenio de todos los presentes.

La recompensa del ingenio consistía en escalar los peldaños sociales. No obstante, si no se mostraban ingeniosos, los humillaban y a menudo los rechazaban. De hecho, debajo del barniz de comportamiento civilizado, las actividades de estos aristócratas eran sumamente hostiles. No daban golpes, pero la gente podía sentirse humillada y aniquilada por la agresividad del grupo. 

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