Regalo el capítulo 6 de mi nuevo libro: LAS PERSONAS ILIMITADAS TIENEN LA LENGUA DEPILADA (Amazon)
Algunas son genuinamente peligrosas.
¿Por qué Peppa con dos ‘p?
Una ‘p’ por peligrosa y otra ‘p’ por pertinaz.
- Peppa, te vas a meter en un buen lío.
- Martha, ¿en serio, piensas eso?
- Ya no eres una niña… Quiero decir que has pasado por situaciones complicadas…
- De las cuales, te recuerdo, he logrado salir… –dijo Peppa un poco contrariada al no entender a qué venía ese discurso con tintes moralistas.
- Lo sé, soy consciente de que has logrado sortear un montón de obstáculos…
- ¿Entonces?
- Creo que ahora, sinceramente, es un poco más complicado…
- Explícate, por favor.
- La corriente imperante es muy ‘feminista’, aunque no en el sentido que debiera. Aparentemente, va a favor de la mujer, lo cual, en parte es cierto. Es decir, respecto de las que piensan como ellas, sí. Empero, respecto de aquellas que no aceptan ser manipuladas, aleccionadas, ‘convencidas’ y se niegan a adherirse al nuevo orden feminista imperante’, van a por ellas, las machacan…
- Soy consciente de ello. Sigue, por favor.
- La mayoría de las mujeres posicionadas en ‘puestos de relevancia’, piensan hembrísticamente, se creen muy feministas y alardean de ello. He aquí por qué no toleran una ‘outsider’ (independiente, alternativa…). Si, en el pasado, las de esta tipología, te dejaron de lado y no te apoyaron, ahora, te van a crucificar.
- No espero nada diferente –dijo Peppa tranquilamente. – Siempre he sido consciente de que mucha gente me toma por orgullosa, en el mal sentido… Y, no se equivocan, soy orgullosa. Es más, me siento ufana de ser cómo soy. Me tengo en alta estima no en vano me recuperé a mí misma. Por lo que, actualmente, poseo un nivel saludable de inteligencia emocional y es difícil que me la den con queso. Suelo hablar muy claro, algo que no gusta a las que viven del cuento del feminismo.
- Hay quien piensa que eres una perdedora… Además de ser más chula que un ocho.
- Lo sé, también soy consciente de ello. Nunca me casé con nadie. Desde pequeña, he sabido quién soy y, mientras tenga un cabeza para pensar y dos manos para trabajar, no pienso besarle el culo a nadie. Tengo claro que, si me dedicase a ‘bailarle el agua’ al poder de turno, a los y a las ‘influencers’ del sector, me iría de otra manera, me refiero a que, entre otras cosas, ganaría más dinero del que gano… Las puertas se me abrirían sin tan siquiera tener que llamar. Ahora bien, ¿a cambio de qué? –dijo vehementemente Peppa. Y, sin dejarle, a su amiga, tiempo para responder, añadió: – A cambio de mi dignidad.
- La dignidad no cotiza en bolsa. Ya lo sabes –dijo Martha.
- Lo sé. Traicionar mi integridad, prostituir mi dignidad, lo cual implica dejarme a mí misma de lado, me sienta fatal. No puedo traicionarme. Vine a este mundo con un antídoto ya puesto en vena. Mi alma ha aprendido la lección. Por eso, mis principios son los que son le pese a quien le pese.
- Te han proscrito y dejado fuera de muchos eventos por ser ‘diferente’.
- Me dejaron fuera por no ‘bailarles el agua’ y por expresar mi opinión. No les soy simpática. No lo soy, no lo fui, no lo seré... Ni quiero serlo.
- ¿Nunca intentaste caerles bien?
- Oh, claro que lo intenté. Hubo un tiempo en el que me codeé con ‘gente importante’. Les gustaba mi inteligencia, mi buena disposición a ayudar… Si bien, mi personalidad, acabó por incordiarles. Me cesaron por ser demasiado brillante y por exhibir una independencia de criterio excesiva para su gusto y aguante, según me dijeron los que eran mis jefes. El que piense por mi cuenta y ose, no sólo exponer mi opinión, sino discutir y hacerla valer, suele molestar porque, no disimulo que ‘estoy fuera del redil’.
