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Existen hechos en nuestra vida que nos llevan a visitar los infiernos. Yo solía decir que una aprende por dolor o por conciencia, ahora me retracto porque por experiencia propia me doy cuenta que solo el dolor nos hace bajar a los infiernos a integrar la sombra, tiene que existir un detonante para hacer ese viaje forzado que nos pone en un espacio donde el dolor se vuelve insoportable. Visitar este lugar es algo que muchas y muchos evitan a toda costa, ahora puedo comprobar porque hay gente que se refugia en las adicciones y otras prefieren el suicidio.

Afortunadamente existen herramientas que nos pueden ayudar, si no a pasar el trago amargo, por lo menos a entender el proceso para no desfallecer, este es un camino que se hace en solitario, aunque deseemos acompañantes eso no disipara o aminorará la experiencia, los acompañantes solo pueden ser testigos, y si tenemos la fortuna de que sea gente despierta, serán una bendición. Para nosotras las Mujeres existe el mito de El Descenso de Inanna, una historia que habla del camino de integración de la sombra.

Inanna es una princesa inocente, aún en su papel de hija de papá, siente la necesidad de visitar a Ereshkigal, su hermana quien es la reina del inframundo. En su travesía es despojada de todas sus pertenencias y al llegar a presencia de su hermana es asesinada y pasa tres días antes de comenzar su renacimiento. Esta historia, si se internaliza nos habla del proceso de integración de la sombra, aceptando a esa Ereshkigal que todas llevamos dentro y que rechazamos. Esa fuerza destructora que tiene que hacer su labor para que llegue lo nuevo, para expandir la conciencia. Cuando rechazamos esas características que consideramos negativas en lugar de irse se almacenan en las esquinas obscuras de nuestra personalidad y son como una olla de presión listas a explotar en cualquier momento. Y cuando no se integra concientemente entonces el resultado es que la proyectamos a los demás porque somos incapaces de asimilarla.

La sombra bien entendida, aceptada e integrada es el combustible para llegar a la luz. Los opuestos son parte integral de la vida, pero vivimos en una sociedad donde solo nos enseñan a apreciar un solo lado de la balanza y eso resulta algo no natural que crea la fragmentación que nos destruye. No se puede vivir totalmente en la sombra y totalmente en la luz, tenemos que aprender a unirlos y vivir en medio, en balance. Ese es, a mi ver, el verdadero estado de contentamiento.

Eventualmente cada una de nosotras tendrá que hacer el descenso, es parte inevitable de la vida, cada una vivirá su propia experiencia y la integrará de acuerdo a lo que necesita en su momento, es un trabajo muy personal. Es de extrema importancia trabajar con la sombra, puedo decir sin temor a equivocarme que es la piedra angular de nuestro desarrollo personal y espiritual. Robert Johnson analista junguiano dijo “Honrar y aceptar nuestra sombra es una disciplina espiritual profunda. Nos ayuda a integrarnos y por lo tanto es sagrada y la experiencia más importante de la vida”.