“Se feliz con lo que tienes, agradece la manera en que son las cosas. Cuando te das cuenta de que nada falta, el mundo entero te pertenece” (Lao Tzu)
¿Podemos descubrir nuestro propósito y compartir nuestro talento con el mundo? ¿Podemos encontrar la alegría, el amor y los frutos de nuestro esfuerzo? La respuesta es sí, sí y sí.
El llamado a una vida abundante, contrariamente a lo que se piensa, no es solo para unos pocos elegidos. Es el derecho por nacimiento de todo quien se atreva a reclamarlo.
En mis recorridos por el mundo, he compartido con miles la práctica de Ho’oponopono, un antiguo arte hawaiano para solucionar problemas conocido como “el camino más fácil” para atraer la felicidad, la paz y la abundancia. Es simple de aprender. Se trata de “dejar ir” y “permitir el amor (Dios)”, aprender a borrar programas indeseados, creencias, temores y juicios que nos detienen y nos alejan de la felicidad.
Más allá de cómo cada uno encuentre la verdad o la abundancia, un tema común a todos es la paz; ella es la gran sanadora que nos trae alegría, amor, significado a nuestras vidas y sí, también la abundancia.
Entonces, si la paz es la clave para cambiar nuestras vidas, la pregunta lógica sería: ¿dónde la encontramos? La respuesta a esta incógnita tan antigua como el mundo siempre ha estado ahí cerca, esperándonos.
Y es muy simple: la paz es una semilla dentro de cada uno de nosotros; una pequeña semilla dispuesta a brotar en aquellos dispuestos a reconocer lo siguiente: que somos 100% responsable de la realidad que creamos y que no importa que ocurre a nuestro alrededor porque siempre tenemos la capacidad de atraer o restituir el amor, la alegría y la felicidad a nuestro mundo. Lo único necesitamos es comenzar cada día recordando esta simple verdad: la paz empieza conmigo.
Puede sentirse tarea imposible, en especial en el mundo ajetreado de hoy, lleno de ansiedad y miedo, donde es fácil abrumarse por los retos cotidianos. Y aunque afrontar estos desafíos sea inevitable, si vamos a encontrar la verdadera la paz y vivir vidas excepcionales, el mayor reto es admitir que los desafíos son una trampa-ilusión que nos hace creer que vivimos en un constante estado de necesidad.
Como mencioné antes, la respuesta está adentro nuestro. Sencillamente debemos encender la luz, dejar ir y permitir que Dios se encargue de los detalles, en lugar de reaccionar, involucrando y repitiendo a las memorias y patrones destructivos que conducen a una bancarrota espiritual.
Para encontrar la paz debemos creer en nosotros mismos, confiando en que hay una parte nuestra que sabe lo que es correcto para nosotros, y que es el camino que nos conducirá a la verdad y a la abundancia. Cuando permitamos que esa inspiración fluya a nuestras vidas, seremos beneficiados con ideas y soluciones perfectas para promover la abundancia que buscamos y nos merecemos.
Debemos elegir el amor y la aceptación para los demás y para nosotros. Esto es el camino del amor infinito, donde podemos encontrar la libertad de pensar y percibir de diferente manera y crear la vida que deseamos.
Es un trayecto perfecto donde podemos amar lo que hacemos y hacer lo que nos dé alegría y significado a nuestras vidas. En este camino perfecto la vida es fácil porque utilizamos nuestros talentos excepcionales y nuestras verdades individuales. Allí podemos atraer todo el dinero y los recursos que necesitamos, sin esfuerzo alguno. Esa es la vía pacífica hacia la abundancia.
El hermoso plus de aceptarnos y amarnos a nosotros mismos, es la capacidad de amar y aceptar a los demás, para entonces germinar las semillas que nos lleven a obtener más abundancia en nuestras vidas, y juntos crear un mundo más pacífico , feliz y abundante.
La vía pacífica de la abundancia nos espera a todos. Lo único que tenemos que hacer es despertarnos cada día y recordar que la paz comienza CONMIGO. Porque la paz interior es la paz mundial.
Comentarios
Gracias por compartirnos tus conocimientos, experiencias y pensamientos.
Me gusta pensar que la abundancia es un derecho, y también pensar en la responsabilidad que esto implica.