- A mí, no me fue mejor por estar dentro, lo confieso. Mi nivel de autoconfianza no era como el tuyo, quizá por ello me sumé con facilidad a participar en la ‘farsa’ del feminismo y la defensa de la mujer. Mi marido, que es un buen hombre, inteligente y leal, nunca me ha puesto la mano encima. Mi padre tampoco me pegó nunca ni mi madre se sacudió con la zapatilla. He tenido una buena vida familiar y una infancia feliz. Tal vez, todo ello, me hizo sentir culpable…
- Tú no tienes la culpa, sino la fortuna de haber tenido una vida así –dijo Peppa.
- Lo sé. El que otras personas, mayormente mujeres, no hayan sido tan afortunadas como yo, me hizo sentir culpable… Como si tuviera que pedir perdón por ello o hacer algo para compensarlo…
- A mí, en parte, me sucedió lo que a ti… Ello hizo que me sumase a un movimiento de tintes feministas promovido por una que quería hacerse famosa y subirse al carro del feminismo. Se trataba de la amiga de una amiga. Creí en ella, en su proyecto, en sus ideas, en su intención de ayudar…
- No fue así. ¿Acierto?
- La ‘susodicha’ sólo buscaba apoyos para montarse una ‘salida’ a su carrera en declive, lo de ser abogada como que no daba mucho de sí...
- Ya…
- Iba de simpática, de ‘cool’. Tenía una ‘persona’, como suele decirse en psicoanálisis, muy bien estructurada. Su 'personaje de supervivencia’, daba el pego. Se presentaba como una mujer muy comprometida con la lucha feminista. Vendía la idea de querer contribuir a que la violencia de hombres a mujeres y de mujeres a hombres se visualizase y disminuyese.
- ¿Qué fue lo que pasó?
- Reculó en cuanto vio que, las asociaciones feministas, todas ellas de ideología de ‘izquierdas’ o ‘progresistas’ (que, de ambas, no tienen nada de nada, dicho sea de paso), se le echaron encima por defender, además de a las mujeres, a los hombres víctimas de denuncias falsas.
- Bueno, al menos siguió defendiendo a las mujeres.
- ¿Defenderlas? Lo que defendió fue lograr subvenciones para la ‘fundación’ que se montó con el propósito de recibir fondos.
- Ya veo…
- No puedes contradecir a las ‘feministas’, me refiero a su discurso, si quieres tener su ‘favor’.
- Lamentablemente, así es. Porque son hembristas, no feministas.
- A mí, particularmente, ese enfoque de que la mujer es víctima de un hombre, no lo comparto…
- Peppa, no puedes negar la existencia de hombres maltratadores…
- No, Martha, no lo niego. Ahora bien, a mi entender, las mujeres que aguantan malos tratos ya sea psicológicos o físicos o ambos, tienen una autoestima muy depauperada, no creen en sí mismas y, tanto la confianza como la valoración de sí mismas, están anuladas, cero. Ergo, si queremos ayudarlas a salir de relaciones disfuncionales, no hay que tratarlas como ‘víctimas’, en el sentido de ‘pobrecitas, qué malo es él’. Considero que sería más productivo o lo sería, en todo caso, para ellas, enseñarles que nadie nos hace nada que no le consintamos, inculcarles que tienen el deber de quererse, apreciarse, cuidar de sí mismas… Y, que, si quieren salir de una mala relación y no volver a recaer, deberán aprender a ser responsables de sí mismas y, por ende, asumir las consecuencias de sus actos.
- Algo así como ‘doce pasos para adictas’… –apuntó Martha.
- Puede… Te reconozco que no es fácil salir de una mala relación –dijo Peppa con una cierta tristeza en la voz.
- No creo que nadie lo piense, a no ser que no sepa nada de Psicología e ignore de qué va la vida humana –dijo Martha.
- Estoy contigo. Se trata de algo tremendamente complejo. Razón por la cual, dicho enfoque de que, al hombre, el hecho de ser hombre, lo convierte en un potencial violador y en un ser malo, no resuelve la problemática de las mujeres maltratadas. Peor, las confunde aún más… –dijo Peppa. Y, acompañando sus palabras de un suspiro al tiempo que elevaba los brazos hacia el cielo, añadió: – Querida, hete aquí porque no les gusto y sí disgusto. El hecho de que yo las responsabilice, es decir, insista en que, ellas, al igual que ellos, son responsables de con quién se juntan, de cómo llevan sus vidas… ¡las solivianta sobremanera!
