“Agradecer no es solo un acto de cortesía, sino un acto de poder”. Brené Brown
¿Cuántos motivos tienes hoy para agradecer? Empiezo con esta pregunta porque hablar de gratitud no es solo un acto de cortesía, es un ejercicio de poder interior, un recurso vital para alcanzar el equilibrio, armonía y paz mental, ya que, es precisamente en estos pilares donde se cultiva la resiliencia verdadera. Expresar gratitud no cambia lo que sucede afuera, transforma completamente lo que ocurre dentro de nosotros.
Recuerdo un momento muy particular en mi vida que marcó un antes y un después. Estaba atravesando una de esas etapas donde todo parece desmoronarse: Pérdidas, incertidumbre, y un profundo cansancio emocional que me hacía preguntarme si realmente tenía fuerzas para seguir. Una noche, en medio del silencio, abrí mi agenda y escribí tres palabras: "Gracias por esto." No sabía bien por qué lo hacía, pero sentí que, si no podía cambiar lo que estaba viviendo, al menos podía cambiar cómo lo vivía. Así, noche tras noche, comencé a agradecer incluso por el dolor, por lo que no entendía, por lo que se estaba yendo. Y en ese pequeño acto, encontré una puerta. La puerta hacia mí misma. Fue entonces cuando comprendí que la gratitud no necesita razones, solo necesita decisión. La gratitud es una forma de oración silenciosa; cuando agradeces, reconoces la mano de Dios en tu vida, aun en los momentos que escapan a tu comprensión.
Cuando cultivas la gratitud de forma consciente, accedes a un estado de gozo y plenitud que no depende de lo que tienes o no tienes. Tu mundo exterior se convierte en reflejo directo de tu abundancia interior. Durante mucho tiempo, creí que vivir en gratitud era simplemente decir "Gracias" por las cosas buenas. Pero fue cuando empecé a practicar la gratitud como hábito diario, que mi vida dio un giro completo. Aprendí a mirar los “SÍ” con alegría, y los “NO” con reverencia. Comprendí que un NO de Dios también te bendice. Así mi alma comenzó a revitalizarse.
Practicar la gratitud me ha enseñado a potenciar mi confianza personal, en la vida y en esa inteligencia superior que siempre nos guía con amor y propósito. Porque al final, la gratitud no es un pensamiento, es un reflejo del corazón, una conexión sagrada con el presente. Y cuando dejamos de dar por sentado lo cotidiano, desde el aire que respiramos hasta una sonrisa inesperada, comenzamos a vivir con los ojos del alma sinceramente abiertos.
Vivir en gratitud no significa negar lo negativo, no es una forma de autoengaño o una máscara de optimismo falso, es una decisión consciente de transformar las sombras en luz, de ver en cada pérdida una semilla de aprendizaje, de encontrar hasta en el caos, múltiples razones para agradecer. Ese es el desafío más grande y también el más liberador. Estoy convencida de que la única diferencia significativa que debería existir entre las personas no debería basarse en ideologías, religiones o nacionalidades, sino en aquellos que viven en gratitud y los que no. Porque la gratitud es una llave maestra. Abre puertas internas, conecta con lo esencial y transforma vidas desde la raíz.
Los doctores Robert Emmons y Michael McCullough lo demostraron en el Journal of Personality and Social Psychology: “La capacidad de notar, apreciar y saborear los elementos de la vida es un determinante crucial del bienestar”. Y es que, en efecto, la felicidad no proviene de lo que tenemos, sino de cuánto valoramos lo que ya está presente. A medida que enfocas tu atención en lo que funciona, en lo que está bien, en lo que permanece, comienzas a desviar energía de lo que duele, falta o preocupa. Vivir en gratitud te alinea con tu abundancia interior y abre las puertas a nuevas bendiciones. Y para ayudarte en ese camino, aquí te comparto las 7 claves prácticas para vivir en gratitud:
- TU ENERGÍA: La Ley de Atracción lo resume así: lo semejante atrae lo semejante. Si estás genuinamente agradecido por lo que ya tienes, inevitablemente atraerás más motivos para seguir agradeciendo. Tu campo energético se expande. Te conviertes en un imán de bendiciones.
- DIARIO DE GRATITUD: Dedica solo 3 minutos cada mañana a escribir lo que aprecias en tu vida. No tiene que ser algo grande: a veces basta con una taza de café caliente, un mensaje inesperado, un amanecer. Este pequeño hábito reprograma tu mente para vivir con atención, receptividad y asombro.
- EL JUEGO DE LA APRECIACIÓN: Haz de la apreciación un juego diario. Agradece la calle por la que caminas, el saludo del vecino, la risa de un niño. Y atrévete a buscar lo bueno incluso en lo incómodo. Recuerda que toda nube tiene su lado brillante, solo hay que aprender a mirar con otros ojos.
- UN RECORDATORIO DE GRATITUD: Lleva contigo un objeto simbólico: Una piedra, algo especial para ti que te recuerde ser agradecida. Cada vez que lo veas o toques, haz una pausa. Respira. Recuerda que estás vivo. Y deja que ese instante se llene de gratitud.
- APRECIA LAS PEQUEÑAS BENDICIONES: ¿Tienes comida en tu mesa, abrigo en tu armario y un techo sobre tu cabeza? Estás mejor que gran parte del mundo. Si puedes ducharte con agua limpia o ver a tu familia sana, celebra. Las bendiciones más grandes suelen esconderse en las cosas más sencillas.
- RECONOCE TU VALOR: Agradece por lo que eres y por todo lo que has superado. Reconócete, ámate, honra tu proceso. No subestimes el poder de celebrar tu camino, incluso cuando aún no has llegado al destino. La gratitud hacia ti misma es una de las formas más puras de amor propio.
- UN MENSAJE DE GRATITUD: Una vez por semana, escribe una nota, un mensaje o una carta para alguien que haya marcado tu vida. No subestimes el impacto de un “Gracias por estar”. A veces, una simple palabra puede sanar vínculos, iluminar días o reconectar almas.
Sigo aprendiendo, siendo aprendiz en la escuela de la vida. Cada día me acerco más a mi mejor versión, y sé que la gratitud ha sido mi brújula. Me ha devuelto a mi esencia, me ha permitido ver con claridad, actuar con intención y amar sin condiciones. ¿No lo crees posible? Te invito a intentarlo. No necesitas nada externo, solo presencia, conciencia y un corazón abierto. El mejor momento para empezar siempre es ahora.
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Con gratitud;
Mayerlin Romero.
Escritora venezolana.
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