Vivimos en una sociedad donde el doble-mensaje está latente en cada circunstancia. Lo que todos no sabemos es el poder que tiene la mentira sobre nuestra cuerpo, el “cargo” que nos deja. Un cargo que luego nos traerá consecuencias que se verán reflejadas en nuestra personalidad y el trato con la gente. Las mentiras hacen daño, aunque a priori no seamos conscientes de ello.
Es sabido que para mentir se necesita una buena memoria, además, de tener una buena capacidad para la interpretación. Mentir no solo afecta a los demás, sino que, a la larga, también nos afecta a nosotros mismos. Decir mentiras nos obliga a saber todo aquello que hemos dicho, además de poder acabar perdiendo la confianza de quienes más queremos.
¿Por qué mentimos?
Uno mismo es consciente cuando miente a otra persona, pero el secreto está en saber el grado y el tipo de mentira para saber cuánto nos puede afectar a nuestra mente. La gran mayoría de las personas busca en la mentira un “escape” de la realidad. Crear una fantasía conocida como “realidad paralela” donde nos encontramos en perfecto estado y haciendo lo que realmente nos gusta. Pero lo que nosotros damos a entender a los demás es la “cruda mentira”. Ese círculo vicioso aumenta cada vez más cuando uno mismo no se controla al decirlas y surgen efectos físicos y hasta psicológicos.
La mentira deriva de importantes factores como el estrés, angustia, dolor y baja autoestima. El factor estrés y angustia, se ve reflejado cuando una mentira tiene que ser sostenida por largos lapsos de tiempo. Como consecuencia nos trae alteración, estrés, vivir sintiéndonos “perseguidos”, alertas de todo… La grave consecuencia es perder la moral y aumentar nuestro estado interno de angustia. Como solución es conveniente decir siempre la verdad aunque duela. Como muchos psicólogos aseguran, lo ideal es saber tratar, conversar la situación con total libertad, respeto y buena comunicación.
Mentira y autoestima
La mentira deriva de otro factor ante dicho como la baja autoestima. Se relaciona la mentira con el aspecto negativo de una persona. En las personas acostumbradas a mentir predominan estas características junto con la vulnerabilidad, el temor a fracasar y no intentar lo que realmente quieren o buscan. Se llegan a lograr resultados efectivos trabajando este tema forjando un autoestima más sólido. Obstaculizar los temores y aceptar equivocarnos como cualquier ser humano haciéndonos cargo de cualquier situación repercutirá positivamente en dejar de mentir.
Aunque se conozca la mentira en diferentes formas y circunstancias, siempre seremos víctima o autores de algo relacionado con ella. Es por eso que la gente modifica su esencia pasando de ser una persona libre, fresca a perseguida y vulnerable. La mentira modifica nuestra comunicación, no da lugar a estar en paz con nuestra mente, deriva en enfermedades y en cambios psicológicos que afectan tanto a nosotros como a las personas que nos rodean.
Las mentiras hacen daño: pérdida de confianza
Una de las consecuencias más evidentes de que las mentiras hacen daño es la pérdida de confianza que causa en la otra persona. Cuando descubrimos que alguien nos miente, nuestra inclinación a partir de ese instante es a desconfiar de cada cosa que nos diga. Una desconfianza que aumenta si las mentiras son varias. Llega un punto en el que somos incapaces de distinguir entre la verdad y la mentira. La razón principal es porque ya no sabremos si nos mienten o no.
Es por ello, que la mentira causa un inmenso dolor en los demás, pero sobre todo, en quien miente. La razón es sencilla, a largo plazo se verá solo. Al perder la confianza de aquellos que le rodean, corre el peligro de acabar llevando una vida solitaria. La mentira no es una buena compañera por muy dura que sea la realidad. Ya que las mentiras hacen daño y mucho, en aquellos que han depositado la confianza en nosotros. El sentimiento de traición es doloroso y por esto, no sólo nos sentimos engañados, sino traicionados.
Cuando sintamos el impulso de mentir, lo primero de todo es pensar en que las mentiras hacen daño aunque en un primer momento no sepamos verlo. Si nuestra vida se basa en la sinceridad, no tendremos necesitad de jugar un doble papel con los demás.
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