- ¡Lo tenemos claro! –exclamó Martha
- ¿Quién? –preguntó Peppa dejando asomar su perplejidad.
- Tú y yo, como poco –dijo Martha.
- No soy de tirar la toalla ni espero que me aplaudan. Lo único que quiero, en esta vida, es ser fiel a mí misma. No tengo la más mínima intención de traicionarme. Prefiero el ostracismo de los demás a vivir de espaldas a mis valores y a mi alma –dijo con convicción Peppa.
- Soy de tú parecer –afirmó Martha.
- Martha, hoy en día, aunque la libertad lo tenga difícil y esté perseguido enfocar las cosas de otra forma, no hay que cejar en la lucha. Rendirnos, nunca.
- En cada época, los rebeldes, aquellos que osaron pensar de forma diferente, ser transgresores con las normas sociales, siempre han sido perseguidos…
- Y, perseguidas. Ahí está Salem y sus ‘brujas’…
- ¿Crees que, en alguna vida pasada, podrías haber acabado en la hoguera? –inquirió sin segundas Martha.
- No lo dudo.... ¡Con lo que acostumbro a plantar cara! Igual por eso soy inmune al ostracismo… –dijo con cierto sarcasmo Peppa.
- Actualmente, la hoguera no tiene llamas físicas o casi… Ahora te mandan a la hoguera del descrédito, te ignoran, tratan de borrarte del mapa… Es la cultura de la cancelación –dijo Martha sin un atisbo de falsa compasión.
- Ya he probado de esa medicina mediática… –dijo Peppa a modo de declaración de principios.
- Peppa, ¿nunca te has planteado que podríamos estar equivocadas?
- ¿En qué sentido? –dijo Peppa con cierto asombro porque ella había reflexionado mucho acerca de ello y estaba convencida de que tenía las ideas muy claras, al menos, en eso.
- Me refiero a que, si tantas mujeres son las que lo enfocan desde el ángulo de que el hombre, o el heteropatriarcado, es el culpable de que existan los malos tratos y el causante de que una relación vaya mal y/o del que una mujer no se sienta amada y valorada… Según ellas afirman, el hombre, es el ‘malo’ por excelencia’… ¿No crees que pueda ser cierto? –dijo Martha movida por su tendencia al exceso de análisis.
- Ellas son unas niñas inocentes, ¿no? –dijo Peppa interrumpiéndola y dejando traslucir una cierta contrariedad.
- Bueno, Peppa, ya sabes que la cultura del heteropatriarcado es muy fuerte. Los hombres siguen teniendo preeminencia sobre las mujeres. La sociedad es muy machista… –dijo Martha en un tono conciliador.
- Martha, ¿lo dices en serio? De verdad, ¿lo crees así? –dijo Peppa perpleja.
- Me lo planteo a menudo… –dijo Martha bajando la mirada.
- ¿En tú familia existe o ha existido ese ‘heteropatriarcado? –preguntó Peppa muy seria como si se estuviera dirigiendo a su amiga por primera vez y desconociera tanto su historia como su forma de pensar.
- No, sinceramente, no –dijo Martha con voz firme.
- ¿Ergo? –dijo Peppa mirándola directamente a los ojos como quien busca hallar una información más allá de lo obvio.
- Ergo, no porque no sea nuestro caso, ello no significa que no exista –alegó Martha que empezaba a sentirse como si estuviera defendiendo un tema en una tertulia.
- De acuerdo. No te niego que el ‘lobby’ masculino siga siendo muy pujante. Ahora bien, ¿qué hay del ‘lobby’ feministoide? ¿Nos da una oportunidad a las mujeres que pensamos diferente o se comportan tan machista o hembrísticamente, como ellos, los machistas, se comportan con las mujeres en general? –dijo Peppa sumándose el tono tertulianista de su amiga.
- Ya sé que, a ti, en particular, no te la han dado –dijo Martha sin ningún atisbo de ironía en su voz.
