Interesante observar cómo en la actualidad muchas mujeres hemos buscado nuestra reconexión con la energía femenina.
A través de los círculos de mujeres generamos espacios sagrados en donde cada una suma desde sus experiencias y talentos la grandeza de pertenecer al maravilloso género femenino. Desde la rueda más sencilla como las mujeres de la casa, las reuniones con amigas, las hermanas de camino, con quienes coincidimos y no coincidimos. Somos una gran ola de energía sutil que va en aumento.
Muchas ya conscientes de ello y otras no tanto pero curiosas de saberlo. En el fondo estamos deseosas de sentirnos amadas, protegidas, valoradas y anheladas, con un esfuerzo constante por mejorar en estándares erróneos, hemos dado un valor mal entendido a la sexualidad, en donde se cree que para tener compañía se debe dar a cambio sexo. Los medios han explotado en todo momento a la mujer como objeto sexual y lo peor, algunas han adoptado esa idea.
Podemos observar como vibramos en masculinidad debido a que hemos tenido que enfrentarnos a solventar responsabilidades en soledad, asumiendo roles de autosuficiencia en el plano material y deslindando roles de compromiso amoroso en el plano espiritual.
Ciertamente no es mi idea decirte que no merecemos ser exitosas en la auto-realización y ser abundantes materialmente, sino que los costos emocionales no deben de ser tan graves como los estamos adjudicando. Competimos, arrasamos, descuidamos a los hijos y la pareja, a nosotras mismas principalmente, en fin, muchas cargas por querer cumplir con todas las pistas de circo que jugamos.
Ya no sabemos llevar al hombre a cumplir con su papel masculino por falta de merecimiento a nosotras mismas. El otro día veía una película donde la mujer le dice al hombre: "conquístame, cortéjame y no es por mí, te hago un favor"... Exactamente de ahí nace el valor que se da la mujer y sobre todo que el hombre sabe hacerlo con muchísimo entusiasmo.
Soy total partidaria de la equidad de derechos y oportunidades, pero mal entendimos la igualdad, criticamos al hombre conchudo que finge dormirse para no dejar sentar a la señora embarazada o con niño en brazos, pero ese hombre seguramente fue educado por una mujer. Hemos dejado de abrazar a los hijos en busca de abrazar lo material. Lo único que te puedo decir que el único hombre que puedes educar es a tu hijo.
Incluso hay hombres que actualmente se dedican a decirles a las mujeres cómo ser femeninas, una aberración total. Les pagamos para que nos enseñen a ser bellas, cómo comportarnos y definitivamente no deja de ser una visión masculina distorsionada de lo que es ser mujeres. No es que vas a ser una mejor mujer, eso ya eres desde que encarnaste. Es cómo desde este maravilloso regalo de energía infinita trascenderás. Mucho ojo de ello, los intereses y anhelos son completamente diferentes, la visión de poder es tremendamente opuesta desde la visión masculina y femenina, conoce primero el verdadero fin que persiguen o terminarás siendo utilizada.
El arte del amor ha sido enseñanza plena de mujeres a mujeres, estamos abriendo los secretos de nuestra verdadera esencia a la densidad de la naturaleza masculina. Por algo el mundo está como está, son determinaciones muy incongruentes, el hombre sabe enfocar y dirigir, la mujer sabe sentir y de ahí dirige la energía del hombre.
No es hacer un mundo de mujeres, es hacer un mundo de balance entre las polaridades femenina y masculina. Incluso una vez que has sentido la hermandad de las mujeres sabes lo que es el soporte y apoyo real.
Nuestro papel es hacer sutilmente que el hombre cumpla con su masculinidad, él se siente tan realizado de ser héroe, proveedor, rey de su hogar; pero ha sido más fácil darle de lado, hacerlos irresponsables porque tenemos ya la sartén por el mango y después nos quejamos de que no hay hombres dado que hemos permitido que efectivamente se suman en una irreconocible forma de actuar.
Creemos que la feminidad es ser débiles y sumisas; es todo lo contrario, el arte de la feminidad consiste en entregar lo más preciado de nosotras al mundo, energía sutil, inspiración, agradecimiento y sobre todo el estado de gracia y amor a los demás. Aquí no menciono nada de sexo ni hay un cierre a los placeres intrínsecos del arte amatorio, pero es muy diferente esto a la simple copulación.
Responsables de despertar las emociones más bellas en otros, no por nada nos han llamado musas, diosas, reinas, etcétera. La mujer por naturaleza se conecta a la energía divina en cualquier creencia, tenemos la sensibilidad de la fe, la consciencia de dar vida y sabemos que hay algo más allá que los problemas que vivimos, somos quienes buscamos ayuda y acercamos a la inspiración al hombre. Somos las que le decimos al marido: "anda viejo, vamos a la iglesia" o "ten fe todo va a estar bien".
Seguimos peleados con el matriarcado y el patriarcado, sin denotar que somos creadores de nuestras propias circunstancias. Hemos dejado de nutrir a la familia por robustecer nuestros egos, me he encontrado con mujeres al grado que se sientes minimizadas por servir un plato de sopa a su esposo, a ese nivel de soberbia hemos llegado. Hay muchas cosas por hacer, es cierto, pero desde ahí estamos soltando la misión de fomentar amor, las abuelas a eso se dedicaban, no quiere decir que sea al 100% pero si comprender la calidad de tiempo y energía a nuestros seres queridos.
Solo cuando la vida nos orilla a valorar un plato de sopa agradecido, el momento de compartir, las formas de comprender y abrazar con todas tus fuerzas a las almas con quienes decidimos trascender en esta vida, es lo único que nos llevaremos. El reconocimiento es muy importante, pero lo es igual el cumplir con nuestra misión, desde tus talentos e individualidad.
Ser femenina y vivir en armonía, sin tener que estar en guerra ni contracorriente siempre, creo que la vida es más. Hay opciones, no es que te elimines del éxito, sino que lo vivas integralmente. Hay formas, escenarios y papeles que te ayudan a equilibrar. Somos administradoras por naturaleza, también sabemos llevar al orden a esta nueva humanidad, bienvenida al mundo de la consciencia en vibración femenina.
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