Cada 25 de noviembre, el mundo vuelve a pronunciar un verbo que duele y que, sin embargo, nos convoca: recordar. Recordar a las mujeres asesinadas por la violencia machista. Recordar que no son cifras, sino historias interrumpidas: madres, hijas, amigas, compañeras. Recordar para que no vuelva a ocurrir.
Hay silencios que pesan. Y, aun así, cada año millones de voces en todo el mundo deciden no callar. Porque detrás de cada minuto de silencio, hay un grito colectivo que dice: no aceptaremos vivir en una sociedad que normalice la violencia.
En el último año, 47 mujeres en España —y miles más en América Latina— fueron asesinadas por quienes dijeron amarlas. Más de 1.300 mujeres han sido asesinadas en España desde que existen registros oficiales. Las cifras, aunque frías, hablan. Pero no cuentan toda la verdad. La verdad está en sus vidas: en su capacidad de amar, de crear, de sostener, de reír. En los sueños que ya no están.
Sin embargo, este 25N no es sólo un acto de duelo. Es también un acto de esperanza. Y es importante decirlo así: hemos avanzado. No al ritmo que quisiéramos, no con la contundencia necesaria todavía, pero sí con pasos firmes. Hoy contamos con más recursos, más formación, más conciencia social, más herramientas para detectar el maltrato, más leyes, más mujeres dispuestas a romper el silencio y más hombres comprometidos en la lucha.
La violencia machista ya no se esconde como antes. Ya no se mira a otro lado con la misma facilidad. La sociedad empieza a comprender que no es un “asunto privado”, sino un problema estructural que nos interpela. Que nos duele a todos.
Aun así, los retos siguen ahí.
¿Cómo garantizamos que todas las mujeres tengan acceso real a la justicia?
¿Cómo logramos que ningún niño o niña crezca creyendo que el control es amor?
¿Cómo hacemos que la educación afectivo-sexual deje de ser un tabú y pase a ser un pilar?
¿Cómo tejemos redes de apoyo que funcionen antes de que sea demasiado tarde?
Cada mujer asesinada nos recuerda que la respuesta todavía no es suficiente. Pero cada mujer que hoy se siente segura, acompañada y libre demuestra que sí estamos avanzando. Que este es un camino que merece ser recorrido.
Hoy, 25N, las recordamos a todas. Recordamos sus nombres, sus risas, sus proyectos. También recordamos a quienes sobrevivieron, a quienes están reconstruyéndose, a quienes están encontrando su voz.
Y lo hacemos mirando hacia adelante. Porque la mejor manera de honrar su memoria es seguir luchando por ese futuro donde ninguna mujer tenga que elegir entre vivir o sobrevivir. Un futuro que no sólo imaginamos, sino que estamos construyendo juntas.
Este día no es un final: es un compromiso renovado.
Un recordatorio de que cada paso cuenta.
Y de que la vida, la de todas las mujeres, siempre merece ganar.
Comentarios