- No, más bien me dieron con la puerta en las narices, ya lo sabes –dijo Peppa acompañando sus palabras de una sonrisa irónica.
- Cierto –dijo Martha.
- Puede que, en gran parte, debido a mi propia experiencia personal, me haya convencido de que, el misoginismo ya sea machista o hembrista, existe y, ambos, son igual de peligrosos. No creo, sigo con mi empirismo personal, que estemos equivocadas… El machismo, existe, claro que sí y, el hembrismo, también. Que hay hombres malos, es una realidad –dijo Peppa ya metida en su papel de conferenciante encantada de poder ser pedagógica.
- También hay mujeres malas –añadió Martha.
- La maldad es propia del ser humano, no de un sexo. La violencia cero, no existe.
- Considero que, lograr que el misoginismo disminuya, no pasa por eliminar al ‘hombre’ o por hacerle culpable de todo mal. Las mujeres deben interiorizar que, para crear una sociedad mejor, todas debemos contribuir a ser respetadas, tratadas como iguales legal y socialmente, asumiendo nuestra cuota de responsabilidad –dijo Peppa encantada de poder hablar con su amiga Martha sin tapujos ni disimulos.
- Estamos en un momento muy delicado de la Historia. Según leí en una novela (‘El faro de Alejandría’), basada en hechos históricos, la Medicina que se enseñaba en la escuela de Alejandría estaba muy avanzada. No obstante, con la caída del Imperio Romano y la subsiguiente época oscura se perdió ‘casi’ todo el conocimiento. Por lo que, se tardó, nada más y nada menos que ochocientos años en recuperar el nivel alcanzado en Medicina a finales del Imperio Romano –dijo Martha con pena.
- Son malos tiempos para el sentido común… Así como para la verdadera libertad. Espero que no tardemos ‘ochocientos años’ en recuperar el nivel –dijo Peppa.
- ¿Cómo darle la vuelta a la situación? –dijo Martha lanzándole la pregunta a su amiga con la intención de implicarla en la ‘solución no sólo en el análisis.
- No es fácil. Es más, no sé si podremos darle la vuelta, aunque ello no nos impedirá intentarlo –dijo Peppa con humildad y realismo.
- Eres muy decidida… –dijo Martha.
- ¿Qué hago? ¿Me quedo de brazos cruzados? Cuando pienso en el mundo que les voy a dejar a mis hijos, me echo a temblar… En serio. Mis hijos han crecido sin su padre. A su muerte, me convertí en madre y en padre, no tuve elección. El duelo tuve que hacerlo a ratos, casi en diferido… No me pude permitir el quedarme en la cama huyendo de la triste realidad en la que me dejó sumida su inesperada muerte. La fortaleza es algo que se trabaja día a día. Yo tenía que vivir por los dos. A mis hijos, les he transmitido que, lo que quieran que sea que haya en su futuro, dependerá en gran medida del cómo construyan su presente. Su padre, era un hombre con mucho coraje, dispuesto a todo con tal de lograr lo que deseaba. Lamentarse, quejarse, huir de la realidad, acomodarse, no es aconsejable. No quiero que mis hijos vivan en una sociedad donde el hombre tenga que pedir perdón por ser hombre y la mujer se convierta en un ser vengativo donde la soberbia sea su arma arrojadiza–dijo Peppa con más tristeza que enfado.
- Soberbia, eso es lo que les nubla el sentido a esas pseudo feministas. Se creen imbuidas de una superioridad moral que nos hurtan a las mujeres que no pensamos como ellas… –dijo Martha sin un atisbo de debilidad ni de resentimiento en su voz.
- En verdad, se sienten inferiores a otras mujeres. Por otro lado, mucho alardear de que son mejores que los hombres cuando, curiosamente, se siguen relacionando con ellos. ¿Qué pretenden? ¿Por qué lo hacen? ¿Para poderles someter o para hacerles pagar los ‘platos rotos’? ¿Acaso nadie se ha parado a reflexionar acerca del daño que puede estar causando este enfoque impuesto, tanto en lo que respecta a la masculinidad como a la feminidad? Si desde pequeño te inculcan que por ser varón eres malo, violento, un violador en potencia… ¿Cómo va a crecer un niño varón? ¿Qué tipo de complejos desarrollará? –dijo Peppa a quien el tema preocupaba genuinamente pues pensaba en sus hijos y, sobre todo, en sus nietos.
- Sí… Y, ¿qué hay de las niñas? –dijo Martha.
- Otro tanto –dijo Peppa acompañando sus palabras con mueca irónica.
- Si te gusta un chico, ¿qué haces? ¿Cómo vas a relacionarte con esa pulsión natural, con ese sentimiento, si te han metido en la mollera que los hombres son malos? –dijo Martha pensando, a su vez, en sus propias hijas.
- Vamos por muy mal camino–sentenció Peppa parafraseando el título del libro de la filósofa francesa Élisabeth Badinter ‘Por mal camino’.
- Por cierto, esta noche organizo una cena informal en casa –dijo Martha. – ¿Te apuntas? Van a venir unos amigos…
- ¿Por qué me miras así? –dijo Peppa intrigada.
- Por nada… Me cachis, no se te escapa nada… Verás, he invitado a alguien a quien me gustaría presentarte –dijo Martha poniendo cara de no haber roto un plato en su vida.
- ¿Pretendes que ligue? –dijo Peppa no sabiendo si tomárselo en broma o en serio.
- Peppa, ya va siendo hora de que dejes tu ‘soltería’, ¿no crees? Puede que no te guste o puede que sí…
- O, puede que no le guste yo… –dijo Peppa tratando de zafarse del tema del emparejamiento del que, sinceramente, no quería saber nada ya que, ella, se no consideraba a sí misma viuda sino ‘eternamente casada’.
- Nunca se sabe –dijo Martha dándole un codazo cariñoso.
- No hay que tentar al destino –dijo Peppa muy seria.
- ¡Caramba! ¿Te ha dado alguna intuición o acaso has soñado algo? –dijo Martha divertida.
- Vamos, ¡déjalo ya! –dijo Peppa echándose a reír al tiempo que se inclinaba hacia delante para darle un abrazo a su amiga.
Martha llevaba toda su vida trabajando en el sector de los mass media, primero como productora de programas de radio y, posteriormente, de televisión. Con los años se lanzó a colaborar como tertuliana en algún que otro programa televisivo. Tenía buenos contactos entre la gente influyente por lo que, ‘templar gaitas’, era algo que no se podía permitir el lujo de eludir.
Sí a Martha le diese por escribir un libro, con la de cotilleos que sabía, a buen seguro que, éste, sería súper ventas.
Martha, caía bien fácilmente. Aunque no poseía una personalidad tan arrolladora como la de su amiga Peppa, tenía carácter. Era decidida, cercana, trabajadora, sólida como una roca, sincera, inteligente y con mucho sentido común. Cualidades, todas ellas, que la habían convertido en ‘la’ productora de programas por antonomasia.
Martha se casó con alguien que no tenía nada que ver con su trabajo. ¿Decisión propia? Sí y no. Ella prefería pensar que fue cosa del destino. Les presentó un amigo común que era actor. Su marido y su amigo habían sido compañeros de pupitre, como suele decirse. Una tarde que Martha había quedado con su amigo actor, se toparon con, el que, el destino le tenía preparado como ’marido’. Uno que, de tan discreto, salvo los muy allegados, ignoraban que Martha tenía pues la creían madre soltera y súper feminista.
A Martha no le importaba que la tuvieran por una feminista muy comprometida con la causa puesto que, la mayoría de las conductoras de programas de televisión y periodistas con las que se codeaba profesionalmente, iban de ‘feministas’. En una ocasión, recomendó a su amiga Peppa para participar en un debate sobre ‘hombres y mujeres y viceversa’ para una conocida revista femenina. Su amiga, la lió parda, sin quererlo ni pretenderlo.
¿Qué fue lo que pasó?
Muy sencillo, como era habitual en ella, dio su opinión, una ciertamente diferente, clarificadora, atrevida, rupturista, sin medias verdades ni medias mentiras, vamos, sin tapujos. Las otras contertulianas invitadas se molestaron ante semejante lucidez mental y atrevimiento verbal. Incluso, la periodista, que moderaba el debate, se molestó y dejó de lado su neutralidad, que es lo mismo que olvidar su profesionalidad, posicionándose del lado de las tertulianas ofendidas por la ‘opinión’ de Peppa. A ésta, no la achantó semejante frente feministoide y prosiguió defendiendo su posición. De haber sido fea y antipática, a Peppa le hubieran perdonado su ‘intensidad’, por aquello de que la fealdad y la antipatía pueden usarse para justificar que se eche a los leones a alguien. Afortunadamente, Peppa no era fea ni antipática, era bella y su sonrisa desarmaba. En opinión de un colega, era una ‘simpática borde’.
Martha, al no ser tan lenguaraz, y sí mucho más contemporizadora que su amiga Peppa, de entrada, era fácil quererla hasta que sacaba el genio. La gatita era un jaguar. A Peppa, se la veía venir. En cambio, a ella, no.
En un mundo en el que, no es lo que tienes lo que hace que te valoren, sino los contactos que atesores en tu agenda y de los cuales puedas presumir, lanzarte a perseguir tú sueño y aspirar a triunfar, es, como poco, de temerarios cuando no, de inconscientes. Lo de ser mujer ha cambiado mucho. El feminismo, no sólo ya no es lo que fue, sino que, además, dejó de saberse lo qué es. Las relaciones entre hombres y mujeres se han complicado tanto que se diría que casi mejor volverse ‘ángel’ a no ser que tengas más moral que el alcoyano y una potra de aúpa. La vida, en sí misma, ha devenido en un puro galimatías como si, ésta, no fuera ya de por sí compleja y atiborrada de dificultades acechando en cada esquina. La vida, cada día más, se asemeja a una novela policiaca o a un thriller de esos en los que asesinan a más de uno y descubrirlo es tarea sólo apta para Sherlock Holmes y similares. Quítale los ‘asesinatos literales’ pero déjalos como metáfora y verás que siempre hay alguien dispuesto a cargarse tu proyecto, sueño, relación o todo ello.
Ya a la venta en formato Ebook.
Tapa blanda y tapa dura a la venta a partir del 24.05.24
CONTRAPORTA:
“NovelHada” altamente inspiracional y transgresora en lugar de un ensayo sobre la sociedad en general y del feminismo en particular (que ha perdido su sentido y se ha convertido en hembrismo), que nos impulsa a expresar nuestro talento y nuestras opiniones sin tapujos, sacar lo que llevamos en el interior, ser la mejor versión de nosotros mismos, fomentar la sensatez, rebajar la agresividad, combatir al miedo, reforzar el amor propio y contribuir a crear una sociedad donde el respeto por las diferencias sea normal y nadie se autocensure/se muerda la lengua y mucho menos esconda su verdadera personalidad por temor al ostracismo social.
Las personas con mentes ilimitadas y lengua depilada (los personajes del libro):
- Han aprendido de sus ‘coscorrones vitales’
- Han digerido bien los resultados de éxito o de fracaso
- Tienen opinión propia y la expresan sin ‘pelos en la lengua’
- Poseen altas dosis de valor, autoestima y confianza en sí mismas
- Son auténticas: no tienen ‘agendas escondidas’, dobleces o incongruencias.
- Son luchadoras, no se rinden ante las dificultades.
- Son defensoras de la meritocracia.
- Sólo rinden cuenta a su alma, son fieles a sus principios y no quieren tener otros porque prefieren su tranquilidad de conciencia al aplauso social.
- Tienen con los demás la relación que tienen consigo mismas.
- Saben que el amor nutre no destruye.
- No quieren ser políticamente correctos
- Son Edición ‘IlimitHada’
(c) Rosetta Forner
Hadamadrina, escritora, agitadora de neuronas y entrenadora de reinas y de personas ídem (gente empoderada que lleva o quiere aprender a llevar las riendas emocionales de su vida y ser lo mejor que le ha pasado).
Más de 25 libros publicados… (España, Portugal, Alemania, Brasil…).
Autora del Bestseller LA REINA QUE DIO CALABAZAS AL CABALLERO DE LA ARMADURA OXIDADA (RBA)
“Un poco de hadamadrining es un mucho de coaching”
E-mail: lavidaenrosetta@gmail.com
WhatsApp 34 609065875
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